La deuda histórica que asfixió a Haití

Haití nada en las corrientes lóbregas de la historia. El magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moïse el 7 de Julio del 2021 [1] recae en esa línea de hechos dramáticos que consolidan esa imagen de nación condenada a ser un “estado fallido”.

Otras descripciones que se encuentran habitualmente en las entradillas de artículos de prensa resaltan el hecho de que Haití es el país más pobre de América o del hemisferio norte, y se asocian dolorosamente con aquel esfuerzo liderado por Toussaint Louverture a principios del siglo XIX que condujo el pueblo haitiano hacia la primera independencia del Caribe y América Latina.

El siglo XXI no ha aliviado las penas históricas que reposan sobre la isla. El terremoto del 12 de enero del 2010, devastador y letal, con más de 300.000 muertos [2], avivó las inestabilidades institucionales heredadas del siglo XX, la represión civil y los golpes de estados que sucedieron a las férreas dictaduras de Papa Doc y Baby Doc entre los años 50 y 80. A pesar de todo, de una revolución asombrosa y de un deseo inocultable de superar los peores tiempos de la esclavitud y el colonialismo, Haití ha derivado por las aguas del caos a lo largo de más de doscientos años.

A esto también debe añadirse los abusos perpetrados a dos mil mujeres y niños entre los años 2004 y 2007 [3] por las fuerzas de paz de las Naciones Unidas encargadas de mantener el orden, el escándalo de ONGs y organizaciones internacionales como OXFAM, Save the Children o la Cruz Roja implicadas en orgías y redes de prostitución [4], y como si fuera poco, el aprovechamiento por la Fundación Clinton de la reconstrucción de Haití [5] con graves denuncias de enriquecimiento ilícito tras el terremoto de 2010. Por toda esta cadena de hechos, en Haití, la paz y la esperanza tienen el color del saqueo, huelen a injerencia y abuso, se tiñen de caridad y terminan convertidos en un negocio de pobreza amoral e interminable.

Si de estado fallido se habla, es importante viajar al pasado, al tiempo en que Haití se organizaba para sacar al invasor en 1791 y, una década más tarde, cuando culminaba una osada e inédita revolución que llenaba de dignidad el mundo oprimido. La gesta haitiana no fue cualquiera. En la isla caribeña tuvo lugar “la única revuelta de esclavos exitosa en la historia humana” [6]. Un mensaje demasiado grande y amenazador para un Caribe en manos de naciones europeas. Así pues, en esa época de principios del siglo XIX, con el ejército de Napoleón derrotado, Francia y las potencias coloniales se organizaron para que la enfermedad de la independencia y de la revuelta negra no se extendiera a otras zonas.

Desde un principio, ninguna nación europea reconoció a Haití y el gobierno francés impuso un bloqueo naval extremadamente severo destinado a asfixiar las cuentas de la joven nación caribeña. El candado fue tan duro, la presión tan notoria, que el presidente haitiano Jean Pierre Boyer, debilitado y arrinconado, tuvo que firmar en 1825 –bajo amenaza de invasión– la real ordenanza del rey Carlos X, quien acababa de llegar al poder en una Francia desorientada tras la caída de Napoleón, y, para colmo, hermano del ejecutado Louis XVI.

La historia quiso que Haití fuera un ejemplo de lo que no podía repetirse, de lo inefable y de lo inaceptable en el mundo colonialista. La real ordenanza impuesta a Haití exigió una indemnización de 150 millones de francos de oro al estado francés por las pérdidas infligidas a su sistema esclavista [7]. Irónicamente, Francia no sólo incluía en esa cuenta de cobro los daños materiales, las plantaciones incendiadas, y los colonos perdidos durante las revueltas, sino también los esclavos fallecidos (propiedad exclusiva de los terratenientes expulsados). El mensaje de vuelta era claro: Haití iba a pagar por todo y en doble cantidad.

