Guerra energética en el contexto de la pandemia: Las estrategias de China y Rusia para derrumbar el petrodólar
El día 20 de abril de 2020 será recordado como un momento clave en la historia del mercado petrolero mundial, por primera vez en la historia los principales marcadores internacionales han cerrado con un precio negativo, el cual para el caso del West Texas Intermediate su precio de cotización se ha situado, al momento de redactar estas líneas, en -37.63 dólares, lo cual ha marcado una caída récord equivalente a una pérdida de 305.97% en una sola jornada.
Este hecho establece de manera fehaciente un colapso del mercado petrolero, el cual a pesar de los recientes esfuerzos de negociación que tomaron lugar entre los días 10-12 abril del año en curso, y que incluyó a los países de la llamada OPEP-Plus no dieron resultado. Su objetivo era coordinar un recorte de la producción en al menos 10 millones de barriles para estimular que los precios del crudo repuntaran tras una caída sostenida de los mismos.
No hay que olvidar que la caída de los precios inició de forma acentuada en el mes de febrero cuando empezó una caída en la demanda mundial de crudo como consecuencia de la pandemia por el nuevo coronavirus SARS COV-2.
Este proceso de caída en los precios internacionales del petróleo responde en primera instancia a la sobre capacidad de almacenamiento que han mostrado los principales países exportadores de crudo, al tiempo que los envíos de petróleo hacia los complejos refinadores empiezan a ser rechazados por el simple hecho que la demanda del energético no se incrementa y es muy posible que esto no suceda al menos en los próximos meses, ya que de acuerdo con las declaraciones realizadas el día de hoy por el Director en Jefe de la Organización Mundial de la Salud Tedros Adhanom Ghebreyesus, “el mundo está por enfrentar lo peor de la pandemia causada por el Covid – 19”.
Este escenario plantea una serie de retos para el mercado petrolero, toda vez que los países productores pueden caer en la necesidad de generar erogaciones para lograr que los barriles excedentes, que ya no pueden ser almacenados, estén en libertad de ser desplazados hacia algún otro sitio donde puedan ser consumidos o simplemente acopiados como parte de las reservas estratégicas de otras naciones.
Es bajo este contexto que China busca obtener una ventaja de acceso al preciado energético. Beijing desde el primer trimestre de este año y, a pesar de encontrarse en una situación de crisis debido a que en ese momento era el principal foco de infección global, empezó a tomar ventaja del entorno petrolero mundial el cual ya mostraba tendencias hacia la baja en los precios de cotización de petróleo.
Entre enero y marzo del presente año al menos 2 millones de barriles de importación de petróleo realizados por China ya no fueron procesados en sus complejos refinadores, lo cual comparado con el año anterior durante el mismo periodo se presume que Beijing no procesó en aquel entonces un monto de 1.07 millones de barriles, por lo cual es posible asumir que en este momento China está duplicando sus capacidades de almacenamiento de petróleo que no está siendo refinado, dándole así una importante fortaleza a sus reservas estratégicas de crudo que resultarán vitales en un entorno post-pandemia y que servirán para apuntalar su base productiva y de consumo de combustibles locales.
En este escenario de crisis en el precio de cotización del petróleo, resulta muy importante no perder de vista la lógica de la estrategia China, por un lado resulta vital su aparato refinador, toda vez que Sinopec, la principal empresa petrolera china es al mismo tiempo su principal refinadora y ha visto en los últimos años, de acuerdo con la revista Fourtune incrementos sustanciales en sus porcentajes de ventas, de al menos el 27%, derivados principalmente de la demanda local de productos químicos así como de gas.
Asimismo, Sinopec a raíz de la guerra comercial impuesta por el presidente Donald Trump, ha buscado relocalizar su estrategia de mercado focalizada en los mercados locales chinos, al mismo tiempo el re direccionamiento que realizó la empresa desde el año pasado hacia el fortalecimiento del mercado local le permite sortear las suspensiones de importaciones de crudo a las que ha sido sometida por parte de la administración Trump. A pesar de estas adversidades, Sinopec se las ha arreglado para lograr colocarse como el número 2 de la legendaria lista de ‘Fourtune 500 Global’.
