Imaginen lo que pasaría si China impusiera sanciones económicas en contra de Estados Unidos

Nota del Editor:

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitará China el presente mes de noviembre. La próxima visita a China de Trump, será “una gran oportunidad” para las relaciones bilaterales, aseguró el lunes 27 de octubre el embajador chino en Estados Unidos, Cui Tiankai.

Cabe destacar que la de Trump será la primera visita a China luego de realizarse el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, acontecimiento que confirmó a Xi Jinping en el poder y perfiló las líneas generales de la política del gigante asiático para los próximos años.

Actualización, 3 de septiembre de 2017:

El Secretario de Defensa de Estados Unidos “Perro loco” (‘Mad dog’) Mattis confirmó en una conferencia de prensa que “la amenaza de Corea del Norte para Estados Unidos” encontrará una ‘masiva respuesta militar’” y advirtió: “‘No estamos buscando la aniquilación de Corea del Norte, tenemos muchas opciones.” (Énfasis añadido)

Mattis declaró que el presidente Trump “quería allegarse de toda información referente a cada una de las “muchas opciones militares”:

“Cualquier amenaza a los Estados Unidos o su territorio (incluido Guam) o nuestros aliados tendrá una masiva respuesta militar, una respuesta efectiva y abrumadora”.

El vicepresidente, Mike Pence, insinuó en la conferencia de prensa que el objetivo inmediato era congelar el comercio con Corea del Norte, a saber, implementar una política de aislamiento económico. Trump advirtió que Estados Unidos “estaba considerando interrumpir el comercio con cualquier país que haga negocios con Corea del Norte”.

Este régimen de sanciones está esencialmente dirigido contra China.

Es decir, la opción que está sobre la mesa es congelar completamente el comercio con Corea del Norte, el cual en un 90% es con China.

Pero, al mismo tiempo me pregunto, ¿China prestará atención a estas amenazas? A la vez que Pekín controla 90% del comercio con Corea del Norte, la República Popular China es el mayor socio comercial de Estados Unidos. Según CNN (3 de septiembre de 2017):

“Si se lleva a cabo, esa opción podría significar un alto al comercio de Estados Unidos con China, que ha respaldado las sanciones económicas contra Corea del Norte, pero sigue siendo el socio económico clave para la Nación que pertenece al ‘eje del mal’ [según Washington]”.

Esta declaración es ridiculez. Las sanciones dirigidas contra China tendrían repercusiones inmediatas contra Estados Unidos: ¿Qué pasaría si China decidiera restringir su comercio con Estados Unidos? El asunto lo abordé en el artículo publicado por primera vez el 3 de agosto de 2017.

China no depende de las importaciones de los Estados Unidos. Sino todo lo contrario. Estados Unidos es una economía impulsada por las importaciones con una base industrial y de fabricación débil, que depende en gran medida de las importaciones procedentes de la República Popular China.

Imagínese lo que sucedería si China, tras las amenazas lanzadas por Washington, decidiera de un día para otro limitar significativamente sus exportaciones de productos “Made in China” (‘Made in China’) hacia Estados Unidos.

Sería tremendamente devastador, produciendo graves perturbaciones en la economía de consumo, desatando un caos económico y financiero.

“Hecho en China” (‘Made in China’) es la columna vertebral del comercio al menudeo que de forma indeleble sostiene el consumo de los hogares en las principales categorías de productos, desde ropa, calzado, hardware, electrónica, juguetes, joyería, utensilios para el hogar, alimentos, televisores, teléfonos móviles, etc.

Michel Chossudovsky, 3 de septiembre de 2017

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En junio, Washington amenazó a Pekín con la imposición de un paquete de sanciones, en respuesta al incremento del comercio bilateral de productos básicos entre China y Corea del Norte. En un primer momento, las sanciones estadounidenses no pretendían atentar propiamente contra el Gobierno chino: bancos y compañías comerciales de origen chino relacionados con el financiamiento de los flujos comerciales de productos básicos entre China y la República Popular Democrática de Corea (RPDC), serían los objetivos potenciales de estas represalias.

Luego de perder la paciencia con China, el Gobierno de Trump está analizando nuevas medidas para restringir a Corea del Norte de dinero en efectivo para evitar el desarrollo de su programa nuclear, incluyendo una opción que desataría la furia de China: sanciones a empresas chinas que contribuyen a apuntalar la economía de Corea del Norte.

De acuerdo con fuentes oficiales chinas, el comercio de China con la RPDC aumentó en 37,4% durante el primer trimestre de 2017 en comparación con el mismo período de 2016. Las exportaciones de China aumentaron en 54,5%, mientras las importaciones provenientes de la RPDC experimentaron un incremento de 18,4 por ciento.

