Cuba en Naciones Unidas

Se cumplen 128 años de la carta que José Martí, en víspera de su caída en combate, ocurrida el 19 de mayo de 1895, enviara a su amigo Manuel Marceado.

En aquella histórica misiva, el Apóstol decía: “Vivo en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo fuerzas con qué realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos; y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”

Y es que esta emblemática figura, precursora de la Independencia de Cuba, era consciente del naciente imperio del Norte y de sus afanes expansionistas.  Probablemente, conocía también que ya en 1825 el Ministro de los Estados Unidos en España había declarado, aludiendo  a la posible independencia de Cuba con relación aa España:, que “su país no puede consentir cambio alguno en la situación política de Cuba  que no sea aquella que la coloque bajo la jurisdicción de los Estados Unidos”   

Ya en 1808. Jefferson encargó al general Wilkinson “negociar” con España la posibilidad de comprarle Cuba, el territorio completo y todos sus habitantes, para anexarla al país de barras y estrellas.

Por eso, cuando 90 años después, Estados Unidos y España suscriben el Tratado de París para poner fin a la guerra sostenida en la región, abordaron el tema: Estrados Unidos tendría el control sobre Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las Islas Guam; y aunque formalmente se admitía la Independencia de Cuba, se aseguraba también que la bandera que se izase sobre La Habana, fuese la estadounidense,, y no la cubana.

Era un  escenario ya conocido. En él, a fines del siglo XIX John Quincy Adams,  prominente Secretario de Estado USA, consideró a la Mayor de las Antillas como una manzana desligada por un temporal de su árbol nativo y dijo: “Cuba, desligada por la fuerza de su conexión anti natural con España,    e incapaz     de  auto sostenerse, sólo   puede  gravita hacia la Unión  Norteamericana la cual,   por las leyes  de la naturaleza no puede rechazarla de su seno” .

No fue entonces a partir de 1959, con la victoria de la guerrilla de Sierra Maestra, que la administración de los Estados Unidos miró a Cuba con el recelo y la voracidad que hoy se acrecienta. Fue de siempre. Y su apetito creció con el tiempo y el incremento del Poder del Imperio, que pudo hacer de las suyas muchos años  en todas las áreas del planeta.

En los últimos años, y con relación a Cuba, el afán de dominio se ha vuelto manifiesto en la política de la Casa Blanca. Y es que, Washington, considera que la imponente isla es una suerte de ventana que mira hacia el Caribe, una estratégica región del mundo.

Eso explica la obcecada concepción de los gobernantes de USA que no encuentran forma de doblegar y someter a Cuba. No toleran verla fuera de sus dominios. Y es que ven a ese escenario como un objetivo económico y financiero, como un lugar de diversión y turismo para los altos funcionarios de las grandes corporaciones. Un poco, como lo fuera en los años de Machado y de Batista; un lupanar de lujo.

A comienzo de los sesenta, y luego de fracasar en diversas modalidades de presión sobre los nuevos gobernantes de La Habana, la Casa Blanca ideo una nueva estrategia. En ella, combinó dos elementos: el ataque armado y el castigo económico.

Para los primero, usó Playa Girón, la crisis de los Misiles, la actividad sediciosa y el terrorismo constante. Para lo segundo, el bloqueo, que lleva ya más de seis décadas y que ha generado a Cuba pérdidas por billones de dólares y causado daños  ya muerte a decenas de miles de personas.

Como lo fundamentaran en su momento funcionarios norteamericanos, el asunto es minar al gobierno de Cuba para que la gente lo considere “incapaz” de resolver los problemas de su pueblo, y lo derribe. Lo intentaron por cierto desde un inicio, cuando comprendieron que allí había un inmenso apoyo al Gobierno Revolucionario. Hoy, hay quienes no están físicamente; les asombra entonces la resistencia de Cuba a su acoso

Para mantenerse erguida, Cuba cuenta con dos elementos claves y una sola política: el heroísmo de su pueblo, y la solidaridad mundial constante.  Y ciertamente, con la firmeza de su gobierno, que continúa el derrotero de los iniciadores del proceso cubano los héroes de 1868

Hace ya casi 25 años que Naciones Unidas aborda el tema de manera directa. Y cada año ha asumido por eso decisiones cardinales, condenando el bloqueo y conminando a los Estados Unidos a dejarlo sin efecto.

Cuando el 3  de noviembre la Asamblea General de la ONU vote una vez más la moción de rechazo al bloqueo y demande el fin del mismo, estos factores quedarán nuevamente en evidencia.

Y Cuba, que recientemente fue reelecta con la más alta votación para representar a América Latina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, obtendrá una nueva victoria.

Así se confirmará su resuelto camino a la sombra legendaria de Fidel y sus victoriosos compañeros.

Gustavo Espinoza M.

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