En punto muerto próximo gobierno en El Líbano

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A punto muerto volvió hoy el proceso de instalación de un próximo Gobierno en El Líbano, con la retirada de Mohammad Safadi como candidato a primer ministro, cargo desde el cual se organiza el Ejecutivo.

Un hálito de esperanza surgió cuando las tres principales fuerzas políticas del Parlamento, Corriente Patriótica Libre, Hizbulah y Amal, coincidieron en que esa propuesta era la idónea para sustituir al renunciante Saad Hariri.

Empero, las manifestaciones antigubernamentales lo consideraban integrante de la misma elite corrupta a la que salieron a condenar desde el 17 de octubre último.

Y desde que se conoció esa fórmula, centenares de personas se concentraron en la residencia del candidato para expresar su rechazo.

El canciller en funciones, Gebran Bassil, opinó que Safadi poseía cualidades para asumir el puesto por su experiencia como exministro y diputado e incluso sin historial conocido de corrupción.

Sin embargo, las multitudes no perdonaron que formó parte del equipo del exprimer ministro Fouad Siniora, ahora en medio de un proceso judicial por presunto robo del erario durante su mandato.

Al verse rechazado, Safadi que, en un principio aceptó la oferta, notificó que abandonaba su candidatura.

De tal manera que El Líbano se vuelve a hundir en la crisis política y económica más profunda desde el final de la guerra civil de 1975 a 1990.

‘Ahora estamos de vuelta al punto de partida’, según una fuente citada por el periódico The Daily Star, que agregó, el fracaso de ese intento agudiza la crisis y la prolonga.

Corriente Patriótica Libre, Hizbulah y Amal se oponen al concepto del primer ministro interino, Saad Hariri, de formar un gobierno tecnocrático, aunque este último estuvo de acuerdo con la candidatura de Safadi.

Hizbulah estima esa propuesta una maniobra para apartarlo del Ejecutivo como pretenden fuerzas externas que tratan de imponer su agenda dentro de las protestas masivas antigubernamentales.

A un mes del estallido popular contra la elite política, las multitudes no merman en sus demandas de cambiar lo que hasta ahora consideran responsable de las deterioradas condiciones de vida en el país.

Las concentraciones van contra el sistema sectario y su derivado, el clientelismo político, por cuyos métodos de dominación se ha hecho común la corrupción, la venalidad y el saqueo de los fondos públicos. Ese movimiento masivo de rechazo a quienes se enriquecieron, adolece de una dirección única que lo conduzca a sus objetivos y aunque las protestas sean multitudinarias, llegará un momento en que mermará por fatiga.

Encontrar una solución no aparece en lo inmediato, pese a lo urgente de revertir una situación que lleva al país a la bancarrota y al colapso, según opinan todas las partes.

El entramado político religioso sobre el cual se basa el Estado, impone reglas que solo con un abandono total de ellas, será posible crear condiciones para desarrollar un nuevo Líbano, la aspiración de la mayoría de los manifestantes.

Armando Reyes Calderín

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