Con diez portaviones, China superará a la flota de EE.UU.

La historia de los portaviones chinos se va conociendo por cuentagotas. El primero fue el Varyag, de la ‘clase Almirante Kuznetsov’ de la época soviética (rebautizado Liaoning), comprado a un precio de chatarra: apenas 20 millones de dólares.

En 1998 el consorcio chino Chong Lot Travel Agency aseguró que lo usaría como un complejo de casinos flotante, prometiendo que no se emplearía para propósitos militares.

En setiembre de 2012, más de una década después de su compra, la Marina china lo estrenó como su primer portaviones destinado a patrullar el disputado Mar del Sur de China. De inmediato se supo que habría un segundo portaviones, el Type 001, recientemente botado por el astillero de Dalian. Poco después comenzó a hablarse de un tercero, que aún está en construcción.

El diario oficialista Global Times publicó a comienzos de mayo un extenso reportaje en el cual el experto naval Li Jie asegura que “la Marina del Ejército Popular de Liberación (PLAN) tendrá más de tres [portaviones] en el futuro”. En el mismo reportaje, el portavoz del Ministerio de Defensa, Yang Yujun, dijo que “debemos tener cinco o seis portaviones. Nos tomará entre 20 y 30 años desplegarlos y ser capaces de llevar a cabo operaciones en grupo”.

El tercer portaviones tendrá catapultas de aviones y será más parecido a los estadounidenses que a los rusos, con lo cual China dominará las dos tecnologías. Las catapultas permiten lanzar aeronaves más pesadas de modo más veloz. Pero será convencional, ya que la aplicación de energía nuclear a los portaviones “implica por lo menos 15 años de investigaciones”, según Global Times.

Recién el cuarto portaviones chino contará con propulsión nuclear y con un sistema electromagnético de lanzamiento (EMALS por sus siglas en inglés) y un sistema de detención (AAG) que, según los expertos chinos, son “más avanzados” que los que utiliza el USS Gerald Ford, el más moderno portaviones estadounidense.

El problema con este tipo de embarcaciones, además de su elevado costo de construcción (12.000 millones de dólares) y funcionamiento (un millón de dólares diarios), es que cada cierto tiempo necesitan entrar en dique para mantenimiento, lo que las vuelve inoperativas durante largas temporadas.

Pero el punto central es que China no se detendrá en la construcción de esas naves. “La vida útil de un portaviones es de unos 50 años, y si mantenemos el ritmo de construir uno cada cinco años, podemos producir 10 en un ciclo completo”, reflexiona un especialista para Gobal Times. Ese parece ser el horizonte de la Armada china.

Lo curioso es el modo casi ‘casual’ en que las autoridades de Pekín van dejando caer sus intenciones. Recordemos que se trata de un informe en un periódico oficialista, lo que supone que los datos no deben pasar desapercibidos ni para los lectores ni para el Gobierno.

Un hecho adicional es la enorme diferencia entre la industria china y la de EEUU: la construcción del portaviones Gerald Ford demandó 12 años, más del doble del tiempo que le demanda a la Armada china la construcción de sus portaviones.

En el mismo informe, el medio chino destaca que en 2020 la Marina sobrepasará los 272 barcos y submarinos de guerra que tiene actualmente EEUU. En 1998, la Marina de Guerra estadounidense superaba las 350 unidades para descender hasta las actuales 272 naves, en apenas dos décadas. El especialista Jerry Hendrix, del Center for a New American Security, sostiene en The National Interest que esas 350 naves son la cantidad idónea para “mantener presencia en las 18 regiones marítimas donde EEUU tiene intereses nacionales críticos”.

Según el experto estadounidense, la utilidad de los portaviones está en discusión ya que varios países, desde China y Rusia hasta Irán, están desarrollando misiles capaces de destruir navíos, “en un esfuerzo por volver a imponer los estrictos territorios navales que existieron en las décadas previas a la caída de la Unión Soviética”. En todo caso, ya no podrán ser “la columna vertebral” de la presencia marítima de EEUU como lo fueron desde 1945.

El problema de fondo, estima Hendrix —capitán retirado de la Marina—, es que para alcanzar una flota de 350 barcos de guerra, incluyendo 12 portaviones, como propone Trump, el país debería revertir una historia de tres décadas de decadencia industrial.

“Años de declive durante los Gobiernos de Clinton, Bush y Obama han causado estragos en el sector de la construcción naval”.

Las empresas del sector se han reducido o han jubilado a los trabajadores calificados. De modo que “pasar de construir dos submarinos de la clase Virginia por año a cuatro no sería tan sencillo como destinar más dinero a la construcción de naves”, sostiene. Para cambiar el rumbo de forma tan radical, sería necesaria una nación unificada y un Congreso sin fisuras que apueste a largo plazo en la construcción naval. Algo imposible en el EEUU de hoy.

Hay una diferencia esencial entre la estrategia marítima de EEUU y la de los países ’emergentes’ como China. No es lo mismo desplegar naves de guerra para dominar el planeta, lo que obliga a la Armada a extenderse en todos los rincones del globo, a una estrategia basada en la defensa de sus fronteras y del comercio con naciones amigas.

Solo los países que luchan por defenderse, como lo demuestran las dos guerras mundiales y otros tantos conflictos bélicos, pueden cohesionar la nación con suficiente fuerza como para desplegar todas las energías que albergan sus pueblos. La guerra de Vietnam, la primera perdida por el que se proclamaba el Ejército más poderoso del planeta, es la mejor enseñanza en ese sentido.

Grant Newsham, oficial retirado de la Marina e investigador en el Japan Forum for Strategic Studies, sostiene que “quizá por haber sido un poder dominante durante largo tiempo, los líderes estadounidenses parecen tan confiados de ganar en tiempos de guerra que son miopes acerca de lo que sucede durante la paz”.

Newsham se refiere a que China “ha ganado el control de facto del Mar de China Meridional y amenaza con hacer lo mismo en el Mar de China Oriental, se ha instalado tranquilamente en las islas del Pacífico Sur y se está moviendo hacia el océano Índico.

Raúl Zibechi

Raúl Zibechi: Periodista e investigador uruguayo, especialista en movimientos sociales, escribe para Brecha de Uruguay, Gara del País Vasco y La Jornada de México.

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