¿Está la CIA detrás del terrorismo global?

“El P2OG, una organización de supuesto “contraterrorismo” compuesta por alrededor de cien efectivos y con un presupuesto anual de cien millones de dólares, podría tener como objetivos a “líderes terroristas”, pero según los documentos relativos al P2OG aportados por analistas militares, en realidad se estaría dedicando a realizar misiones para “estimular reacciones” entre los “grupos terroristas”, lo que según la lógica del Secretario de Defensa, sería motivo para verse convertidos en objeto de “contraataques” por los chicos buenos”

La esencia del nuevo militarismo estadounidense se basa en el requerimiento de una escalada de violencia social que satisfaga la insaciable ambición política y económica del “complejo antiterrorista”.

Lo que abiertamente se califica como “guerra permanente” sirve a los objetivos geopolíticos del control social en interés de la dominación corporativa de los EEUU, en la misma línea que la cruzada anticomunista de la finalizada guerra fría.

Volvamos a 2002, inmediatamente después del trauma del 11-S; el Secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld predice que habría mas ataques terroristas contra el pueblo americano y su civilización en general. ¿Cómo podía estar tan seguro de ello? Quizás porque estos ataques fueran instigados por indicación del mismo y honorable señor Rumsfeld. Según el analista militar de Los Angeles Times, William Arkin, en su artículo del 27 de octubre de 2002, Rumsfeld dispuso la creación de un ejército secreto, una red “de actividades de apoyo de máxima Inteligencia”, que “conjuntaría la información militar y de la CIA, informaciones de guerra, inteligencia, operaciones encubiertas y montajes” para agitar una espiral de violencia.

De acuerdo con un documento clasificado preparado para Rumsfeld por su “Junta de Defensa Científica”, esta nueva organización -el Grupo de Operaciones Proactivas y Preventivas (P2OG)- desarrollaría misiones secretas pensadas para empujar a grupos terroristas a cometer actos de violencia. El P2OG, una organización de supuesto “contra-terrorismo”compuesta por alrededor de cien efectivos y con un presupuesto anual de cien millones de dólares, podría tener como objetivos a “líderes terroristas”, pero según los documentos relativos al P2OG aportados por Arkin, en realidad se estaría dedicando a realizar misiones para “estimular reacciones” entre los “grupos terroristas”, lo que según la lógica del Secretario de Defensa, sería motivo para verse convertidos en objeto de “contraataques” por los chicos buenos. En otras palabras, el plan se basa en ejecutar operaciones militares secretas (asesinatos, sabotajes, “montajes”) que desembocarían intencionadamente en ataques terroristas sobre personas inocentes, incluyendo norteamericanos; esencialmente, “combatir el terrorismo” una vez que se provoca.

Esta idea al parecer se está aplicando actualmente a la cuestión de la “insurgencia” iraquí. De acuerdo con un informe publicado el 1 de mayo de 2005 por Peter Maass en la revista del New York Times, dos de los principales consejeros de los comandos paramilitares iraquíes que combaten a los insurgentes son veteranos de las operaciones de contrainsurgencia estadounidense en Latinoamérica. Dando crédito a las recientes especulaciones de la prensa acerca de la “salvadorización” de Iraq, el informe destaca que uno de los dos consejeros es James Steele, quien dirigió un equipo de 55 consejeros de las fuerzas especiales de EEUU en El Salvador en los ochenta. Maass afirma que estos consejeros ” entrenaron a batallones de primera línea que fueron acusados de significativos abusos sobre los derechos humanos”.

El actual consejero principal de EEUU para el ministro de Interior iraqí , de quien Maass dice que “tiene el control operativo sobre los comandos”, es Steve Casteeel, antiguo oficial de la DEA (Refuerzo de la Administración sobre Drogas), que trabajó “junto con fuerzas locales” en las “Guerras de la Droga” que EEUU financió en Bolivia, Perú y Colombia, “donde participó en la caza de Pablo Escobar, el líder del cartel de la cocanía de Medellín”

Las “Guerras de la Droga” en Latinoamérica sirvieron como tapadera para proseguir con la contrainsurgencia, emplenado medios terroristas para alcanzar dos objetivos: por una parte combatir a la auténtica insurgencia y por otra atizar una “estrategia de la tensión”, provocando una violencia social destinada a infundir miedo a la ciudadanía para que ésta, consecuentemente, solicitara una mayor “seguridad”.