En el actual contexto de crisis en la cotización negativa de los precios del petróleo el gobierno chino parece enfocarse en obtener una clara ventaja de acaparamiento de petróleo, justo cuando importantes productores ya no pueden sostener almacenamientos que han alcanzado el 100% de sus capacidades. Así, los refinadores chinos se encuentran comprando de forma acelerada sobreproducción petrolera de lugares como Alaska (EUA), Canadá o Brasil. Justo el mes pasado, al tiempo que la pandemia se desaceleraba en territorio chino, el gobierno de ese país aumentó en un 4.5% sus importaciones petroleras.
El anterior contexto pone de relieve una serie de profundas implicaciones geopolíticas, la primera es el fortalecimiento de China en el actual contexto de shock en el mercado petrolero, dinamizado por precios negativos, lo cual implica que sean los mismos productores los que tengan que pagar para que sus barriles de petróleo puedan ser desplazados, lo anterior, le ofrece una ventaja adicional a China ya que se convierte en el único salvavidas para países productores que no tienen demanda y que en los próximos meses es muy posible no puedan reactivar sus porcentajes de venta.
Además, China puede hacerse de importantes volúmenes de producción sin tener que invertir de forma profusa en la “compra” de esas reservas, toda vez que “ayuda” a países productores a que puedan movilizar petróleo que de otra forma les generaría una mayor cantidad de gasto y consecuentes pérdidas, toda vez que de no movilizar este petróleo, que ahora es un estorbo y su almacenamiento un gasto innecesario, les obligaría en incurrir en el cierre de pozos petroleros, lo cual para países como Brasil que operan en condiciones geológicas complejas por ubicar sus principales yacimientos como el famoso “pre-sal” en profundidades de más de 7000 metros, no es una opción a corto plazo, sobre todo porque productores que operan campos complejos desde la perspectiva geológica y técnica, es de esperar que busquen aguardar mediante subsidios estatales hasta que el mercado muestre algún signo de recuperación.
La segunda implicación geopolítica de peso, atañe a la estrategia económica de la Federación Rusa para doblegar a los Estados Unidos en su sector de producción de petróleo y gas de lutitas o shale. Desde hace poco más de un mes, el portal de la revista Forbes, reportaba que Rusia buscaba golpear el sector de producción petrolera de lutitas de los Estados Unidos, el cual ha sido el bastión de producción de hidrocarburos estadounidense y que ha sido un sector clave en la estrategia discursiva del Presidente Trump para apuntalar a los Estados Unidos como una superpotencia energética .
De acuerdo con Forbes, en el primer encuentro fallido entre Rusia y Arabia Saudita para reducir sus respectivas cuotas de producción de petróleo, la negativa que mostró en marzo el gobierno de Vladimir Putin pude ser interpretado como un intento por parte del gobierno ruso por proteger su espacio de mercado, al tiempo que buscaba imponer un descenso abrupto en la cotización de petróleo y así golpear a las empresas productoras estadounidenses de petróleo de lutitas, las cuales desde 2014 lograron sobrevivir a un entorno de precios deprimidos como consecuencia de los importantes flujos de inversión provenientes de firmas de riesgo de inversión, es decir, era dinero especulativo lo que mantenía vivas las operaciones de dichas empresas y no su competitividad empresarial e innovación tecnológica.
Así, a pesar de los flujos de inversión de riesgo, más de 120 compañías operadoras de campos de lutitas se declararon en quiebra entre agosto de 2015 y mayo de 2017, lo cual implicó que el número de campos bajo operación, así como de perforación de los mismos empezará a reducirse de forma significativa. Es sabido que los campos de producción de petróleo y gas de lutitas en zonas geológicas como las cuencas de Texas conocidas como “Eagle Ford” o “Permian”, requieren de precios de cotización superiores a los 50 dólares el barril, dicha situación ya no podrá ser sostenida en los siguientes meses, prueba de ello es que al momento de escribir estas líneas al menos 200 empresas petroleras operadoras de campos de fracturación hidráulica ya se han declarado en bancarrota, es decir, la velocidad con la que están quebrando dichas empresas se ha disparado conforme la demanda mundial se contrae y al no avizorarse en el horizonte una fecha en que la demanda vuelva a reestablecerse.