El mensaje estaba bastante claro: o restringen su comercio con Corea del Norte, o bien…

Junto con el “paquete” agresivo de sanciones económicas recién aprobado por el Congreso estadounidense en contra de Rusia, Irán y Corea del Norte, Washington amenaza a China de manera definitiva:

Trump está exigiendo que Pekín renuncie a su relación con la RPDC, y que se una de manera incondicional a la embestida de Washington contra Pyongyang. Washington ha concedido a China seis meses “para demostrar que está comprometida con evitar el desarrollo de una Corea del Norte con armas nucleares”, a pesar de que Pekín ha expresado su firme oposición al programa de desarrollo nuclear de la RPDC.

El plazo político se suma a un conjunto de veladas amenazas que, “en caso de no cumplir [lo acordado]”, se adoptarán medidas comerciales punitivas que podrían derivar en la interrupción de las exportaciones de China a Estados Unidos.

Además, la Casa Blanca tiene la intención de realizar “una investigación sobre las prácticas comerciales de China” enfocándose en presuntas violaciones de los derechos de propiedad intelectual de Estados Unidos. Una investigación [sobre las llamadas prácticas de China sobre propiedad intelectual] de conformidad con la “sección 301” de la Ley de Comercio de 1974 está lista para ser lanzada.

Después de terminar la investigación, Washington amenaza con “imponer aranceles de forma abrupta a las importaciones chinas [realizadas por Estados Unidos], rescindir licencias para empresas chinas que hacen negocios en Estados Unidos , o tomar otras medidas, situación que podría” despejar el camino para que Estados Unidos imponga sanciones en contra de los exportadores chinos o restrinja todavía más la transferencia de tecnología avanzada a empresas chinas o a empresas conjuntas entre Estados Unidos y China”.

Antes de lanzar estas amenazas, pienso que la administración Trump debería pensárselo dos veces. Pues a la postre, estas medidas se volverían en contra de la propia economía estadounidense.

China no depende de las importaciones estadounidenses. Sino todo lo contrario. Estados Unidos es una economía importadora con una débil base industrial y manufacturera, fuertemente dependiente de las importaciones de la República Popular China.

Imagínense lo que sucedería si China, replicando las amenazas de Washington, decidiera de un día para otro reducir significativamente sus exportaciones de productos básicos “hechos en China” (‘Made in China’) a Estados Unidos.

Sería tremendamente devastador, produciendo graves perturbaciones en la economía de consumo, desatando un caos económico y financiero.

“Hecho en China” (‘Made in China’) es la columna vertebral del comercio al menudeo que de forma indeleble sostiene el consumo de los hogares en las principales categorías de productos, desde ropa, calzado, hardware, electrónica, juguetes, joyería, utensilios para el hogar, alimentos, televisores, teléfonos móviles, etc. O si no pregunten a cualquier consumidor estadounidense: la lista es realmente larga. “China fabrica 7 de cada 10 celulares vendidos en todo el mundo, así como 12 millones y medio de pares de zapatos” (más de 60% de la producción mundial total). Además, China produce más de 90% de las computadoras del mundo y es la encargada de alrededor de 45% de la construcción naval (The Atlantic, agosto de 2013).

Una gran parte de los bienes exhibidos en los centros comerciales de Estados Unidos, incluidas las principales marcas, es “Hecho en China” (‘Made in China’).

“Hecho en China” (‘Made in China’) domina también la producción de una amplia gama de insumos industriales, maquinaria, materiales de construcción, automóviles, componentes y accesorios, etc., por no mencionar la extensa subcontratación de empresas chinas que se realiza en nombre de los conglomerados estadounidenses.

China es el mayor socio comercial de Estados Unidos. Según fuentes estadounidenses, el comercio de bienes y servicios con China ascendió a unos 648,200 millones de dólares en 2016.

Las exportaciones de productos básicos de China a Estados Unidos alcanzaron un total de 462,800 millones de dólares.

Expansión encabezada por las importaciones

Las importaciones procedentes de China forman parte de un ciclo de negocios que representa varios billones de dólares. Son la fuente de grandes ganancias y riqueza para Estados Unidos, porque los productos de consumo importados de una economía con salarios bajos como China se venden frecuentemente al menudeo a un precio más de 10 veces mayor comparado con su costo de fabricación.

La producción no tiene lugar en Estados Unidos. Las empresas estadounidenses han abandonado la producción. El déficit comercial de Estados Unidos con China es fundamental para impulsar la economía de consumo dirigida por las ganancias, que depende a su vez de los bienes de consumo “hechos en China” (‘Made in China’).