Esta era la esencia, por ejemplo, de la Operación Gladio, una campaña secreta de larga duración (décadas) basada en montajes y terrorismo provocador. El propósito de Gladio, lanzada oficialmente como un programa secreto de la OTAN en 1952, era el establecimiento de una red clandestina de grupos “remanentes” que pudieran organizar un trabajo de sabotaje y una resistencia armada en caso de que la Europa occidental fuera objeto de una invasión soviética.
Pero esta red pasó a tomar un perfil mucho mas proactivo. Dirigida por los servicios de inteligencia de la OTAN y EEUU en Occidente contra su propia población, la Operación Gladio hizo que posiblemente centenares de personas inocentes fueran asesinadas o heridas por ataques “terroristas” que se achacaron a “izquierdistas subversivos” u otros oponentes políticos. El más destacado de estos ataques fue la explosión en una estación de tren de Boloña en 1980, que causó 85 muertos. Inicialmente atribuído a radicales de izquierda, más tarde se rebeló que el atentado fue obra de una red de ultraderecha ligada al equipo italiano de Gladio; cuatro neofascistas italianos fueron en su momento hallados culpables del crimen.

Los objetivos volvían a ser dos: la demonización de enemigos con etiqueta (los “comunistas”) y el atemorizar al público para que apoyara el aumento de poderes de la seguridad nacional. Parece que el Pentágono ha estado desarrollando operaciones al estilo Gladio bastante a menudo… posiblemente incluyendo el 11-S. ¿Exageración? Quizá no tanto.

Recordemos el debate de la Junta Ejecutiva de EEUU (US Joint Chiefs) acerca de la “Operación Northwoods”, en 1962; un plan para atacar “activos” estadounidenses, incluyendo ciudadanos, para justificar con ello la invasión de Cuba. Más tarde, el Manual de Campo 30-31 B del Ejército de EEUU, llamado “Operaciones de Inteligencia para la Estabilidad ­ Escenarios Especiales”, datado en el 18 de marzo de 1970 y firmado por el general William C. Westmoreland, promovía ataques terroristas (y el planteamiento de falsas evidencias) en lugares públicos que más tarde serían atribuídos a los “comunistas” y “socialistas”. Hacía una llamada para la ejecución de este tipo de ataques en toda Europa occidental, desarrollados por una red de cuerpos secretos de EEUU y la OTAN, para convencer a los gobiernos europeos de la “amenaza comunista”.

Lo que resulta chocante es que durante este periodo la principal fuente de información de los EEUU sobre la “amenaza” rusa venía de la Organización Gehlen, el aparato oriental de inteligencia de Hitler, que tras la segunda guerra mundial había llegado a un acuerdo con la CIA de Allen Dulles, y estaba trabajando desde Fort Hunt [1], a las afueras de Washington DC, antes de volver a ser trasladada a Munich. Liderada por el superespía nazi , el general Reinhard Gehlen, las “operaciones especiales” de la Organización Gehlen fueron controladas, financiadas y protegidas por dólares USA hasta los 70. ¿Tuvo algo que ver la Organización Gehlen con la producción del Manual 30-31 B?

De acuerdo con el 30-31B:

“puede haber momentos en el que el país anfitrión muestre pasividad o indecisión frente a la subversión comunista y, de acuerdo con la interpretacón de los servicios secretos de EEUU, no reaccione con suficiente efectividad. Estas situaciones ocurren sobre todo cuando los revolucionarios renuncian temporalmente al uso de la fuerza, esperando ganar ventaja, haciendo que los líderes del país anfitrión consideren erróneamente que la situación es segura. La inteligencia del ejército de EEUU debe contar con los medios para lanzar operaciones especiales que habrán de convencer al gobierno y a la opinión pública del país anfitrión de la realidad del peligro insurgente”

El ejército de EEUU asegura ahora que este documento era un ardid de los rusos. El periodista Allan Francovich en su trabajo documental para la BBC sobre el terrorismo de las “operaciones especiales” de Gladio y los EEUU/OTAN, preguntaba a Ray Cline, director adjunto de la CIA entre 1962 y 1966, si pensaba que el manual 30-31 B era auténtico, y éste replicó: “Bien, creo que es un documento auténtico. No tengo ninguna duda. Nunca lo he visto, pero es del tipo de operaciones militares de las fuerzas especiales que son descritas como” susceptibles de ser aplicadas a petición del presidente y del Departamento de Defensa cuando ” la ocasión sea apropiada”.

Pudiera ser que en Iraq, y en cualquier parte del mundo, la “ocasión apropiada” haya llegado. La guerra de Bush contra el terrorismo pudiera ser la más reciente expresión de ese Estado provocador; desarrollando “acciones resolutivas” clandestinas y “operaciones especiales” dirigidas directamente contra la población civil, incluyendo la propia, quien se mantiene totalmente en la ignorancia sobre quien es el “enemigo” real frente al manufacturado oficialmente, traumatizada por un terror estratégico diseñado para engendrar miedo y aquiescencia para aumentar “medidas de seguridad”, y con ello enriqueciendo a agencias militares y policiales, a las empresas nucleares y de armamento.

Nota:

1. Centro de detención de prisioneros de guerra alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. 

Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb

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