Chile entre Kast o Boric, ultradrecha o centroizquierda

Las elecciones generales chilenas que se realizaron este domingo confirmaron en parte lo que habían vaticinado las encuestas de intención de voto: José Antonio Kast, candidato ultraderechista que lidera el Partido Republicano, fue el postulante más votado y avanzó a la segunda vuelta con el centroizquierdista Gabriel Boric, de la coalición Apruebo Dignidad.

Ambos estuvieron muy lejos de llegar al 50% de los apoyos, por lo que se medirán en los comicios que tendrán lugar el 19 de diciembre. Con los números de esta primera vuelta, el panorama de cara al balotaje es incierto. Kast seguramente cuenta con la totalidad de los apoyos del oficialismo y de la derecha, Boric tendrá los de la ex Concertación y también la mayor parte de los de Enríquez-Ominami.

Kast, abogado de 55 años, obtenía 28,15% de los votos y Boric, 25,32%. El pasaje de estos candidatos a la segunda vuelta marcó un antes y un después en la política chilena, porque es la primera vez desde que volvió la democracia al país que el presidente del país no pertenecerá a ninguna de las dos grandes coaliciones ideológicas que se conformaron tras el período dictatorial: la antigua Concertación y el bloque de los partidos de derecha que actualmente ocupa el Ejecutivo con Sebastián Piñera a la cabeza.

El discurso de Kast es claramente antimigratorio y su propuesta de “orden y seguridad” pone el eje en la represión a las luchas del pueblo mapuche y las movilizaciones juveniles. Su imagen fue muy vapuleada en el último debate televisivo. Su crecimiento forma parte del despliegue de fuerzas reaccionarias que han surgido en países europeos como España, Hungría y Francia, Estados Unidos de Trump y Brasil de Jair Bolsonaro.

Pero la gran sorpresa de estas elecciones fue el tercer lugar al que accedió Franco Parisi, candidato del Partido de la Gente –un sector populista más bien tirado hacia la derecha–, un ingeniero comercial de 54 años que vive en Estados Unidos y ni siquiera viajó a Chile durante la campaña electoral, pero que a pesar de ello, y basado en una fuerte campaña en redes sociales, logró 13,19% de las adhesiones, con un muy buen desempeño particularmente en las regiones norteñas del país.

Más atrás, con 12,39% se ubicó Sebastián Sichel, quien era el postulante de la coalición oficialista Chile Podemos Más, y quinta se situó Yasna Provoste, la candidata de la coalición Unidad Constituyente, sector heredero de la vieja Concertación, con 11,87%.

Atrás de Provoste quedó Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista, con 7,62%, y último, con apenas 1,45% de las adhesiones, se situó Eduardo Artés, del sector ultraizquierdista Unión Patriótica.

El oficialista Sebastián Sichel reconoció su derrota y ya adelantó que en la segunda vuelta no votará por Boric. Kast, quien, según consignaron medios locales, expresó: “Quiero agradecerle a cada chileno y chilena que hoy confió en nosotros, no los vamos a defraudar, vamos a seguir caminando, tenemos votación de mayoría […] vamos a recuperar la paz, el orden y el progreso”.

Boric, por su parte, señaló que “Tenemos que trabajar por la unidad de los demócratas. Quiero contagiarlos de energía y de esperanza. “No va a ser la primera vez que partimos desde atrás”, señaló, tras manifestar su confianza en la victoria en diciembre. “Sabemos que será estrecha y difícil la segunda vuelta, pero la vamos a ganar”, remarcó.

Por su parte, Álvaro Elizalde, presidente del Partido Socialista, que apoyó la candidatura de Provoste, llamó a “todos los chilenos y chilenas a votar en la segunda vuelta en favor del candidato Gabriel Boric, sin ambigüedades”. “José Antonio Kast representa una amenaza para el país, un retroceso significativo; hacemos un llamado a los chilenos a no desmerecer la amenaza que representa la opción de extrema derecha, lo que está en juego es demasiado importante”, agregó Elizalde.

