El imperio tras el petróleo venezolano

Las declaraciones del expresidente estadounidenses Donald Trump sobre las intenciones de apoderarse, con el uso de cualquier argucia, del petróleo venezolano no es una noticia nueva pues esa ha sido la política ejercida por la Casa Blanca desde el triunfo de la Revolución Bolivariana en 1999, encabezada por su líder, Hugo Chávez Frías.

Trump, en un reciente discurso realizado el 10 de junio en el Estado de Carolina del Norte, afirmó: “Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos habríamos apoderado de ella y habríamos conseguido todo ese petróleo. Pero ahora se lo compramos a Venezuela, haciendo rico a un dictador”.

Las relaciones entre Caracas y Washington se tensaron desde que en 1999 Venezuela inició un camino político, económico y social independiente el cual no fue del agrado de Estados Unidos que siempre había mantenido un control casi total sobre esa nación latinoamericana.

De esa forma las medidas coercitivas contra la Revolución Bolivariana comenzaron con el presidente Bill Clinton, y las continuaron los siguientes mandatarios, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y el actual, Joe Biden.

Washington buscó el apoyo de varios países occidentales para defenestrar al mandatario Nicolás Maduro y el 20 de enero de 2019, tras autoproclamarse el derechista opositor Juan Guaidó “presidente interino” de Venezuela (con las orientaciones y apoyo tácito de la Casa Blanca) arreciaron las presiones de todo tipo contra Caracas.

Trump ordenó congelar los activos del Gobierno de Maduro en territorio estadounidense y prohibir cualquier transacción financiera con el país latinoamericano y debilitar la industria petrolera de esa nación, mientras recibía en el Congreso al fantoche Guaidó.

Ninguna de esas restrictivas políticas le dio resultado a Trump aunque aún las sigue Biden al pie de la letra.

Pero analicemos algunos datos históricos.  En 1943 la Standard Oil Co. de New Jersey decidió consolidartodos sus intereses en Venezuela en una sola empresa: la Creole Petroleum Corporation, fusionando en ella la Creole Petroleum Co., Standard Oil de Venezuela (ESSO) y Lago Petroleum Corporation.

En 1921 ya su subsidiaria Standard Oil Company of Venezuela (S.O.V.) inició sus actividades exploratorias. Entre 1922 y 1928, la S.O.V. realizó 42 perforaciones en el Lago de Maracaibo y el Oriente venezolano.

Creole Petroleum Corporation era una empresa petrolera privada, filial de la Standard Oil of New Jersey (actual ExxonMobil) y 95 % propiedad de ésta, que operó varios campos petroleros en Venezuela y hasta 1951 fue el primer productor de petróleo a nivel mundial.

Antes de la Revolución bolivariana el desarrollo de la industria petrolera estaba dirigido a favorecer los intereses de las grandes transnacionales las que depredaron los recursos naturales y deformaron el cuadro económico-social del país.

O sea, los intereses imperiales se sobrepusieron a los venezolanos para satisfacer las necesidades de expansión del Estado norteamericano y de esa forma surgió el modelo rentista petrolero, enemigo del desarrollo del país.

Así se estableció por casi 85 años un sistema capitalista profundamente atrasado, dependiente de la economía norteamericana, con un escaso desarrollo de las fuerzas productivas y con alto nivel de desigualdad económica y social.

Venezuela es el país con las mayores reservas probadas de crudo pesado del mundo, con 303 000 millones de barriles y posee además las mayores reservas de crudo liviano del hemisferio occidental,

Según el Boletín Estadístico Anual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sus reservas superan a países como Arabia Saudita (264 516 millones de barriles), Irán (151 170 millones de barriles) e Irak (143 000 millones de barriles).

Actualmente, todas las reservas de crudo y gas natural situadas en el territorio venezolano son propiedad de la República Bolivariana de Venezuela, estimadas por PDVSA y oficializadas por el Ministerio del Poder Popular de Petróleo.

Esa decisión soberana, como es lógico, ha irritado por casi 25 años a las compañías transnacionales y a los gobiernos estadounidenses que no han podido disponer y enriquecerse con esos yacimientos de hidrocarburo muy cercanos al territorio del decadente imperio.

La reciente afirmación de Trump echa por tierra todas las noticias falsas contra el proceso bolivariano que divulgan los representantes de la administración estadounidense y los medios de comunicación occidentales. La realidad, como significó el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, es que las más de 400 “sanciones” impuestas por Estados Unidos y sus aliados contra Caracas “no es por el tema de los derechos humanos, de la democracia, o de la dictadura que había”, sino de “apoderarse de las riquezas petroleras del país”.

Hedelberto López Blanch

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