México – El arduo camino a los Pinos

El intelectual Nemesio García Naranjo graficó el drama nacional de manera elocuente: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. El cuadro se puede completar con la imagen ignominiosa del 14 de septiembre de 1847 cuando el capitán Roberts izó la bandera estadounidense en el Palacio Nacional, hecho culminante de la vergonzosa invasión yanqui tras la cual México perdió la mitad de su territorio.

180 años después Donald Trump reedita ese dicho popular amenazando a su vecino con un muro de xenofobia; mientras que fronteras adentro el pacto espurio entre el PRI (es decir, el Estado), el narcotráfico, el empresariado y los monopolios mediáticos pretenden abortar el camino a Los Pinos (la residencia oficial del Presidente) que laboriosamente viene tejiendo el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), su líder Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la coalición que encabeza, Juntos Haremos Historia. Persiste en la memoria cuando en 1988 la ciudad de México sufrió un apagón eléctrico de proporciones cuando el candidato del opositor PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, encabezaba el recuento de votos. La luz regresó y con ella el priista Carlos Salinas de Gortari ganó las elecciones.

El presidente Enrique Peña Nieto sumió al país en uno de los peores ciclos de su historia. Desapariciones y asesinatos en masa, pobreza extendida, caída de la economía, corrupción sistemática y el crimen organizado, estatal y privado, haciéndose un festín ante la ausencia de justicia. La guerra sucia rompió el termostato de la podredumbre en un intento desesperado por torcer el vaticinio de todas las encuestas que pronostican la victoria de AMLO. Las elites -preocupadas por su única patria: el dinero- apuestan todo a que la maquinaria del fraude se encienda otra vez, ignorando deliberadamente la crisis social del país, el espiral de violencia e impunidad y la corrupción endémica.

El sexenio más violento de la historia mexicana trajo también el proceso electoral más cruento: 132 políticos (48 de ellos candidatos) han sido asesinados desde el 14 de diciembre de 2017, cuando comenzó la campaña. Se registraron un total de 543 ataques en todo el país y 179 dirigentes recibieron amenazas o intimidaciones.

Y si la clase política padece esta violencia, el pueblo es el destinatario principal del terror sistemático de los grupos que se disputan el poder envalentonados por un Estado incapaz de garantizar paz o justicia. La impunidad es ley. Hubo 8 mil homicidios en el primer trimestre de 2018 y el 2017 fue considerado el año más brutal de las últimas dos décadas.

Mariano Vázquez

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