Bajo este escenario de operación del mercado petrolero, y retomando a Forbes en su edición electrónica del pasado 7 de marzo establecía que los tres pilares sobre los que se asentó la industria de producción de petróleo y gas de lutitas, son los siguientes: capacidad exportadora de petróleo a otros países, establecer licencias para la construcción de ductos y llevar a cabo operaciones de hidrofracturación y mantener un acuerdo continuo entre las naciones OPEP Plus para que éstas limitaran sus exportaciones, permitiendo así que la producción estadounidense tuviera una cuota de mercado, pero sobre todo para que sus operaciones fueran rentables.
En este sentido la estrategia rusa se ha orientado en dos direcciones, por una parte, al no ceder en reducir su producción rompió uno de los ejes de la industria del fracking estadounidense, ya que al inicialmente negarse en aceptar recortes a su producción introdujo incertidumbre al mercado y asentó las tendencias orientadas al decrecimiento en la cotización del mercado petrolero.
Con los acuerdos logrados el pasado 12 de abril donde la OPEP Plus se comprometió a recortar su producción en poco más de 10 millones de barriles de petróleo, los rusos cambiaron de parecer y ahora se mostraron dispuestos en llevar recortes a su producción en un porcentaje de 15% o el equivalente a 1.6 millones de barriles por día, con lo cual se mostraron conciliadores con el resto de productores, pero es evidente que asumieron de antemano que este recorte de producción no sería significativo, ya que la demanda de todas formas no se puede reactivar en el corto plazo y que dichas cifras de recorte no serían suficientes para estimular un repunte de precios, pero en virtud que México y Estados Unidos llegaron a un acuerdo para que entre ambas naciones se llevara a cabo una reducción 350,000 barriles de petróleo, ahora Moscú ya está en posición de exigir a los Estados Unidos a que reduzca su producción de petróleo proveniente de los campos de hidrofracturación, particularmente de los ubicados en las cuencas del estado de Texas.
Es sobre este último punto que se centra la estrategia rusa, ya que desde el año pasado el Ministro de Energía de Rusia Alexander Novak en una cumbre en la ciudad de Sochi, había declarado que los Estados Unidos mostraban una tendencia declinante en la operación de pozos ubicados en cuencas de lutitas. De acuerdo con el Ministro Novak, las empresas estadounidenses han dejado de operar un promedio de 160 pozos por año, situación que se ha acelerado entre el año 2018 y 2019, donde fueron 216 pozos menos los que estaban operando las empresas petroleras estadounidenses.
Así de acuerdo con Novak, el gobierno ruso ya esperaba que la producción de Estados Unidos alcanzara una meseta en los próximos años, lo cual también se encontraba en concordancia con los cálculos de Goldman Sachs que a finales del año pasado ya había colocado a la baja sus pronósticos sobre la capacidad de producción de petróleo de los Estados Unidos al situarla por debajo del millón de barriles y ubicarla en no más de 700,000 barriles por día.
Se torna evidente que el contexto de desaceleración de la demanda mundial se convirtió en la coyuntura perfecta para que Rusia pudiera disparar a la yugular de la economía estadounidense, lo cual plantea una tercera implicación geopolítica de gran calado: el fin del sistema de los petrodólares. En la comunidad de inversionistas de Wall Street es sabido que el gobierno de Rusia se ha caracterizado por estar siguiendo una estrategia orientada hacia la compra de oro, así lo ha reportado el portal de Bloomberg el pasado 30 de marzo, donde cataloga a Rusia como el principal comprador de oro del mundo. Resulta significativo que el banco central ruso ha realizado el anuncio que después de invertir poco más de 40 billones de dólares en la compra de oro en los últimos cinco años, dejará de comprar oro a partir del próximo 1 de abril sin explicar la razón de dicho movimiento.