La “doble deuda” con la que la joven nación caribeña tuvo que lidiar desde sus primeros días condicionó su camino y existencia

A pesar de una renegociación humillante en 1838 entre “naciones amigas” –que rebajó el valor de la deuda a 90 millones de francos de oro–, Haití tardó hasta el año 1883 para pagar el precio desorbitante impuesto en un principio a su libertad. De 1825 a 1883 se endeudó reiteradamente para mantener esa dirección emprendida hacia la independencia y empezar a construir un proyecto de nación. Luego, durante otros 70 años tuvo que seguir pagando los intereses cobrados por los bancos franceses o estadounidenses que le “facilitaron” el pago de la deuda inicial. Este hecho impidió que la primera nación caribeña invirtiera en su sistema de producción o esbozara cualquier inversión a largo plazo. Ése también era el deseo de las naciones colonialistas: que la flamante “Saint-Domingue” francesa que se enriquecía sobre el sufrimiento extremo de decenas de miles de esclavos importados de África se transformara de un día para otro en un gueto irreconocible, desolado y olvidado del Mundo nuevo.

Según ciertos estudios, la suma que Haití tuvo que pagar en el transcurso de 58 años equivalía en 2004 a unos 21.000 millones de dólares [8]. Es decir, siete veces el PIB de la isla en aquel año. Sin embargo, para apreciar el esfuerzo de supervivencia que produjo Haití es importante concentrarse en los hechos. La isla caribeña tuvo que engancharse indefinidamente a los créditos de los bancos europeos y estadounidenses, “jugar” con los intereses y convivir con las presiones externas, en una dinámica que sentaría las bases del neocolonialismo más atroz. Luego, cuando en 1915 una revuelta popular culminó con el asesinato del presidente Guillaume Sam y puso en riesgo los planes de reembolso de la deuda y los intereses de numerosas empresas, Estados Unidos intervino militarmente y ocupó el país hasta 1934 (fecha en que salió de la isla el último contingente) [9].

Desde entonces, Haití sólo fue un bosquejo fidedigno de lo que debía ser, visto desde la perspectiva de las naciones dominantes. Un país en continua búsqueda de sí mismo. Un país intervenido o asistido, mantenido vivo oscuramente en una unidad de cuidado intensivo, pero siempre inofensivo en la escena internacional. El mejor ejemplo está en cuándo y cómo pudo, finalmente, la isla de Haití saldar el importe de los intereses cobrados por la primera deuda impuesta pagada a Francia. En 1952, tras severos años de seguimiento francés y estadounidense [10], la instalación de un complejo sistema financiero y aplastantes controles financieros, Haití termina de pagar los intereses de la primera deuda impuesta por el rey Carlos X. Sólo 127 años después de iniciar el primer pago a Francia, Haití puede hablar de deuda cancelada.

La “doble deuda” con la que la joven nación caribeña tuvo que lidiar desde sus primeros días condicionó su camino y existencia. Haití hoy se debate en los dolores de la ingobernabilidad y, mientras la comunidad internacional estudia las vías para establecer una estabilidad que ayudaría a mitigar los índices de pobreza o inseguridad, potencias occidentales como Estados Unidos o Francia, mueven hilos (discretos y bienintencionados) para mantener el control de siempre.

Johari Gautier Carmona

Notas:

[1] Jacobo García. “El presidente de Haití, Jovenel Moïse, asesinado a tiros en su domocilio”. ElPais.com. 7 de julio del 2021.

[2] Lioman Lima. “10 años del terremoto de Haití: 5 cosas que devastaron al país caribeño antes del sismo de 2010”. BBC.com. 11 de enero del 2020.

[3] La Vanguardia. “Los cascos azules de la ONU abusaron de 2000 mujeres y niñas en Haití, según un informe”. LaVanguardia.com. 19 de diciembre del 2019.

[4] ElDiario.es. “El escándalo de OXFAM en Haití destapa otras 120 denuncias de abusos en ONGs británicas”. ElDiario.es. 11 de febrero del 2018.

[5] Pilar García de la Granja. “Haití: la frágil democracia de uno de los países más pobres del mundo”. NiusDiario.es. 8 de julio del 2021.

[6] BBC News Mundo. “La multimillonaria multa que Haití le pagó a Francia por convertirse en el primer país de América en independizarse”. BBC.com. 30 de diciembre del 2018.

[7] Jérôme Duval. “Haití: de la colonización francesa a la esclavitud económica de la deuda”. ElSaltoDiario.com. 25 de septiembre del 2017.

[8] Mar Romero. “Haití, el olvidado de América”. ElOrdenMundial.com. 12 de marzo del 2020.

[9] Wikipedia. Ocupación estadounidense de Haití.

[10] Louis-Philippe Dalembert. “Haiti, la dette originelle”. Liberation.fr. 25 de marzo del 2010.

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