COVID-19: La vacuna contra el pánico y otras agendas

El coronavirus ha visualizado uno de los rasgos más latentes de la sociedad del siglo XXI, el pánico, que funciona como un mecanismo pedagógico que el propio capitalismo provoca para legitimar socialmente cambios estructurales, que refuercen el statu quo a nivel global.

Estos eventos ya se habían venido experimentando gradualmente con la aparición en el 2009 de la influenza humana H1N1 o el brote del Ébola en África occidental en el 2014. Sin embargo, no alcanzaron las dimensiones sanitarias, mediáticas y políticas necesarias que obligaran a un paro global de las actividades económicas. Así mismo, la humanidad desde el inicio del siglo, ya había normalizado el trauma de la guerra en Afganistán, Irak, Libia y Siria, bajo el pretexto de la “guerra global contra el terrorismo” que desbastaron en gran parte a esas naciones y que justificaron la invasión militar de EEUU y la OTAN.

El temor de una tercera guerra mundial parecía ser el próximo trauma al que la humanidad se enfrentaría en este primer cuarto de siglo, idea que se avivó con el asesinato del general iraní  Qasem Soleimani, el 08 de enero del año 2020 en Bagdad, acontecimiento que tensó al mundo entero por la osadía del presidente Trump de dar la orden, como una clara señal que la diplomacia es un obstáculo cuando la guerra es más rentable, evidencias que se reflejaron en el 2015 con el desconocimiento del histórico pacto nuclear entre Irán y las seis grandes potencias (EE.UU. Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania).

El magnicidio repuntó en todos los titulares de la prensa internacional, que anunciaban los tambores de la guerra, el morbo bélico-mediático estalló en las redes sociales. Sin embargo, el pánico se desató por la parte menos esperada, la salud pública como elemento de primer orden de todas las sociedades del mundo. La propagación del pánico colectivo como mecanismo de control sienta las bases de una nueva política de bio-seguridad y legitimación del rol no solo de los estados, sino de los organismos internacionales como la OPS/OMS.

“Noticias falsas” (‘Fake News’) sobre coronavirus, a la orden del día

Con la aparición del Covid-19, de manera simultánea también se difundía el discurso de la Organización Mundial de la Salud advirtiendo a los estados el protocolo a seguir, que obligaba el cierre de aeropuertos, cuarentenas obligatorias, y la reducción de las actividades económicas, medidas que muchos gobiernos del mundo siguieron al pie de la letra e impusieron estados policíacos. Acciones que escasamente han sido rechazadas por considerarse justificadas por el “interés común”.

La OMS sistemáticamente está emitiendo mensajes que dejan más incertidumbres que certezas, y ha catalogado el virus como letal, por ejemplo, ha advertido que “Sabemos que el COVID-19 se propaga rápidamente y sabemos que es letal: 10 veces más que el virus responsable de la pandemia de la gripe de 2009″. En otras de sus comunicaciones el organismo ha advertido que puede que el virus no se vaya nunca. Al mismo tiempo que diversos centros de investigación y reconocidos científicos han puesto en duda los datos e inconsistencias en las estimaciones y datos de la propagación del virus publicado por la OMS.

La pandemia, ha modificado la cotidianidad de sociedades enteras, e incluso los propios lazos afectivos, ha dejado a millones en el desempleos, miles de empresas en bancarrota, afectaciones psicosociales y una profundización de la deuda pública con los organismos financieros internacionales. Al mismo tiempo se ha generado un enorme volumen de noticias falsas que han provocado un creciente pánico colectivo generando dificultades para el manejo de la emergencia.

El rol de los medios de comunicación en el contexto de la pandemia ha producido alteraciones en las subjetividades colectivas, hasta el punto de asociar todos los procesos patológicos al Covid-19. El juego psico-estadísticos sobre los contagios y las víctimas mortales del coronavirus ha sido una plataforma mediática que los distintos grupos de poder y corporaciones mediáticas, han utilizado para generar matrices de opinión pública, a favor o en contra de las medidas que los estados han implementado para manejar la situación.

En el caso de Nicaragua, los grupos de oposición al gobierno han ejecutado una propaganda mediática en la que se critica la gestión gubernamental por no, según ellos, establecer medidas estrictas como la cuarentena obligatoria y el cierre total de las fronteras, sobreponiendo sus intereses particulares por encima de los sectores sociales más vulnerables que se verían claramente afectados por estas medidas, en donde, al mismo tiempo existe una circulación y propagación de noticias falsas que causan alarma y desinformación en la ciudadanía.

En Nicaragua, la oposición critica la gestión del gobierno por, supuestamente, no adoptar “medidas estricas”

Sin lugar a dudas lo que la humanidad espera en el menor tiempo posible es una vacuna contra el virus, todos los días nos levantamos para saber cómo transcurre el mundo, sin embargo, más allá de lo puramente cotidiano hay una lucha geopolítica entre las propias potencias económicas, principalmente entre China y Estados Unidos, desatando una acelerada guerra científica. El propio director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus señalaba que: “la primera vacuna puede estar lista en 18 meses, así que por ahora debemos prepararnos para usar las armas que tenemos al alcance en la lucha contra este virus”.

En esta guerra científica, China podría estar buscando una ventaja geopolítica y ampliar su influencia en América Latina y África, y coincide con la participación virtual del presidente Xi Jinping en la Asamblea Mundial de la Salud, donde anunció haber destinado dos mil millones de dólares en respuesta global de la pandemia, en tanto que, Donald Trump el pasado 14 de abril de 2020 anunció la suspensión temporal de los fondos a la OMS por considerarla cómplice de China en el manejo de la pandemia. En una reciente carta de Trump enviada al director general de la OMS le expresa que: “Está claro que los repetidos errores de usted y su organización al responder a la pandemia han sido extremadamente costosos para el mundo. El único camino a seguir para la Organización Mundial de la Salud es si realmente puede demostrar independencia de China.

La urgencia de Donald Trump de encontrar una vacuna antes que finalice el año, responde a la necesidad de reorientar su campaña electoral que ha sido interceptada por la pandemia y el manejo que le ha dado a nivel nacional.

Los efectos de esta crisis sanitaria no solo repercuten en el ámbito estrictamente biológico, sino que impone nuevas agendas políticas a nivel global, la propagación del pánico colectivo ha sido una campaña de los grupos de poder para imponer una guerra psicológica en la población. La vacuna contra el pánico también posee un carácter de urgencia y es necesaria para que los ciudadanos del mundo puedan desarrollar la capacidad de resiliencias sociales y mediática para enfrentar no solo estos cambios repentinos del Covid-19, sino de sus consecuencias indirectas que serán más complejas y prolongadas. El desempleo, el aumento de la pobreza, el aumento de la violencia, el padecimiento del hambre y las rupturas emocionales causadas por el trato atípico a las víctimas mortales. Dicho esto, queda claro que además de una vacuna contra el virus la humanidad necesita una vacuna contra el pánico para evitar que este sea un recurso del que se apropien y aprovechen los que persiguen intereses corporativos, como las grandes industrias tecnològicas, económicas y políticas.   

Jonathan Flores

Jonathan Flores: Docente e investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Miembro colaborador del Centro de Estudios del Desarrollo Miguel d’Escoto Brockmann.

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