Eusebio Leal: El arte de remover conciencias

Las afinidades electivas tienen un componente misterioso. Alejo Carpentier no olvidó nunca el día en que descubrió a nuestro Historiador de la Ciudad, andariego como él, empujando una carretilla, en ropa de faena, por las calles de La Habana. De ahí nació una amistad, a la que pronto se incorporó Lilia, la compañera del escritor.

Sagaz observador, el novelista había percibido en aquel comportamiento de Eusebio algo más esencial que la humildad, tantas veces proclamada en términos demagógicos. La actitud revelaba el raigal compromiso espiritual de un hombre al servicio del ser humano concreto que se traducía también en el sentido de una cultura hecha a favor de ese ser humano que habita en cada uno de nosotros.

Mi acercamiento a Eusebio ha sido paulatino. No podría fechar en un calendario el día en que nos encontramos por primera vez. Desde mucho antes, había escuchado su palabra brillante. La timidez me mantenía a cierta distancia. Sin que mediara presentación alguna, como viejos amigos, un buen día comenzó un diálogo ininterrumpido, cada vez más pringado, hasta alcanzar rasgos de complicidad. En horas difíciles, su acción solidaria ha intervenido de manera práctica en la solución de problemas. Han sido gestos silenciosos y reconfortantes, porque me han acompañado en momentos de pesadumbre.

Desde puntos de partida diferentes, en ámbitos laborales colindantes, atravesamos una época cargada de contradicciones, de deslumbramientos, plenitud y de desgarramientos. Apostamos por la utopía porque creemos empecinadamente en el mejoramiento humano. Los ideales mueven montañas, juntan almas, corazones y voluntades cuando se nutren de la savia fecundante de la dimensión concreta del existir. Con su palabra, exaltada, Eusebio ha removido conciencias. Ha podido hacerlo, sobre todo, porque ha trabajado en la cercanía de los hombres y las mujeres, con los niños, los ancianos y los más vulnerables de La Habana, mientras restauraba los tesoros que nos enorgullecen.

No hace mucho, sorpresivamente, me visitó en la casa que habitaran Alejo y Lilia. Por primera vez, traspasamos el plano de la intimidad. En el misterio de las afinidades electivas, había fructificado la amistad, esa delicadísima planta exótica, alivio y acompañamiento de privilegiados, mano tendida, sostén y consuelo, reafirmación de las esencias que nos engrandecen. (Texto publicado en el libro Nuestro amigo Leal, Ediciones Boloña, 2018).

Graziella Pogolotti

Artículos de:

Disclaimer: The contents of this article are of sole responsibility of the author(s). The Centre for Research on Globalization will not be responsible for any inaccurate or incorrect statement in this article. The Center of Research on Globalization grants permission to cross-post original Global Research articles on community internet sites as long as the text & title are not modified. The source and the author's copyright must be displayed. For publication of Global Research articles in print or other forms including commercial internet sites, contact: [email protected]

www.globalresearch.ca contains copyrighted material the use of which has not always been specifically authorized by the copyright owner. We are making such material available to our readers under the provisions of "fair use" in an effort to advance a better understanding of political, economic and social issues. The material on this site is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving it for research and educational purposes. If you wish to use copyrighted material for purposes other than "fair use" you must request permission from the copyright owner.

For media inquiries: [email protected]