Estados Unidos: Un Imperio entre la cooperación y la confrontación

El gran problema de EE.UU. es su obsesión por obtener el control global total en tiempos en que se hace cada vez más inútil dicha pretensión. El ascenso económico de grandes potencias con poder nuclear, dificulta dicha tarea. Y todos sabemos que el factor nuclear lejos de fomentar la confrontación directa la reducen.

Para sobrevivir, EE.UU. deberá reducir sus niveles de confrontación. Estamos en tiempos en que la confrontación debería reducirse al máximo y favorecer más la cooperación.

En tiempos en que emergen grandes potencias económicas, EE.UU. no puede dificultar su desarrollo para favorecer sus propios intereses y arrastrar a sus aliados.

Si EE.UU. no abandona su obsesiva pretensión de poder global, se arriesgaría a perder su cetro de una manera humillante y vergonzosa.

“Si no puedes contra el enemigo, únete a él”, dice el refrán.

Con respecto a China, es inútil pasar de una política de cooperación consensuada a una política de confrontación peligrosa, como lo está haciendo EE.UU. Retroceder cuando ya se ha creado un fuerte lazo de cooperación económica sólo podría ser perjudicial para el que retrocede.

Por otra parte, EE.UU. debería dejar de ver como enemigo a Irán. Por su posición geoestratégica, un ataque militar contra Irán sería más perjudicial para los intereses de EE.UU. y sus aliados (UE + aliados del Golfo) que un ataque a Korea del Norte, que sería más bien un error de cálculo garrafal, por no decir una decisión estúpida.

Esa estrategia de imponer sanciones económicas y amenazar a los que intenten cooperar con los sancionados, es una estrategia que sólo fomenta el sentimiento antiamericano, fortalece el sentimiento nacionalista, empuja a mejorar la defensa y ha esclarecer la red de aliados.

EE.UU. no saca nada bueno con sancionar a China, Rusia, Korea del Norte, Irán, Cuba y Venezuela. Sancionar económicamente a China y Rusia, grandes potencias económicas, sólo perjudica los propios intereses norteamericanos. Sancionar económicamente a Korea del Norte e Irán, junto con sus respectivas amenazas de llevarlos a una guerra, más que amedrentarlos lo que están haciendo es fortalecerlos política y militarmente. Sancionar económicamente a Cuba y Venezuela, sólo les ha traído dolor de cabeza, más en Cuba que en Venezuela, debido a que el sistema político está más consolidado que en Venezuela y la situación geográfica es más ventajosa. Venezuela es la hebra más delgada dentro del escenario. Incluso una guerra contra Irán, por parte de EE.UU., aumentarían las probabilidades de una intervención militar en Venezuela, debido a su importancia geoestratégica.

Reducir las tensiones frente a Irán sería lo más cuerdo que podría hacer EE.UU., como en su momento hizo con Korea del Norte. No es rompiendo acuerdos, aumentado su presencia militar en la región, aumentando las sanciones económicas, amenazando a los que hagan tratos con Irán, poner a la Guardia Revolucionaria iraní en una lista de “terroristas”, etc, que se reducirán las tensiones. Si EE.UU. desea debilitar al gobierno iraní, no es la confrontación el mejor camino. Ya vimos el resultado de Irak y el costo para EE.UU. Si ha eso le sumamos el tamaño de Irán, su ubicación geoestratégica, sus aliados regionales, su importancia religiosa para los musulmanes chiítas, etc, habría que pensarlo más de dos veces antes de iniciar una confrontación militar contra Irán.

El mejor camino es invitar a Irán a la sala de baile internacional y no aislarlo, así como en su momento hizo con China –que ahora EE.UU. vea que le salió el tiro por la culata, es parte del juego; es parte de los riesgos–. Pero primero EE.UU. debería hacer ciertos gestos: como reducir la venta de armas a Arabia Saudita o retirar sus fuerzas militares ancladas tanto en Siria como en Irak; o influir en sus aliados sauditas para terminar la guerra en Yemen.

Un ataque militar a Irán por parte de EE.UU., sólo podría desatar un desastre regional insospechado. Hezbolá en el Líbano, los Hutíes en Yemen, milicias chiítas en Irak, Hamas en Gaza, difícilmente quedarían de brazos cruzados si EEUU decidiera atacar a Irán. Por lo que incluso arrastraría a Israel y Arabia Saudita, aliados de EE.UU. en la región.

Níkolas Stolpkin

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