Desde las entrañas del imperio: El legado de William Blum

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El 9 de diciembre murió el autor William H. Blum, a la edad de 85 años por un problema en los riñones que lo afectaba desde hace tiempo. Las desdeñosas notas sobre su muerte en The New York Times y The Washington Post no le hacen justicia al personaje y su muerte simplemente no se puede pasar por alto. Blum perteneció a una generación de grandes críticos de la política exterior estadounidense, sus obras deberán ser estudiadas con cuidado para conocer la verdadera historia del imperialismo americano.

Blum trabajó para el Departamento de Estado de EE.UU. (DOS, institución encargada de la política exterior) en la década de 1960, pero como a muchos de su generación, el desencanto causado por la guerra de Vietnam lo hizo renunciar a su cargo como informático en 1967, para fundar el periódico alternativo Washington Free Press. En los siguientes años, continuaría su labor de investigación como periodista independiente en EE.UU., Europa y Latinoamérica, lo que lo llevaría a conocer de primera mano el gobierno de Salvador Allende en Chile y su traumático desenlace.

En 1995, Blum publicó Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II (Matar la esperanza: el ejército estadounidense y las intervenciones de la CIA desde la Segunda Guerra Mundial), para Noam Chomsky, «de lejos la mejor obra» que se ha escrito sobre este tema tan delicado.

En el libro habla del continuo adoctrinamiento sobre «la amenaza comunista» que llevaron a cabo el gobierno y los medios estadounidenses inmediatamente después de la Revolución Rusa de 1917, lo que serviría como la principal justificación para sus numerosas intervenciones.

Además, describe la ideología imperialista, en la que cualquier desviación de la política impuesta, que busque algún desarrollo nacional independiente, es vista como una enfermedad, de la misma manera en que el psicólogo Samuel A. Cartwright, en la Louisiana esclavista del s. XIX, describiría la «drapetomanía» como la enfermedad mental que le provocaba a los afroamericanos unas ganas incontrolables de buscar la libertad…

Los esclavos, se pensaba en ese entonces, debían estar contentos y agradecidos con sus amos, pues bajo su dominio reinaba la paz y el bienestar. Por supuesto, se espera que tengamos el mismo sentimiento hacia el intervencionismo imperialista. En ese sentido, los instigadores de estas ideas ‘revolucionarias’ son siempre vistos como desestabilizadores ‘externos’ y peligrosos, que tienen la intención expresa de dañar a la comunidad de la cual provienen.

Pero estas ideas no aparecen naturalmente: se necesita todo un aparato de propaganda, desinformación y censura para ganar no solo los corazones y mentes de los sometidos, sino también para mantener en una total ignorancia a la población de la nación imperialista, quienes no tienen conciencia de las intervenciones, pasadas o presentes, que lleva a cabo su gobierno.

En 1999, Blum recibió el premio Project Censored, por una de las historias censuradas el año anterior, «Punishing Saddam or the Iraqis [Castigar a Saddam o a los iraquíes]», en la Revista I.F., en donde hablaba de cómo EE.UU. le dio a Irak los medios para desarrollar armas químicas y biológicas en la década de 1980. Quizá un poco menos de censura nos hubiera librado del baño de sangre que significó la invasión de ese país en 2003, cuando se buscaban unas ya inexistentes armas de destrucción masiva.

Sin embargo, Blum saltó a la fama recién en enero de 2006 cuando se conoció un audio de Osama bin Laden, justo después de un fallido bombardeo por parte de la CIA en el poblado de Damadola, Pakistán, en donde buscaban a Ayman al-Zawahiri, segundo al mando de al-Qaeda, una operación que tuvo como saldo 18 habitantes del poblado asesinados.

En el audio, Osama bin Laden advertía que la organización planeaba otros ataques contra EE.UU. y leyó un extracto del libro de Blum, Rogue State: A Guide to the World’s Only Superpower (Estado canalla: guía sobre la única superpotencia del mundo), el cual recomendaba leer. Reproducimos a continuación ese fragmento del libro:

«Si yo fuera presidente, podría detener los atentados terroristas contra Estados Unidos en unos pocos días. Para siempre. Primero, pediría perdón públicamente y con sinceridad, a todas las viudas y huérfanos, a los empobrecidos y a los torturados, a los millones de víctimas del imperialismo estadounidense.

«Anunciaría el fin de las intervenciones de los Estados Unidos alrededor del mundo, incluyendo los terribles bombardeos. Informaría que Israel ya no es el estado número 51 de la Unión Americana, sino que, de ahora en adelante (por extraño que parezca), se le consideraría un país extranjero.

«Entonces, reduciría el presupuesto militar al menos en un 90% y usaría ese dinero para pagar indemnizaciones a las víctimas y reparar el daño provocado por los numerosos bombardeos e invasiones de EE.UU. Habría dinero más que suficiente. ¿Sabe a cuánto equivale el presupuesto militar anual de los Estados Unidos? Solo un año es igual a más de 20 mil dólares por hora desde que nació Jesucristo. Esto es lo que haría en mis tres primeros días en la Casa Blanca. En el cuarto día, sería asesinado».

Para quien no conozca al autor y quiera tener un primer acercamiento, recomiendo ampliamente la entrevista para el programa The Other Side, de Golden Rock Films (en inglés). Queda también su blog, ‘The Anti-Empire Report’, que escribió desde 2003 hasta septiembre de este año.

«Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha intentado derrocar a más de 50 gobiernos, ha bombardeado más de 30 países, ha intentado asesinar a más de 50 líderes extranjeros y ha interferido flagrantemente en las elecciones democráticas de, al menos, 30 países», afirmaba Blum en su última aparición pública, en junio de este año, en un evento organizado por la revista Covert Action.

Su legado no debe ser olvidado, a riesgo de que volvamos a repetir los mismos errores ideológicos. Descanse en paz.

Carlos F. Diez Sánchez

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