Es posible inferir que el banco central ruso ya ha acumulado el oro suficiente para pasar a una contraofensiva en los mercados internacionales de materias primas, al tiempo que Rusia puede ser un espacio de salvación para inversionistas mundiales habidos de encontrar un lugar donde sus inversiones puedan estar seguras, lo cual parece converger con los intereses del gobierno ruso, ya que justamente en estos momentos el oro atraviesa por su mejor momento de mayor cotización de los últimos siete años ya que se cotiza una onza en 1,548.70 euros.
Adicionalmente resulta interesante que Rusia acumule al menos el 20% de las reservas mundiales de oro, lo cual puede convertir a Rusia en un soporte de los mercados mundiales al establecer mecanismos de estabilización de precios, los cuales podrían dejar de tener importantes fluctuaciones como resultado de sustentarse en una base de valor tangible que le otorgue certidumbre a los mercados. Esta lógica es posible que se traslade al estratégico mercado de cotizaciones de petróleo, toda vez que es interés tanto de Moscú como de Beijing lograr transitar hacia un mercado petrolero que no esté supeditado al control del dólar y el cual origina que a nivel mundial se genere una demanda continua de dólares para lograr acceder al oro negro. Ya desde 2016, el gobierno chino había establecido las bases para construir un mercado alternativo de cotización de petróleo basado en yuanes, dando nacimiento al famoso “petroyuan” que le permite a inversionista de mercados de futuros direccionar capitales de inversión de riesgo en yuanes, generando así certidumbre a sus inversiones.
Adicionalmente, no se debe perder de vista que desde 2016, las exportaciones rusas de petróleo y gas hacia China se han incrementado, al tiempo que la infraestructura de transporte de ductos que conectan a Moscú con Beijing también se han consolidado, como es el caso del estratégico gasoducto denominado “poder de Siberia”, el cual exporta gas desde la región de Yakutia y tiene como objetivo el abastecimiento de las naciones económicas más dinámicas ubicadas en el este de Asia como son Corea del Sur, China y Japón.
En virtud que estas naciones asiáticas son altamente dependientes de importaciones de hidrocarburos, es altamente atractivo tener un punto de referencia monetario que les pueda otorgar certidumbre a sus inversiones en infraestructura, así como en importaciones de energía, que será vital en el escenario post-pandemia, por lo cual y debido a que de acuerdo con el espacialita de inversiones Jim Rickards, estamos ya en el inicio de la peor crisis económica de los último 150 años, lo cual pondrá una gran presión sobre las principales economías del planeta, para lo cual se requiere de contar con un vector energético que no dependa del dólar, el cual debido a su debilitamiento ya no muestra signos de otorgar certidumbre a la economía mundial, por lo cual las materias primas tendrán que transitar hacia un esquema de cotización distinto al que ha imperado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un gran cambio financiero se encuentra en puerta, el proceso será violento y la volatilidad en el mercado petrolero será extrema, especialmente en la fase de transición de un esquema basado en el dólar hacia otro que podrá girar alrededor del Yuan y el oro, teniendo a Rusia y China como los actores estratégicos que se encuentran ya en una fase de contra-ofensiva hacia Estados Unidos.
Finalmente, la respuesta que puede plantear Washington parece orientarse hacia un esquema de mayor militarización y proyección de fuerza en más de dos escenarios de guerra, en un contexto de síndrome Sansón, (me hundo y todos se hunden conmigo), sin embargo la forma en cómo se desarrolle el manejo de la pandemia en Washington será clave para visualizar las posibles respuestas que otorgue el gobierno de Trump, sin embargo, todo parece apuntar que en las próximas semanas veremos no solo grandes turbulencias en el mercado petrolero, sino también implicaciones de dinámica de conflicto entre Estados Unidos en franca decadencia, dirigidas contra Rusia y China, que se vuelven los fractales de orden en el caótico sistema internacional.
Abner Munguía Gaspar
Abner Munguía Gaspar: Doctorante en Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.
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