El uranio natural sí es energía limpia

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La información que circula con respecto al peligro que supuestamente representa la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde es falsa. Pero no es la primera vez que se difunden datos imprecisos sobre la utilidad y seguridad de la nucleoeléctrica. Sin embargo, hoy es diferente. Tal vez pretenden seguir la misma fórmula que se siguió con las refinerías y otros activos de Petróleos Mexicanos (Pemex): intentar chatarrizar primero verbalmente, y después en físico, para justificar la puesta en práctica de la reforma energética de los gobiernos neoliberales.

Por supuesto, ninguna autoridad del gobierno actual pretendería llevar a cabo la fórmula antes expuesta. Tendrían que actuar en otro escenario donde un régimen a favor de la privatización de Pemex y en contra de la Cuarta Transformación estuviera al frente de un próximo gobierno.

Por eso, la oligarquía se adelanta, se ufana en informar algo sin fundamentos. Y poco a poco busca desorientar a la población, aumentar el miedo que todavía prevalece, precisamente por la desinformación, y lograr, si triunfan, el cierre de ambas unidades de la nucleoeléctrica y, probablemente, más adelante, retomar la nuclear como una fuente de energía, pero encareciéndola, es decir, convirtiéndola en un negocio privado.

Asimismo, no sólo en este espacio de La Jornada se han manifestado criterios a favor de la energía nuclear, que coinciden con la posición que hemos manifestado en otros artículos donde expresamos que ésta es nuestra oportunidad para contar con este tipo de fuentes de energía y que es de utilidad comprobada para la generación de electricidad.

La Central Nucleoeléctrica Laguna Verde, ubicada en el municipio de Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, en Veracruz, está proporcionando más de 2 por ciento de la electricidad que demanda la nación. Reiteramos que su eficiencia ya ha sido probada, además de su seguridad operativa, es un hecho que tiene una alta capacidad, por esa razón es funcional y segura.

Debe procurarse que las siguientes generaciones de instalaciones termonucleares tengan el avance tecnológico necesario para que no se presenten los problemas actuales, como la dependencia de abasto de uranio por parte de Estados Unidos. Dependemos de su voluntad comercial para la producción de la cantidad actual de kilowats.

No olvidemos que contamos con el uranio natural suficiente en varias entidades de la República, incluso para abastecer a otras posibles centrales termoeléctricas. La posibilidad de construir otras centrales es posible en la medida en que se procesen en México las toneladas extraídas necesarias.

Estamos exigiendo mayor participación de fuentes de energías más limpias, sin embargo, se insiste en enrarecer la información acerca de todo lo que tiene que ver con el uranio y la industria que este elemento genera.

Con la reciente disputa por la suspensión de la producción de uranio enriquecido se exaltaron los ánimos políticos por las acusaciones de unos países contra otros. Estados Unidos acusa a Irán de continuar con su proyecto atómico, mientras Abbas Araghchi, viceministro de Relaciones Exteriores de ese país, rechaza –hasta hoy– la posibilidad de reunirse con Estados Unidos para convenir en un regreso al acuerdo nuclear por la paz, firmado en 2015, y de esa forma, cumplir con los límites de producción nuclear por parte de Irán.

Pero, Washington continuaría con la producción de uranio enriquecido, prácticamente sin ninguna limitación. El regreso de esta nación, ahora con Biden al frente, condiciona unilateralmente la producción de esta fuente de energía, pues mientras Irán se limita, Estados Unidos continúa vendiendo su producto.

En diversos medios de información, se reconoce que el uranio natural es una fuente de energía que siendo bien manejada con todas las normas de seguridad es apta para proporcionar electricidad a bajo costo y de forma más limpia.

Otra de las características a favor de la depuración ambiental, es que la energía nuclear contribuye a la amortiguación de las emisiones del anhídrido de carbono (CO2), producidas por la combustión de hidrocarburos.

Por tanto, la utilización del uranio natural es más benéfica que perjudicial. Lamentamos que se insista en negar la posibilidad de aumentar las fuentes de energías limpias.

Antonio Gershenson

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