Una docena de camisas de diseño producidas en China se vende a un precio franco a bordo (FOB, ‘Free on board’) de 36 dólares (3 dólares por camisa). Una vez que llegan a los centros comerciales, cada camisa se vende a 30 dólares o más, aproximadamente 10 veces su precio de fábrica. Los distribuidores al mayoreo así como los minoristas obtienen grandes beneficios. Los “no productores” estadounidenses cosechan los beneficios que deja la producción de productos básicos de bajo costo localizada en China. (Michel Chossudovsky, La Globalización de la Pobreza y el Nuevo Orden Mundial, Global Research, 2003).

La importación de productos básicos procedentes de China (que alcanzó más de 462,000 millones de dólares durante 2016) conduce –a través de las diferencias de precios entre mayoristas y minoristas– a un aumento sustancial del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos, sin necesidad de fabricar productos básicos. Sin las importaciones chinas, la tasa de crecimiento del PIB norteamericano sería sustancialmente menor.

Esto es, a lo que nos estamos refiriendo es a un modelo conocido como “expansión encabezada por las importaciones”. Las empresas estadounidenses ya no necesitan producir, subcontratan a través de socios chinos.

¿Y por qué está ocurriendo esto? Debido a que en los últimos cuarenta años las industrias manufactureras de la Unión Americana (en muchos sectores de producción) han sido cerradas y reubicadas en el exterior (a través de la subcontratación de empresas), a los países en desarrollo donde abunda la mano de obra barata.

La economía china no sólo está vinculada al ensamblaje industrial, sino que Pekín se ha venido perfilando como un gran exportador en una amplia variedad de sectores de alta tecnología.

Imagen: Haga a América grande otra vez (‘Make America Great Again’), Hecho en China (‘Made in China’)

¡En tu cara Donald Trump!

En resumen, este tipo de chantaje económico por parte de la administración Trump contra China no tiene posibilidades de tener éxito. Caerá por su propio peso.

Al mismo tiempo, Estados Unidos está amenazando a Rusia y China militarmente, incluyendo el uso preventivo de armas nucleares. ¿Cómo responderán Rusia y China a las amenazas estadounidenses?

Aunque las sanciones estadounidenses contra Rusia se han atenuado en buena medida por el posicionamiento de la Unión Europea, no se descarta (si bien es improbable) que China pueda en algún momento responder a las amenazas norteamericanas a través de la imposición sanciones económicas contra Estados Unidos.

A corto plazo, a Estados Unidos le resulta imposible renunciar a las importaciones de productos manufacturados chinos. Sería un suicidio económico.

Mofa en Pekín

Los políticos chinos son plenamente conscientes de que la economía estadounidense depende en gran medida de las mercancías “hechas en China” (‘Made in China’).

Y con un mercado interno de más de 1,300 millones de personas, junto con un mercado de exportación de talla mundial, estas veladas amenazas de parte de Estados Unidos no serán tomadas en serio por Pekín.

Michel Chossudovsky

Michel Chossudovsky: Profesor emérito de Economía de la Universidad de Ottawa, es fundador y director del Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research). Sus escritos se han publicado en más de 20 idiomas, es un activista antiglobalización y antibélico. Ha actuado como profesor visitante en organizaciones académicas en Europa del Este, América Latina y el Sudeste asiático, además de asesor de gobiernos en países en desarrollo y consultor de organizaciones internacionales como el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ha sido galardonado con la Medalla de Oro de la República de Serbia por sus escritos sobre la guerra de agresión de la OTAN contra Yugoslavia (2014).

Artículo original en inglés:

Imagine What Would Happen if China Decided to Impose Economic Sanctions on the USA?, publicado el 3 de agosto de 2017.

Traducido por Ariel Noyola Rodríguez para el Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research).

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Sobre el Autor

Michel Chossudovsky is an award-winning author, Professor of Economics (emeritus) at the University of Ottawa, Founder and Director of the Centre for Research on Globalization (CRG), Montreal, Editor of Global Research.  He has taught as visiting professor in Western Europe, Southeast Asia, the Pacific and Latin America. He has served as economic adviser to governments of developing countries and has acted as a consultant for several international organizations. He is the author of eleven books including The Globalization of Poverty and The New World Order (2003), America’s “War on Terrorism” (2005), The Global Economic Crisis, The Great Depression of the Twenty-first Century (2009) (Editor), Towards a World War III Scenario: The Dangers of Nuclear War (2011), The Globalization of War, America's Long War against Humanity (2015). He is a contributor to the Encyclopaedia Britannica.  His writings have been published in more than twenty languages. In 2014, he was awarded the Gold Medal for Merit of the Republic of Serbia for his writings on NATO's war of aggression against Yugoslavia. He can be reached at [email protected]

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