EE.UU. y Trump, el deslumbramiento de Bolsonaro

Cuando el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, apriete hoy en Washington la mano de Donald Trump, descartará que siete de cada 10 de sus coterráneos rechazan la política exterior de su Gobierno, servil a los intereses de Estados Unidos.

Expertos en diplomacia aseguran que su determinación de priorizar este viaje a la potencia norteña, como jefe de Estado, desmembró de porrazo la tradición de los electos mandatarios brasileños de realizar su primera visita oficial a Argentina.

Para la consultora Eurasia Group, ‘la decisión de visitar primero Estados Unidos está llena de simbolismo’.

A las claras, Bolsonaro cumplió uno de sus sueños y llegó en la tarde del domingo a la capital norteamericana para este martes ‘admirar y conversar’ con Trump, en un gesto que, según algunos detractores, denota una condición extrema de obediencia, aún poniendo en peligro su conducta moral y la ética.

Los dos gobernantes tienen parecidas personalidades y coinciden en muchas formas de abordar la política y sus estrategias comunicacionales.

Recordar que a Bolsonaro se le conoce como ‘el Trump tropical’ por su retórica impulsiva y abuso de las redes sociales en menoscabo de la prensa tradicional.

Más allá de la agenda conservadora de su Ejecutivo, preocupa la excesiva adulación del exmilitar brasileño a Estados Unidos y a su presidente.

Teniendo en cuenta su desmedida atracción por el gobernante norteamericano muchos coinciden en expresar: ‘Bolsonaro no tiene un proyecto para su país, pero si un patrón: Trump’.

Desde que llegó al poder el 1 de enero, el político de extrema derecha dio un giro radical a la diplomacia brasileña, tradicionalmente distante de los grandes poderes mundiales, y con pasaporte de subordinación se subió al carro que conduce a su antojo la Casa Blanca, de acuerdo con comentaristas.

Críticos sustentan que los aliados del excapitán del Ejército no solo son un grupo político, sino también un movimiento conservador, el cual se presenta como ‘ruptura de una política progresista’ que, según invocan, subvirtió valores morales y la conducción de las políticas públicas en Brasil en las últimas décadas.

Tras su arribo a Washington, Bolsonaro dialogó con los llamados formadores de opinión (ideólogos de la extrema derecha), dirigidos por Steve Bannon, el cuestionado exasesor de Trump, y el ensayista brasileño residente en Estados Unidos Olavo de Carvalho. También sostuvo contactos con empresarios.

En la jornada, el presidente brasileño visitó la sede de la CIA para debatir sobre crimen organizado y narcotráfico, así como de otros asuntos vitales para los cuerpos de seguridad nacionales.

Asistió de igual manera a la ceremonia en la cual los gobiernos de Estados Unidos y Brasil firmaron el Acuerdo de Salvaguardas Tecnológicas (AST) para el uso de la base de lanzamientos aeroespaciales de Alcántara, en el norteño estado brasileño de Maranhão.

El alquiler de esa instalación, lugar privilegiado para el lanzamiento de satélites, fue tentado en el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), pero resultó rechazado por el Congreso Nacional, por representar una amenaza a la soberanía de este gigante país sudamericano.

Otras voces en Brasilia impugnan nuevamente el suscrito convenio, al alegar que Alcántara representa el mejor lugar del mundo para colocar misiles y satélites en órbita, y Washington muestra mucho interés para utilizar la base con fines militares. Preocupa que la zona sea administrada por Estados Unidos.

El reconocido analista Joaquim de Carvalho insiste en que Bolsonaro llevó a Estados Unidos una agenda de traición a la patria, no de soberanía.

Menciona que uno de los asuntos que podría tratar con Trump es la Amazonia, que forma parte del territorio brasileño.

¿Por qué Bolsonaro llevará al líder de una potencia extranjera un asunto que cabría a Brasil resolver, soberanamente?, se pregunta De Carvalho.

La respuesta, él mismo otrora candidato del Partido Social Liberal (PSL) la dio durante la campaña electoral, cuando, en más de un encuentro, dijo: ‘la Amazonia no es territorio brasileño’.

Aparece en agenda que en horas de la mañana de este martes, Bolsonaro conversará con Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), y principal puntal de la injerencia golpista de Washington contra Venezuela.

Como era de esperar, el jefe de Estado sudamericano se alineó recientemente (supuestas ayudas humanitarias) con Trump en el intento de forzar un golpe en Caracas, mediante el quiebre de las Fuerzas Armadas y la postulación del autoproclamado presidente encargado Juan Guaidó. El tiro salió por la culata.

Finalmente el mandatario brasileño se reunirá con Trump al mediodía y habrá una conferencia de prensa antes de la cita privada entre ambos.

Bolsonaro viajó acompañado de seis ministros, entre ellos el canciller Ernesto Araújo; el titular de Economía, Paulo Guedes, y el de Justicia y Seguridad, Sergio Moro.

Después de concluir este martes su breve visita a Estados Unidos, el jefe de Estado visitante partirá a Chile, donde permanecerá del 21 al 23 de marzo y participará en un evento del denominado Prosur, una organización regional con la cual el Gobierno chileno pretende sustituir a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Pese a que el 66 por ciento de los brasileños discrepa con la idea de privilegiar a Estados Unidos en detrimento de la relación con los demás países, según encuestas recientes, Bolsonaro no descansará en hacer concesiones serviles al país de la bandera con las barras y las estrellas.

Osvaldo Cardosa Samón

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