Improbable guerra entre Israel e Hizbulah, aseguran analistas

Una retórica escaladora y el intercambio de amenazas entre Israel e Hizbulah no conducirán a una confrontación militar a gran escala, estimaron hoy analistas libaneses citados por medios informativos.

La razón, apuntaron, se deriva de que ninguna de las grandes potencias regionales o fuera de la zona, quieren una escalada bélica.

‘No creo que esas tensiones lleguen a una confrontación militar total’, afirmó Shafik Masri, profesor de derecho internacional en la Universidad Americana de Beirut.

De cara a las elecciones generales en Israel y ganar popularidad que cada vez va de más a menos, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, acusa a Hizbulah de levantar en El Líbano fábricas de misiles de precisión, subrayó Masri.

Así aludía al intento de Netanyahu de justificar un ataque con drones del 25 de agosto en los suburbios sureños beirutíes y otro en Siria que mató a dos integrantes del Partido de Dios.

Esa acción israelí provocó un intercambio de disparos entre la Resistencia y el ejército de Tel Aviv y elevó los riesgos de otra confrontación, en medio de tensiones en espiral entre Estados Unidos e Irán.

‘Netanyahu está tratando de decirle al electorado que Hizbulah continuará con esa retórica hasta las elecciones del 17 de septiembre en un intento de obtener apoyo de los votantes’, dijo Masri.

De manera similar, agregó, el secretario general del Partido de Dios, Hasan Nasrallah, aprovechó el evento para anunciar la posibilidad de que puede atacar con profundidad a Israel y advertir que ya no hay líneas rojas.

‘Pero una guerra total entre Israel e Hizbulah que desatará un conflicto regional está completamente descartada, porque nadie quiere la guerra. Ni Estados Unidos, ni Israel, ni Hizbulah, Irán o Siria quieren otra guerra’, puntualizó el especialista.

En un discurso televisado el 31 de agosto último, Nasrallah negó que su grupo tuviera fábricas para producir cohetes de precisión y calificó de mentiras esas acusaciones a las que describió como un intento de justificar los ataques contra el país.

Empero, confirmó la tenencia de ese tipo de armamento que podría usarse para destruir la infraestructura clave israelí.

Con anterioridad, el secretario general de la Resistencia aseguró que poseían más de 100 mil misiles de mediano y largo alcance, los suficientes, añadió, para una guerra próxima y alcanzar cualquier objetivo.

Según Nasrallah, la respuesta de Hizbulah a la agresión israelí del 25 de agosto, destrucción de un vehículo militar, constituyó el comienzo de una nueva fase en la frontera entre Israel y el Líbano.

‘Ya no tenemos líneas rojas’, acotó.

Algunos interpretaron la declaración del jefe de la Resistencia como una violación de la resolución 1701 de la ONU que puso fin a una guerra entre Tel Aviv e Hizbulah en 2006.

Sin embargo, no hay ese revuelo cuando casi todos los días aviones israelíes violan la soberanía libanesa e incluso utilizan ese corredor para bombardear posiciones en Siria.

En lo que parecía ser una respuesta al discurso de Nasrallah, el primer ministro libanés, Saad Hariri, subrayó que la resolución 1701 sigue en pie y las líneas rojas, ahí.

Mientras, Star Jaber, director del Centro de Estudios e Investigación Política de Medio Oriente, afirmó que no habrá escalada militar.

‘Israel recurre ahora a una guerra psicológica, mediática, económica, de inteligencia y electrónica contra El Líbano en lugar de la militar, precisó.

‘Lo último que quiere es una guerra contra El Líbano porque involucrará a toda la región, incluiudo el sur de Siria, donde hay milicias que se unirán a la batalla contra Tel Aviv’, vaticinó.

Los especialistas de Tel Aviv saben que, en una próxima confrontación, su territorio usurpado a Palestina, tendrá graves repercusiones, enfatizó, porque atraerá a las milicias chiitas de Siria e Iraq.

Si Estados Unidos acude al rescate de Israel, advirtió, estarían en peligro las tropas norteamericanas en Iraq, donde es probable que caigan sobre ellas las Unidades de Movilización Popular (Al-Hashd al-Shaabi, en árabe).

Armando Reyes Calderín

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