Ciudadanía venezolana a 8,300 extranjeros, incluyendo a 56 italianos

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El discurso de Trump ante la Asamblea de la ONU parecía ridículo, vulgar y peligroso. Quienes le dieron receptividad y lo replicaron fueron sólo los gobiernos latinoamericanos neoliberales que están dirigiendo a sus países y al continente nuevamente al agujero negro impuesto por el Fondo Monetario Internacional, el mismo en el que les gustaría arrojar a Venezuela, con injerencias y fomentando la subversión interna.

El loco con el mechón amarillo ha repetido una vez más: la “dictadura” de Maduro será derrocada por un golpe militar que los EE.UU. y Colombia ya habían apoyado una vez y que permitió que se llevara a cabo el intento frustrado de magnicidio con drones explosivos, que los equipos de seguridad lograron impedir el 4 de agosto. Por esta razón, dijo Trump, es necesaria una presión creciente, que aumente las sanciones económicas y financieras que ya fueron aprobadas (también en Europa). Es necesario financiar “ayuda humanitaria en las fronteras” (para esto, el “benefactor” norteamericano, campeón del “ahorro” a costillas de los migrantes y de los sectores populares ya ha destinado varios millones de dólares); y se necesita darle cada vez más espacio de maniobra al Secretario General de la OEA, su leal “sicario”, como lo llamó Jorge Arreaza, Ministro de Relaciones Exteriores venezolano. Se deben camuflar las provocaciones en la frontera con Venezuela invirtiendo la verdad, es decir: acusando a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de “acumular tropas en la frontera” para desencadenar el conflicto militar. “El mundo al revés”, dijo Arreaza.

En Nueva York, el Canciller se destacó, tanto en su discurso en la cumbre por la paz de la ONU dedicada a Mandela, como en la rueda de prensa posterior, donde desmontó punto por punto los argumentos utilizados para atacar a su país. La verdadera dictadura, dijo el ministro bolivariano, es la del capital y Trump representa sus intereses. La democracia de los Estados Unidos es una democracia de élite, que nunca permitirá que un trabajador se convierta en presidente de la República, ya que para ser elegido debe ser muy rico y mover grandes intereses.

En Venezuela, sin embargo, no se preparan solo para el proceso electoral número 25, el 9 de diciembre, sino que “es el mecanismo de toma de decisiones” el que está a la base de la democracia participativa, donde la gente realmente decide.

¿Ayuda humanitaria? Conciso y preciso, Arreaza invitó a periodistas a estudiar la historia del continente y explicó de manera sencilla el mecanismo y el propósito de la campaña internacional contra Venezuela. La forma actual de agresión de los Estados Unidos hace eco de las anteriores.

Arreaza recordó la invasión en República Dominicana, el 28 de abril 1965: un mecanismo que ya había ejecutado en la Guatemala del progresista Jacobo Arbenz (en 1954), y fracasó cuando intentaron invadir la Bahía de Cochinos en Cuba en 1961. Un esquema aplicado con el consentimiento de la OEA, que se justifica con los mismos argumentos engañosos: garantizar la “seguridad” y llevar la “ayuda humanitaria” a una población que ha sido ahogada por una crisis económica inducida con las sanciones externas y con el sabotaje de las clases dominantes, con el apoyo del Clero. Crean la crisis, te “ahogan” y luego te proponen “ayuda humanitaria”… y después de los convoyes con medicamentos, viene la invasión de los marines, resumió Arreaza.

La guerra sucia contra Venezuela es la misma que se libró contra Allende en Chile en 1973, la misma que se puso en marcha contra Nicaragua, tanto ayer como hoy. Esta misma semana, Daniel Ortega denunció las maniobras de los poderes fuertes contra la economía de Nicaragua, alabada por su fortaleza hasta que las ambiciones geopolíticas del imperialismo estadounidense decidieron que tenían que deshacerse del sandinista Ortega.

Examinar el alcance de las acciones del “gendarme” norteamericano no significa de ninguna manera negar los problemas, dijo Arreaza, sino más bien hacer una lectura proporcional de los mismos, tanto a la luz del escenario internacional – la guerra comercial entre Washington y Pekín en la redefinición de un mundo multipolar – como dentro del efecto criminal del bloqueo económico y financiero que impide a los países deudores pagar lo que se debe a Venezuela, que confisca medicamentos y productos ya comprados e impide que lleguen a su destino. Un bloqueo similar a lo que sigue sofocando a Cuba y que Venezuela sigue denunciado con vigor y firmeza.

El tema de Venezuela también se utiliza en la política interna de los Estados: se quiere demostrar que el socialismo, por muy renovado y “humanista” que sea, no funciona: todo para esconder la bancarrota del capitalismo salvaje y la verdadera cara del Dios Mercado.

