La dignidad de las Wiphalas contra el golpe de Estado en Bolivia

Tras el Golpe de Estado del 10 de noviembre de 2019, contra el gobierno de Evo Morales, la población boliviana se manifiesta masivamente en las calles en repudio al Golpe de Estado racista, apoyado desde el imperialismo estadounidense. Los militares golpistas disparan a matar: ya había al menos 30 manifestantes asesinados por los golpistas a 19 de noviembre. Y la represión ha seguido sumando víctimas, cada día [1].

Hay centenares de heridos. Las mujeres indígenas son torturadas por los golpistas: les cortan las trenzas, las humillan, las manosean, las violan, las golpean. Hay centenares de personas detenidas. Hay una encarnizada persecución de los golpistas contra periodistas y radios comunitarias. Centenares de periodistas honestos son acusados de «sedición» por informar lo que los medios de la burguesía boliviana callan: por informar que hay un Golpe de Estado y por informar acerca de la brutal represión que intenta callar al pueblo boliviano.

La golpista Añez firmó un decreto para eximir de toda responsabilidad a los militares por las muertes y violaciones que cometan (saben que van a seguir masacrando a lo grande). Pero el pueblo sigue luchando contra el Golpe de Estado, porque sabe que si no revierte el Golpe racista, se vienen décadas de terror, saqueo capitalista brutal y empobrecimiento.

Mientras la burguesía boliviana festeja por anticipado toda la rapiña que va a incrementar porque el Golpe de Estado le permitirá aumentar la tasa de explotación contra la clase trabajadora, la burguesía transnacional ya está calculando las gigantescas fortunas que planea acumular sobre el saqueo del Litio, del gas y demás riquezas de Bolivia.

Hay un claro interés multinacional en esas riquezas, no en vano el imperialismo estadounidense estuvo monitoreando y apoyando a los golpistas en todos los ámbitos.

El pueblo boliviano está poniendo todo su empeño en la lucha para intentar revertir el Golpe de Estado: cada día caen hermanas y hermanos bolivianos bajo las balas golpistas y bajo el abyecto silencio de las «instituciones internacionales», bajo el silencio de los medios masivos de desinformación; pero cada día el pueblo se vuelve a levantar.

El Abya Yala tiene el corazón desgarrado por Bolivia, y los pueblos solidarios del continente laten el pulso decisivo que se está librando en el país: la dignidad envuelta en la Wiphala indígena enfrenta al oscurantismo neocolonial más descarnado, enfrenta al imperialismo, enfrenta a la voracidad capitalista.

Cecilia Zamudio

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