El colonialismo se estrella con las mujeres mapuche

Dos décadas atrás Silvia Rivera Cusicanqui planteaba que el patriarcado es parte sustancial del colonialismo interno y que existe un paralelismo entre la dominación étnica y la de género. Siempre vivió su identidad femenina desde el interior histórico y político del colonialismo interno, y desde ese lugar pudo comprender, muy pronto, cómo las tres opresiones, indios, mujeres y clases subalternas*, se entrelazan sustentando al sistema-mundo capitalista.

El alcalde de Temuco (sur de Chile), importante ciudad en la región ancestral del pueblo mapuche, está promoviendo una escalada represiva contra las mujeres vendedoras de hortalizas, que muestra, sin el matiz, la persistencia del colonialismo interno y hasta dónde puede llegar la colonialidad del poder.

En el centro de la ciudad pueden escucharse bocinas que advierten a la población: ¡Cuide su bolsillo! Si es sorprendido comprando al comercio ambulante ilegal dentro de la zona de exclusión, carabineros podrá cursarle una multa que puede costar 140 mil pesos (200 dólares) (https://bit.ly/2OUWslz). Megáfono nazi, lo califica la página mapuexpress.org, uno de los medios más seguidos en la región.

El alcalde Miguel Becker, perteneciente a una familia de colonos que hicieron su fortuna gracias al genocidio del pueblo mapuche en la Pacificación de la Araucanía (1860-1883), declaró la guerra a las vendedoras de hortalizas hace un año. Fracasó porque siguieron vendiendo y los pobladores de Temuco les siguieron comprando, como pude apreciar en diciembre pasado en el entorno del Mercado Pinto, donde se multiplican cientos de puestos de verduras, frutas, carnes, legumbres y artesanías.

Mientras el gobierno de Sebastián Piñera distribuye ayudas a los grandes empresarios agrícolas y les reduce los impuestos, en las regiones mapuche los campesinos son expulsados de los mercados, como destaca un documento de la Comunidad de Historia Mapuche. La historia colonial republicana explica esta brutal asimetría.

La totalidad de ciudades ubicadas en el antiguo territorio mapuche fueron edificadas en la segunda mitad del siglo XIX. En tanto avanzaban las tropas chilenas que despojaron a la sociedad mapuche de su territorio, se iban fundando fuertes militares que posteriormente devinieron en las ciudades principales de la región (https://bit.ly/2YP3rRg). La fundación de Temuco se hizo sobre los cadáveres de 400 mapuches que resistieron, creciendo sobre un río de sangre mapuche.

La tradición de las vendedoras de hortalizas y frutas viene de la voluntad de sobrevivencia del pueblo mapuche, condenado a sobrevivir en pequeñas parcelas donde comenzaron a recuperarse de la invasión militar, hace apenas 140 años. Las ciudades actuales, herederas de los fuertes militares chilenos, pretenden seguir confinando a la población mapuche fuera de los muros, arrinconándolos en su propio territorio, aceptando en su interior sólo a los blancos.

La Comunidad de Historia Mapuche reflexiona lo que está sucediendo ahora: “Pero allí estamos, nos hemos filtrado, como verduleras, hortalizeras, pero también como profesoras, periodistas, obreros, médicos, en fin, hoy los mapuche estamos en Temuco y en otras urbes, y tenemos derecho a la ciudad, tenemos derecho a utilizarlas, e incluso a gobernarlas”.

Creo que este párrafo lo dice todo. Luego de la invasión militar y la ocupación de nuestro territorio, nos hemos recuperado, estamos de pie y ahora miramos más allá, hacia el autogobierno, hacia la reconstrucción de nuestra nación.

Por eso dicen los historiadores: traemos malas noticias para los poderosos, porque a pesar del colonialismo y el despojo, la sociedad mapuche sigue de pie, resistiendo en el cotidiano para sobrevivir y organizándose para proyectar.

Es esa proyección hacia delante, lo que inquieta a la clase dominante blanca que apela, en su intento por contener a todo un pueblo, a los crudos métodos del colonialismo. En esa misma región, a pocos kilómetros de Temuco, fue asesinado Camilo Catrillanca en noviembre de 2018, provocando una maciza reacción mapuche y un inédito apoyo de la población chilena con movilizaciones en 30 ciudades (https://bit.ly/33yzQdA).

Parece importante destacar que la reacción colonial/patriarcal del poder blanco ataca directamente a las mujeres, quizá porque creen que son el sector más débil del movimiento y porque son el sostén de la economía comunitaria. Pero se encontraron con que ellas son el espigón donde se estrellan las oleadas represivas.

Los de abajo debemos entender que el pueblo mapuche no está pidiendo nada, no suplica, ni siquiera levanta demandas. Está en otra etapa, como nos lo enseña el Manifiesto de Temucuicui de diciembre pasado, que reunió a todas las corrientes del movimiento. Su objetivo ahora consiste en fortalecer el ejercicio de recuperación y control territorial (goo.gl/8dN3gg). Territorio y autogobierno.

*Mujeres y estructuras de poder en los Andes, Controversia, La Paz, 1997.

Raúl Zibechi

Raúl Zibechi: Periodista e investigador uruguayo, especialista en movimientos sociales, escribe para Brecha de Uruguay, Gara del País Vasco y La Jornada de México.

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