El arte de ser un “oráculo” terriblemente equivocado

Aunque nunca alcanzó la notoriedad del sempiterno Henry Kissinger, él difunto Dr. Zbig (“Grand Chessboard» Brzezinski) fue por años el indiscutible oráculo de la política exterior de Estados Unidos. En compensación, Zbigniew Brzezinski (conocido como Dr. Zbig) se dedicó fanfarronear por haber dado a la URSS un “Vietnam” en Afganistán, y de paso internacionalizó las Jihad terrorista, con todas sus terribles consecuencias posteriores.

El nivel paranoico de su rusofobia llegó a alturas desconocidas, pero con el tiempo, de forma lenta pero segura, el gurú de la geopolítica occidental se vio obligado a revisar sus expectativas. Al final de sus días estaba realmente horrorizado porque sus temores se hicieran realidad. Las peores pesadillas de Mackinder estaban tomando cuerpo. Washington no se sólo no había sido capaz de evitar el surgimiento de un “competidor” en Eurasia, peor aún, ahora, el “competidor” tiene la forma de una Asociación Estratégica entre Rusia y China.

¿China no será una potencia global?

El Dr. Zbig no estaba exactamente versado en los asuntos chinos. Su errónea interpretación de China se puede encontrar en su libro, “Una geoestrategia para Eurasia” publicado en Foreign Affairs en 1997: “Aunque China está emergiendo como una potencia regional dominante, no es probable que se convierta en una potencia global durante mucho tiempo. La creencia convencional que China será la próxima potencia mundial está generando paranoia fuera de China mientras fomenta la megalomanía en esa nación. No es nada seguro que las explosivas tasas de crecimiento de China puedan mantenerse durante las próximas dos décadas. De hecho, el crecimiento continuo al ritmo actual requeriría una combinación inusualmente feliz de liderazgo nacional, tranquilidad política, disciplina social, altos ahorros, flujos masivos de inversión extranjera y estabilidad regional. Es poco probable que se produzca una combinación prolongada de todos estos factores”.

Más adelante el inconmovible Dr. Zbig insiste: “Incluso si China evita perturbaciones políticas y mantiene su crecimiento económico durante un cuarto de siglo China seguiría siendo un país relativamente pobre. Triplicar el PIB dejaría a China por debajo de la mayoría de las naciones en ingresos per cápita, y una parte significativa de su población seguiría siendo pobre. Su posición en el acceso a teléfonos, automóviles, computadoras, y otros los bienes de consumo, sería muy baja”.

Pobre, Dr. Zbig , China, no sólo alcanzó todos los objetivos que usted proclamó imposibles de alcanzar, sino que los chinos también eliminaron la pobreza en 2020

Al contrario del pavoneo de «experto occidental» el pequeño timonel Deng Xiaoping dijo con modestia, respecto de su nación: “en la actualidad, todavía somos una nación relativamente pobre. No podemos asumir muchas de nuestras obligaciones internacionalistas y proletarias, por lo que nuestras contribuciones siguen siendo pequeñas. Sin embargo, una vez que hayamos logrado las cuatro modernizaciones y la economía nacional se haya expandido, nuestras contribuciones a la humanidad, y especialmente al Tercer Mundo, serán mayores. Como país socialista, China siempre pertenecerá al Tercer Mundo y nunca buscará la hegemonía”.

Lo que Deng describió entonces como el Tercer Mundo –una terminología despectiva de la era de la Guerra Fría– es ahora el Sur Global. Y el Sur Global es esencialmente el Movimiento de los Países No Alineados (NAM) con esteroides, con en el espíritu de Bandung remezclado con el siglo euroasiático.

El Dr. Zbig, un frío belicista, obviamente no era un monje taoísta, por lo que nunca pudo abandonar su crecido yo. Si hubiera estado vivo para presenciar el amanecer del Año del Buey, podría haber notado cómo China está aplicando las lecciones de la cosmología taoísta: la vida como un sistema de opuestos, un sistema donde interactúan el cambio y la evolución y una sociedad que se mueve en ciclos y bucles de retroalimentación.

