Cinco fragmentos sobre Marx y Gaza

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Los aniversarios suelen serfechas muertas. Muertos vivientes a menudo abusados según las necesidades del presente. Pero hay aniversarios que genuinamente duelen. Viven e interactúan: con la realidad. Incluso con ellos mismos.

Veamos el próximo 70 aniversario de la Nakba –la catástrofe– (15 de mayo), el desplazamiento forzoso y la limpieza étnica (I. Pappé dixit) de cientos de miles de palestinos tras la guerra árabe-israelí de 1948.

Es en su contexto que el 30 de marzo –a su vez el aniversario del Día de la Tierra que conmemora el asesinato de seis palestinos por las fuerzas israelíes durante una protesta en contra de la confiscación de sus terrenos en 1976–, arranca en Gaza la Gran Marcha del Retorno (bit.ly/2GW2z09 ), una nueva iniciativa pacífica que clama por: a) el derecho de retorno de los refugiados a sus casas (más de 70 por ciento de habitantes de Gaza son refugiados y/o sus familiares); b) el fin de la ocupación israelí; y c) el fin del inhumano bloqueo de Gaza.

En la medida en que el colonialismo israelí sigue tragando más tierra, demoliendo casas, construyendo nuevos asentamientos y masacrando al pueblo palestino –como hoy a los gazaítes desarmados que cada consecutivo viernes hasta las mitades de mayo se reúnen para tratar de caminar rumbo a sus antiguos pueblos– la Nakba es hoy.

La catástrofe sigue.

El próximo aniversario de 200 años del nacimiento de Carlos Marx (5 de mayo) que tras la mal interpretada vía Hegel época del fin de la historia vio su resurgimiento con la crisis financiera (2008), pero cuya radical y estructural crítica del capitalismo como siempre les resulta too much a muchos.

En la medida en que a dos siglos “la verdadera lucha –en teoría y en práctica– apenas empieza” (bit.ly/2HJqTqQ) el momento del pensamiento marxiano es hoy.

La crítica sigue.

Hace unos meses –seguramente sin mirar el calendario y sin poder prever los acontecimientos en curso– Norman Finkelstein anticipó de alguna manera esta colusión de fechas.

Hablando de su nuevo libro sobre el sufrimiento de Gaza, el cruel cinismo de las políticas israelíes y la indiferencia del mundo que los acompaña – Gaza: an inquest into its martyrdom (UCPress 2018, 440 pp.)–, rememoraba:

“Crecí leyendo a Marx y su El capital, lleno de hechos, sumergido en la dialéctica hegeliana, pero a la vez repleto de la indignación moral. Marx estaba furioso [con el sistema], atacaba a los llamados ‘economistas burgueses’. Escribía que ‘el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros…’. Y yo infundí el mismo tipo de indignación en mi libro” (bit.ly/2KnRRBP).

Su minuciosa disección de la catástrofe humanitaria en Gaza causada por Israel (y sus aliados estadunidenses), es un libro nacido de la rabia y de la frustración.

¡Un desesperado “ J’accuse…!”.

Tras cinco semanas de protestas –hoy toca el sexto viernes–, y junto con algunos incidentes en otros días, más de un centenar fuertemente armados de francotiradores israelíes posicionados en la zona de seguridad alrededor de Gaza mató a sangre fría a 50 palestinos desarmados con balas vivas (entre ellos a cinco niños y a dos periodistas) e hirió a más de mil 600, muchos gravemente con la prohibida munición de fragmentación. Otros 4 mil fueron heridos por balas de goma, gases lacrimógenos o sus recipientes.

Según los militares israelíes se trata de una organizada actividad terrorista disfrazada de protesta [sic].

Según la prensa internacional se trató de enfrentamientos (que supone un choque entre fuerzas iguales y omite que ningún israelí –soldado o civil– resultó siquiera herido).

Según los apologetas de Israel el sufrimiento palestino no importa: lo importante es la seguridad (con lo que actúan igual que los economistas burgueses que justifican el sufrimiento humano bajo el capital con el progreso).

Detrás de todo están los mismos constructos coloniales hacia los palestinos (bestiasseres inferiores, etcétera) que sostenían una vez la dominación británica en la India y de la que Marx escribía famosamente (bit.ly/2JLsObC ) aludiendo en su última frase a una imagen del ídolo pagano que bebe el néctar en el cráneo del sacrificado.

El 30 de marzo, tras matar a 15 y herir a más de mil manifestantes el ejército israelí (IDF) tuiteó –y luego borró este tuit– que nada fue llevado a cabo al azar y que sabemos dónde acabó cada bala [sic] (bit.ly/2w2Lwc1 ).

Nosotros también (incluso limitándose sólo a una selección de casos documentados en video):

En el cuerpo de Muhammad Ayyoub (14 años) que se encontraba lejos del perímetro y no representaba ninguna amenaza a las fuertemente armadas fuerzas de ocupación.

En el cuerpo de Tahrir Mahmoud Said Wahbeh (18 años) disparado en la cabeza cuando estaba volteado de espaldas hacia los soldados israelíes.

En el cuerpo de Abd al-Fattach Abd al-Nabi (19 años) que recibió un tiro en la cabeza cuando se alejaba de la cerca fronteriza (y siguió recibiendo bala tras bala yaciendo ya en el suelo).

En el cuerpo Abdallah al Shamali (20 años) cuando estaba parado en un grupo de hombres y niños a cientos metros de la cerca.

En el cuerpo de Ahmad Abu Hussein (24 años), un periodista herido en el pecho que llevaba un casco y chaleco de prensa.

Disculpen la pregunta ingenua, pero ¿dónde está la indignación del mundo que siempre está allí para criticar la violencia palestina, pero sobre la totalmente desmesurada y criminal violencia israelí no tiene nada que decir?

El ultranacionalista ministro de Defensa de Israel, Avigdor Lieberman, aseguró que aquellos soldados merecen una medalla por lo que hacen y que en Gaza no hay gente inocente (bit.ly/2I8sqWy ).

¿Quién es Lieberman?

Uri Avnery un decano del periodismo israelí y un ex soldado herido gravemente en la guerra de 1948 hace unos años lo describió como un quintaesencial emigrante ruso (aunque vino a Israel ya hace unos 40 años de Moldovia soviética), de una apariencia siniestra, que proyecta la avaricia por el poder en su forma más brutal, que trajo de la URSS el desdeño a la democracia y “cuyo desvergonzado credo es un ‘Estado judío libre de los árabes ( Arab-rein)’”.

“Hace tiempo –escribía Avnery– acuñé una ecuación: Bolchevismo-Marxismo=Fascismo (bit.ly/2KyRi8n).

Una realidad poco agradable en la víspera –si ya estábamos en lo de las conmemoraciones– del 70 aniversario de la creación de Israel (14 de mayo), un régimen colonial que chorrea sangre y lodo por todos los poros.

Maciek Wisniewski

Maciek Wisniewski: Periodista polaco.

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