Esperanza y responsabilidad en Estados Unidos: Aquí como allá

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El video del asesinato de George Floyd es devastador, y no sólo por quien puso la rodilla en su cuello. También por los policías parados cerca de su cabeza, que no intervienen cuando Floyd repite que no puede respirar, ni cuando se desvanece.

Soy una mujer blanca estadounidense, hace 19 años abandoné EE.UU. Emigré a Argentina con mi entonces compañero, quien es del sur del conurbano bonaerense, y nuestro hijo. Sí, llegamos en el 2001. Todos los días agradezco estar aquí.

Desde lejos, escucho en EE.UU. desgaste, miedo, cansancio, la energía que da participar en las protestas, y las intervenciones o momentos que más alientan a cada une. También veo señales de esperanza. Las protestas que gritan Nunca Más han visibilizado que no se trata sólo de algunos policías malos sino de una institución racista y un problema estructural, y ya se han articulado demandas claras y concretas de reformas para eliminar la violencia policial. Las protestas también visibilizaron un sistema de supremacía blanca que beneficia todos los días a las personas con piel blanca a costa del sufrimiento de las personas con piel negra o marrón. Se expresa en todos los aspectos de sus vidas—vivienda, educación, salud, empleo, recreación. Se viralizó un testimonio de Shola Roberts , hombre afroamericano, que nunca pasea su perro sin una de sus hijas pequeñas de la mano para no parecer amenazante. Una amiga mía negra e indígena compartió que el marido negro de una amiga suya blanca murió de un infarto mientras les paramédiques cuestionaban por qué había un hombre negro en su cama.

Esta amiga dijo, “Muches de nosotres hemos llevado la antorcha [de esta lucha] tanto tiempo que estamos sufriendo quemaduras severas, aún letales.” Si algo nos ha enseñado el feminismo, es que además de un movimiento con la fuerza de levantar reclamos, es importante también un esfuerzo activo de quienes portan privilegios y reconocen su ubicación en el sistema de opresión. En EE.UU., poco a poco más personas blancas parecen entender que no es suficiente no ser racista (de hecho, está comprobado científicamente que dados nuestros sesgos inconscientes es imposible no serlo), sino que nos toca activamente deconstruir ese sistema y construir otro de justicia racial. Nuestro silencio es complicidad. Nuestra inacción también.

Otras posibles señales de esperanza: Les manifestantes no se dejan intimidar por las amenazas de su Presidente. Policías blancos se arrodillan junto con manifestantes en muchísimas partes, inimaginable pocos días atrás. Una cantidad importante de personas blancas se suman con carteles que dicen “No puedo respirar”. Los 4 policías fueron procesados a 9 días del asesinato de Floyd. Todes saben que si el juicio no produce condenas efectivas, el país se seguirá incendiando. Además de las voces afroamericanas, se escuchan algunas voces blancas afirmando que ese terror racial no es nuevo, sino que existe desde que llegó el primer esclavo a territorio yanqui hace 400 años.

Pero es solo el comienzo. Una parte importante de la solución es que las personas blancas accionemos de manera sostenida para desmantelar el sistema, con todo lo que eso implica, con fuerza, escucha y humildad, poniendo en el centro las voces y los liderazgos de las personas de piel negra y marrón. Implica insistir en la implementación de políticas públicas e ir mucho más allá de ellas. Está circulando una poderosa lista de 75 cosas que pueden hacer las personas blancas para combatir el racismo que incluye actividades con niñes hasta formas de educar a nuestres pares, y muchísimo más.

En Argentina también hay un sistema de opresión y violencia de clase, de género y racismo. Es distinto pero no menos letal. Aquí la expectativa de vida de las mujeres trans es de 35 años. Todes lloramos la muerte de Ramona Medina. Sabemos de la tremenda realidad de las comunidades indígenas, que matan a pibes villeros sólo por existir, y a las mujeres también. Reconozcamos que las personas privilegiadas debemos ponernos activamente a desmantelar este sistema, con todo lo que implica, también respetando las voces y los liderazgos de las personas más afectadas. ¿Qué pasaría si juntes elaboramos la lista de 50, 75 o 100 cosas que podemos hacer en Argentina para combatir la desigualdad? ¿Qué cosas tendría esa lista?

Martha Farmelo

Martha Farmelo: Consultora independiente en fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil . Docente del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis.

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