Un ejemplo práctico, de este enfoque dialéctico, es la nueva estrategia de desarrollo de «circulación dual» de Beijing; una estrategia dinámica, de cierre y apertura, de controles y equilibrios, de aumento del consumo interno y de crecimiento del comercio y de las inversiones externas (las Nuevas Rutas de la Seda).

¿Guerra para siempre?

Ahora pasemos a otro oráculo, Robert Kagan; neoconservador, belicista con diplomas, autodenominado “experto” en el «Gran Medio Oriente» y, esposo de Victoria Nuland, la creadora del “Maidán ucraniano” (que ahora está a punto de reingresar al gobierno con administración Biden-Harris).

Bueno, Robert Kagan está de regreso pontificando en Foreign Affairs. Ahí encontramos esta perla: “El hecho de que los estadounidenses se refieran a las implicaciones militares de relativamente bajo costo en Afganistán e Irak como «guerras para siempre» es solo el último ejemplo de su intolerancia por el complicado e interminable negocio de preservar una paz general y actuar para prevenir amenazas. En ambos casos, los estadounidenses tenían un pie fuera en el momento en que entraron a la guerra, lo que obstaculizó su capacidad para controlar situaciones difíciles.

Veamos de qué habla el sucesor del Dr. Zbig. ¿Las “guerras forever” –de varios billones de dólares- son de bajo costo realmente?, ¿Estas guerras interminables son absolutamente necesarias para preservar el «orden mundial liberal»? ¿Piensan así los estadounidenses que sufren de una infraestructura en ruinas y de una salud y una educación con estándares escandalosamente bajos?

“Preservar la paz general” ni siquiera alcanza como broma. Viene de alguien que no tiene ni idea de la realidad sobre el terreno. En cuanto a lo que la CIA define como “una sociedad civil vibrante en Afganistán”, es también un diagnóstico terriblemente fuera de la realidad. Cualquier turista que visite ese país se dará cuenta fácilmente que es una sociedad que vive con costumbres milenarias de origen tribal. Además, después de tanta “ayuda” estadounidense el PIB de Afganistán, es más bajo que el del pobre Yemen, bombardeado criminalmente por Arabia Saudita.

El año pasado se negoció en Doha una fecha límite del 1º de mayo para que Estados Unidos y la OTAN retiraran todas las tropas. Esto no va a ocurrir. Ya sabemos que el “exceptionalistan” estadounidense no abandonará Afganistán.

Quienes controlan el “Deep State” y Joe Biden no respetarán la fecha límite. Todos los que están familiarizados con el Nuevo Gran Juego en Eurasia saben por qué. Se debe mantener un “nenúfar estratégico” en la intersección de Asia Central y del Sur para monitorear de cerca la peor pesadilla de Brzezinski: la asociación estratégica Rusia-China.

Hoy Afganistán, todavía, está ocupado por 7.000 soldados de la OTAN, 2.500 oficiales del Pentágono y varios miles de «contratistas privados» (en realidad mercenarios). Y, a pesar de todo este increíble despliegue militar los talibanes controlan de facto entre el 52% y el 70% de todo el territorio.

Para ver, en detalle, cómo comenzó toda esta lamentable saga, los escépticos pueden consultar mis archivos en el diario Asia Times, “Forever Wars: Afganistán-Irak”. Allí encontrarán cómo las guerras interminables, de varios billones de dólares, se desarrollan criminalmente sobre el terreno, algo muy diferente a la narrativa imperial que promueve sin nada de vergüenza el “oráculo Kagan”.

Con oráculos como estos, Estados Unidos definitivamente no necesita enemigos.

Pepe Escobar

Pepe Escobar: Periodista brasileño del periódico Asia Times Online y de Al-Jazeera.  Es también autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War, (Nimble Books, 2007);  Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surgeObama does Globalistan (Nimble Books, 2009), Empire of Chaos (Nimble Books, 2014. Se le puede seguir también en inglés por Facebook y 2030.

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