Unidad antifascista

El resultado ha sorprendido a analistas y observadores en cuanto el país ha pasado en escasos meses desde demandas de cambios sociales a un conservadurismo reaccionario de tintes fascistas. De haber levantado demandas que apuntaban a un fin del modelo neoliberal, este domingo triunfa el candidato que promete una cristalización del modelo de mercado y el freno a todas aquellas reivindicaciones sociales.

La primera de las explicaciones que aparecen es otra vez una baja participación electoral, muy similar a las presidenciales del 2017. En segundo lugar, la falta de candidaturas con las cuales se identifique el movimiento de la revuelta popular. La figura de Gabriel Boric pese a competir en la coalición Apruebo Dignidad junto al Partido Comunista, nunca resultó empática con el movimiento popular.

Esta ha sido su gran falencia, que ha inhibido la participación de millones de potenciales electores. La campaña le ha jugado en contra. Ha sido un proceso de conciliación con los poderes fácticos y un alejamiento de las necesidades de las grandes mayorías, señala un editorial de Clarín.

Más allá de las causas de la derrota de Boric en esta primera vuelta, lo que más preocupa es el escenario  autoritario y regresivo que se abriría con un triunfo de Kast en la segunda vuelta. Por la gravedad del momento, desde los sectores populares se plantea la necesidad de abrir un gran frente de unidad nacional contra el fascismo, para lo cual Boric requiere el apoyo de todas las fuerzas democráticas.

La eminente “salida” de la carrera presidencial de Sebastián Sichel, indica el fortalecimiento de la candidatura de Kast por parte de la “derecha toda” la cual se propone con esta decisión jugarse con todos los recursos y medios posibles a su alcance a no perder la dirección política de la sociedad neoliberal.

La ruta de los autoritarismos antidemocráticos de las últimas décadas en América Latina y el Caribe ha usado, también, los mecanismos electorales para llegar al gobierno y de esa forma restaurar las formas agrietadas de la dominación y de la hegemonía neoliberal. Los casos de Brasil y Ecuador, Bolsonaro y Lasso, son ejemplos preclaros de esa situación.

Ese camino es posible por la concurrencia de diversos factores políticos. Entre ellos el más importante es la nula comprensión política de parte de las fuerzas políticas progresistas del peligro que constituye la presencia de candidatos y organizaciones políticas protofascistas o autoritarias.

El problema central es que ninguna de las opciones que se presentan como alternativa a Kast o a una “derecha unida”, desde Gabriel Boric de Apruebo Dignidad; Yasna Provoste, de Nuevo Pacto Social, Marco Enríquez-Ominami del PRO a Eduardo Artés de UPA, tienen hoy la confianza política amplia de la ciudadanía, ninguno de ellos logra romper la indiferencia y la apatía que hoy expresa la ciudadanía sobre el proceso electoral en marcha.

Boric genera rechazo y desconfianza entre los sectores más de izquierda de la alianza. Provoste, es la representante de la decadencia política concertacionista y, sobre todo, de la democracia-cristiana y del socialismo chileno. La candidatura de Enriquez-Ominami nació atrofiada; Eduardo Artés apeló a todos los símbolos de la izquierda pero no convenció. Las debilidades de estos cuatro son evidentes, pero tienen fortalezas políticas que solo unidas podrían ser alternativa para enfrentar y derrotar a Kast.

La unidad significaría abandonar la ida de que en la segunda vuelta electoral no se va a elegir solo un Presidente sino que se va construir un gobierno nacional de transición entre el régimen político de la democracia neoliberal a una democracia social, plurinacional, antripatriarcal e inclusiva.

Eso, con el fin de impulsar la transformación de la Convención en una Asamblea Constituyente; apoyar la aprobación de la Nueva Constitución Política, y convocar a nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias de acuerdo a la nueva Carta Magna.

Cecilia Vergara Mattei

Cecilia Vergara Mattei: Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).

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