Frente al neoliberalismo

En varias de mis últimas contribuciones he ido mostrando esquemáticamente la línea teórica que trazó Ernesto Laclau, acompañado por Chantal Mouffe, Íñigo Errejón y otros varios autores, a partir de Antonio Gramsci y Palmiro Togliatti, para comprender y reivindicar el populismo. El debate sobre el tema ha resurgido con fuerza a la luz de los populismos, o de grandes movimientos sociales con tintes populistas, que ganaron las instituciones en varios países latinoamericanos durante una década. El neoliberalismo está muerto, pero el zombi sigue caminando y ha vuelto a hacer daño, debido a las fallas estructurales y a los fallos políticos de ese vigoroso y breve impulso populista, sin alternativa por el momento.

Pero también son de señalarse los movimientos de este corte que han surgido en España nacido del movimiento de los Indignados, como Podemos; con anterioridad, el Movimento5stelle, en Italia; el partido llamado por su acrónimo Syriza (Coalición de la izquierda radical), en Grecia; el Mouvement La France Insoumise en Francia, que expresa su adhesión a la línea del nacionalismo popular, que es el otro nombre que Laclau da al populismo. En ese campo se instala el movimiento británico que votó contra el Brexit y que ahora encabeza una orientación que parece situarse aspiracionalmente entre la restauración de la socialdemocracia y el populismo; el milagro que se produjo en Portugal gracias al peso decisivo del Bloco de Ezquerda en el gobierno actual. Son algunos ejemplos.

¿Sabe la mayoría de la población mexicana, o prácticamente de cualquier otra sociedad, que vivimos inmersos en un neoliberalismo cada más depredador? Creo que no, no lo sabe. Que sean pocos los enterados de qué es eso, invisibiliza al neoliberalismo y esta condición es una de sus defensas, y también un reto de grandes dimensiones para quienes quieran combatirlo políticamente.

El capitalismo sufre crisis periódicas, pero en su versión neoliberal ha causado estragos sin precedentes. Y los daños sociales, cuando este capitalismo está en crisis, se multiplican y se profundizan lacerándolo todo, mientras la riqueza y los ingresos del 0.01 por ciento de la población mundial siguen aumentando en una espiral de inmoralidad y corrupción innombrable.

La crisis financiera de 2007-2008; la deslocalización (así la llaman) de la riqueza y también del poder, de la cual Los papeles de Panamá son una muestra desnuda; el estado de coma en que vive la salud pública casi en todas partes; la miseria de la educación; la indigencia que se extiende sin freno; la epidemia de la soledad que viven principalmente los países desarrollados; las clases medias, sostén político relevantísimo de los gobiernos neoliberales, que pasan a engrosar el segmento de los pobres sin esperanza ninguna; los ecosistemas que se colapsan sin parar; los movimientos masivos de pueblos enteros que deben emigrar; las guerras localizadas; la criminalidad que se extiende por el planeta; el hambre inclemente de millones en África; los icebergs magníficos que se diluyen y se hunden por siempre jamás; las pérdidas de selvas y bosques que perdemos por minuto; la ignorancia, la hipocresía, la corrupción de los gobernantes de aquí, de allá, de más allá; ¿cuánto más puede agregarse a estos sucesos atroces que en todos lados son vistos como sucesos particulares y aislados, y que, en cambio, todos están relacionados y todos han sido mal paridos por el capitalismo neoliberal? Sin más vueltas, es así. ¿Cuántas islitas sociales quedan que aún están sanas? Pocas, muy pocas.

Según el obtuso pensamiento neoliberal, la competencia define el carácter de las relaciones humanas. Los humanos hemos sido redefinidos; ahora somos mucho más consumidores que ciudadanos. El dinero es el mejor lubricante de los procesos electorales. ¿Cuánto dinero estuvo en juego en las elecciones estadunidenses, que dio por resultado a un presidente zopenco? ¿No es esto de una inmoralidad inaudita?, o, ¿no es, asimismo, inaudito, el dinero que gastó el PRI y el gobierno federal y local, dinero que es de todos los mexicanos, que fueron derrochados en la elección del estado de México?, ¿qué clase de irracionalidad produce el estúpido desasosiego por hacerse del poder para seguir enriqueciéndose?

La canalla clase dominante del mundo tiene en sus manos las palancas neoliberales que baten la escoria en que vivimos. Pero las sociedades del mundo, lentamente, avanzan, centímetro a centímetro su comprensión de mundo. Detrás de tantos y tan perniciosos males que vive el mundo, hay personas que han perdido toda humanidad, pero son por ahora los usufructuarios de la pésima vida que vivimos. Todo esto ha sido una construcción social. No fue el diablo, no fueron las brujas, no fue la mala suerte, no es que así es la vida, no. Hay un ellos que crearon todas las desgracias y un nosotros en construcción, un pueblo que no está, pero que está estructurándose despaciosamente. La aplastante mayoría del planeta tiene carencias y demandas nunca atendidas que irán uniéndose, en un sentido común nacional popular. Los dos campos adversarios están emergiendo a los ojos de los parias del mundo. El populismo en ciernes tiene frente a sí al neoliberalismo depredador.

Todo empezará un día en cualquier parte. Por ahora tenemos internalizados y los reproducimos, los credos neoliberales. Los súper ricos están plenamente persuadidos que han adquirido sus riquezas a través de sus méritos: ignorancia pura. Los pobres aún piensan que son culpables de sus vidas jodidas. Esto es lo que ha sido y dejando de ser en un mismo tiempo.

José Blanco

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