Y así, el empresario Macri que está guiando a Argentina hacia el abismo, según la receta del FMI, y que ya está siendo rechazado hasta por sus propios votantes, se hizo ayer vocero del grupito de los 5 países neoliberales – Argentina, Colombia, Chile, Paraguay y Perú – que firmaron un documento solicitando a la Corte Penal Internacional que acuse a Nicolás Maduro de “violar los Derechos Humanos”.

El Consejo de la Corte debería decidir antes de que concluya el mes si aceptar la denuncia – inédita en los 16 años de existencia de la CPI – o rechazarla. Pero al mismo tiempo, se está desmoronando la farsa del llamado “Tribunal Supremo en el exilio”, que pretende legislar en contra de su propio país desde su ubicación en Bogotá para establecer un “Gobierno de transición”, listo para volver a poner sus manos sucias sobre los recursos naturales extraordinarios de Venezuela en el caso de un golpe trumpista.

Ya varios jueces sin licencia han renunciado y la actividad frenética de la ex Fiscal general, Luisa Ortega, provoca la misma reacción que la Asamblea ONU le reservó a Trump cuando se ufanaba de haber alcanzado resultados “históricos” para los Estados Unidos: una carcajada gigante.

El discurso de Trump – explicó Arreaza – “tiene un carácter electoral porque está llegando una ronda electoral y atacar a Venezuela y a Cuba sirve para los votos y para ganar en Florida”. El ministro luego definió como “realmente triste” que el Jefe de Estado estadounidense “instara a la ONU, el hogar del multilateralismo, a la aplicación de medidas unilaterales. Es una verdadera atrocidad”. Finalmente, subrayó que “una intervención militar en Venezuela sería una tragedia, pero que el pueblo y las fuerzas armadas bolivarianas sabrían cómo defenderse y el ejemplo de Vietnam no sería lo suficientemente significativo”.

Diplomacia de la paz contra la arrogancia imperialista. Socialismo contra la xenofobia. La reunión de Nicolás Maduro con los inmigrantes que han solicitado convertirse en ciudadanos de Venezuela puso de manifiesto ayer el abismo insuperable entre las medidas xenófobas tomadas por el gobierno italiano con el decreto Salvini y el camino socialista que apuesta a la solidaridad y a la unidad entre los pueblos.

Maduro decidió otorgar por decreto la ciudadanía a 8.300 extranjeros que han pedido naturalizarse: 5781 colombianos, 390 peruanos, 201 ecuatorianos, 253 haitianos, 357 sirios, 117 libaneses e incluso europeos: 92 portugueses, 63 españoles y 56 italianos, un duro golpe a la matriz mediática que resalta a los que se van de Venezuela e ignora a los que regresan gracias a los aviones puestos especialmente a disposición por el gobierno bolivariano, y que regresan después de experimentar lo mal que se vive en los países capitalistas vecinos.

El grupo Colombianos por la Paz, que vive en Venezuela, explicó ayer las proporciones de un éxodo que se genera nuevamente con la repetición de las matanzas y persecuciones que duran desde 1948 y que obligan a miles de personas a huir. Un éxodo que también es un negocio económico, porque los migrantes en el exterior envían remesas y no se aprovechan de los servicios sociales; el perdurar de la “emergencia” aumenta el comercio de armas, el negocio de la “seguridad” y del control al que los Estados Unidos asignan recursos ilimitados, como lo han hecho ahora para los “prófugos venezolanos”.

Allí están las violaciones de los derechos humanos que el partido de la guerra se encarga de multiplicar usando la palabra “paz” para facilitar la entrada de tanques. No por casualidad, el ex presidente colombiano Manuel Santos, después de recibir el Premio Nobel de la Paz,  solicitó el ingreso de su país a la OTAN y se encargó de que el proceso de paz se convierta en la paz de la tumba para los ex guerrilleros, los ecologistas y líderes populares. Estas son las violaciones que el “sicario de la OEA” nunca quiso sancionar.

Ayer Trump impuso sanciones a otros miembros del gobierno bolivariano: Cilia Flores, Delcy y Jorge Rodríguez y el Ministro de la Defensa, el General Vladimir Padrino. Una “medalla de honor” reiteró el presidente venezolano.

El objetivo es Maduro, pero Maduro no es un solo hombre al mando, es “un proceso: un proceso de independencia que comenzó con Bolívar”, dijo Arreaza. Un proceso que no se basa en los falsos soberanismos que circulan en Europa y que ponen a competir entre sí a los últimos de la cadena. Un desafío que ha concientizado y dignificado a los más oprimidos, a “los últimos”, organizándolos en un nuevo bloque social anticapitalista, y que de esta manera retoma y actualiza el antiguo mensaje del movimiento obrero: “Trabajadores de todo el mundo, uníos”.

Geraldina Colotti

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