China: Dos sesiones, dos visiones

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Tras su aplazamiento por la pandemia, las macro reuniones parlamentarias chinas ya tienen fecha de inicio: 21 de Mayo, la Conferencia Consultiva, y el 22 de Mayo, la Asamblea Popular Nacional. La mayor parte de las provincias celebraron las reuniones preparatorias bajo el formato on line pero es altamente probable que las dos sesiones en la capital requieran presencia física, aunque su duración se verá reducida.

Lo contrario sería anormal y lo que se pretende transmitir es justamente la vuelta a la normalidad. De hecho, para facilitar que así sea, Beijing redujo ya su alerta de emergencia que se podría mitigar más aún en las próximas semanas.

Las lianghui de este año revisten un significado especial. En la visión del liderazgo chino deben escenificar el triunfo sobre el nuevo coronavirus, mostrando la titánica capacidad del PCCh para darle la vuelta a tan grave crisis y marcar el impulso de la recuperación. Cualquier atisbo de “efecto Chernóbil” sobre el PCCh será opacado por los cánticos de exaltación del “camarada Xi Jinping como núcleo”, corriéndose un tupido velo sobre su inexplicada ausencia al inicio de la crisis.

Se espera igualmente que las dos sesiones cierren filas respecto a los objetivos no tanto en su dimensión anual como quinquenal. Habitualmente, es en marzo, tras la celebración del Nuevo Año chino, cuando se decide el tono esencial del ejercicio aprobando los planes de desarrollo económico y social; en esta ocasión, a las puertas de junio, esto es impensable. No obstante, en 2020 hay tres importantes anuncios de alta significación política a los que el PCCh no va a renunciar: la duplicación del valor del PIB y del ingreso per cápita con respecto a 2010, la erradicación total de la pobreza extrema y la proclamación de China como una “sociedad modestamente acomodada”.

También cabe esperar una reivindicación del liderazgo mundial en la lucha contra la pandemia que podría verse acompañada del anuncio de un plan global de ayudas. La situación internacional se ha enrarecido y la relación de China con algunos de los países más desarrollados se ha complicado. Dicho plan, sugerido ya por Jia Qingguo, decano de Estudios Internacionales en la Universidad de Beijing y miembro de la Conferencia Consultiva, podría contribuir a suavizar algunas tensiones, contraponiendo la voluntad de cooperación a las apelaciones al desacoplamiento.

Un imán para las desgracias

Para quienes estas dos sesiones no son más que un ejercicio propagandístico de cartón-piedra, el ceremonial será poco más que una muestra de autobombo con el propósito de echar tierra sobre las sombras de la gestión de la crisis epidémica, sin el menor atisbo de autocrítica y pasando de largo sobre los errores y el silenciamiento de las voces que intentan llamar la atención sobre ellos.

Si en el Parlamento chino hubiera un líder opositor no dudaría en calificar a Xi Jinping de “imán para las desgracias”: guerra comercial, incidentes graves en Hong Kong, pandemia…. manifestaciones de los peligros asociados a una fuga hacia adelante que podría arruinar la reforma y apertura y acarrear grandes calamidades. Para el PCCh, por el contrario, todo ello serían manifestaciones de los intentos de terceros por contrariar la emergencia de China y evitar el temido sorpasso.

Por si todo esto fuera poco, las tensiones han resurgido de nuevo en el entorno regional. Países vecinos como Japón, Vietnam o Filipinas han criticado el proceder de Beijing. El 30 de marzo, un barco pesquero chino chocó con el destructor japonés Shimakaze en el Mar de China oriental, mientras que el 2 de abril, un buque de la Guardia Costera hundía un barco pesquero vietnamita en el Mar de China meridional. Como la mayoría de los portaaviones estadounidenses están atracados debido a la pandemia de COVID-19, Beijing parece querer transmitir el mensaje de que el brote no afecta a su ejército, que opera con normalidad. Por otra parte, el pasado abril, el Consejo de Estado acordó la creación de dos nuevos distritos locales en medio de una de las rutas marítimas más concurridas del mundo y que es objeto de reclamación por parte también de Vietnam, Filipinas, Brunei, Malasia o Taiwán. Manila, que con Rodrigo Duterte había apostado por la contemporización, rechazó esta decisión y se debate entre la inquietud y la hostilidad.

Contexto socioeconómico e interno

Lo seguro es que los próximos meses no serán nada fáciles para las autoridades chinas. De no ser por la caída del PIB en el primer trimestre (6,8%), este año China podría alcanzar un crecimiento del 5% o más. Pero la recuperación transcurre lentamente y solo podrá cuajar cuando la pandemia esté bajo control también en el resto del mundo. Según Zhongtai Securities, la tasa de desempleo efectiva rondaría el 20,5%, muy diferente de la estimación oficial del 5,9% que no tiene en cuenta a los millones de migrantes desocupados y, en su inmensa mayoría, sin derecho a prestación alguna. El primer ministro Li Keqiang confía en una paulatina recuperación, barajando la adopción de políticas de estímulo con el suficiente cuidado para no sobrecalentar la economía ni agravar la deuda.

Xi Jinping, por su parte, llega a estas dos sesiones con los deberes hechos. Lejos de esperarse un cuestionamiento de su política, estos meses le han servido para reforzar su indiscutido liderazgo. Buen ejemplo de ello son los cambios realizados en la política hongkonesa, situando a dos de sus fieles al frente del Partido y de la representación del gobierno central en la región: Xia Baolong y Luo Huining, respectivamente. Igualmente, la caída de Sun Lijun, ex viceministro de Seguridad Pública y afín al clan de Shanghái del ex presidente Jiang Zemin, es, por el momento, el principal cabeza de turco que paga los platos rotos de las crisis de Hong Kong y la epidemia de Wuhan, asuntos ambos en los que ha desempeñado un papel relevante. Se espera que ello se complete con una amplia reestructuración en esta sensible área de gobierno. Xi no da puntada sin hilo.

Xulio Ríos

Xulio Ríos: Director del Observatorio de la Política China.

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