La infiltración occidental mueve al Emirato Islámico

Es lógico que el Emirato Islámico (Daesh) aproveche la crisis de gobierno en Estados Unidos, para matar a más gente y ampliar su esfera de terror.

El aparente cambio de actitud del presidente estadounidense, Donald Trump, con respecto a la crisis siria lo fortalece, en la misma medida que el Partido de la Guerra (instalado cínicamente en Washington, Londres, París y Berlín) pretende debilitar al presidente sirio, Bashar al Asad.

El bombardeo norteamericano contra una base aérea siria tiene, al menos, esa primera lectura.

Está por verse si Rusia se abstuvo de responder a los misiles tomahawk disparados por EUA contra las instalaciones aéreas sirias, merced a un acuerdo previo con la Casa Blanca.

Lo que sí es cierto es que la instalación de la Fuerza Aérea de Siria, que fue atacada por los proyectiles balísticos estadounidenses, había sido prácticamente evacuada gracias al aviso hecho por la Casa Blanca al Kremlin, con un rango de entre 60 y 90 minutos de anticipación. También, que dejó a la ciudad siria de Homs a merced de los terroristas, que de inmediato la atacaron.

Trump ya se metió en Siria y, en adelante, deberá ser muy cuidadoso con cada movimiento que haga.

Por un lado, deberá encontrar la manera de resistir a las presiones del Partido de la Guerra y por el otro, mantener a Asad. Expliquémonos:

  1. Los belicistas, con Hillary Clinton como cabeza visible, quieren el derrocamiento de Bashar al Asad para controlar a Siria y, por ende, a casi todo el Medio Oriente. Hacerse del control del territorio sirio les supondría apropiarse de las enormes reservas de petróleo y gas de ese país, y poner un estratégico dique al gobierno ruso de Vladimir Putin.
  2. Mantener a Asad, en cambio, pondría el dique el Emirato Islámico. Trump debe valorar que la actual República Árabe Siria es laica. Esto quiere decir que respeta todos los credos, lo que no hace Daesh, como se pudo comprobar en Alejandría y Manta, Egipto.

El problema para el nuevo Presidente de EUA es mayúsculo, porque no sólo tiene al enemigo en casa, sino en la Gran Bretaña, Francia, Alemania y en potencias menores como España e Italia.

Con el enemigo interno, más o menos puede lidiar pero, con los foráneos, la cosa está más difícil.

El enemigo más poderoso de la paz en Occidente es el Partido de la Guerra que maneja a placer al Emirato Islámico. Es indispensable que los políticos nacionalistas se coordinen a fin de exhibir públicamente a los infiltrados que financian a Daesh, con la complicidad de Arabia Saudita y Qatar.

Permitir que la infiltración siga actuando en la oscuridad supone el suicidio de Occidente.

Jorge Santa Cruz

Jorge Santa Cruz: Periodista mexicano.

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