La interesante señora Bachelet

La visita de Michell Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos a México ha sido poco examinada. Tuvo interesantes implicaciones: fue una visita detallada, crítica y comprometida. Se sorprendió del desastre de seguridad e impunidad en que vivimos y lo alentador, ofreció varias formas de apoyo en el amargo Ayotzinapa y la constitución y operación de la Guardia Nacional. En este tema es imposible dejar de advertir el grado de improvisación, urgencia y superficialidad con que se están haciendo las cosas.

Por su excepcional experiencia la aportación de la señora Bachetel tiene un valor más allá de la organización que preside. Es hija de un luchador social que fue apresado y murió encarcelado víctima de la tortura. Su madre y ella misma sufrieron la represión del régimen de Pinochet que las sometió a tortura y al exilio. Más allá de esos antecedentes debe valorarse su gran experiencia política y administrativa. Fue secretaria de Salud, de la Defensa Nacional y dos veces presidenta de Chile.

Para nuestras preocupaciones habría que hacer concurrir metafóricamente varios momentos de su vida en un mismo recipiente, mezclar sus vivencias de luchadora social contra la dictadura pinochetista, sus encarcelamientos y torturas y su experiencia política y obtener de ello un beneficio.

Como secretaria de la Defensa Nacional libró al régimen democrático de los generales que habían participado en el golpe de estado en el que murió el presidente Allende. Como presidenta debió enfrentar un conservadurismo de 17 años de dictadura del que se desprendían los mandos de las fuerzas armadas, los grandes capitales, el alto clero y aún las jefaturas clasistas de la gendarmería de ese entonces. Y tuvo a su responsabilidad al Cuerpo de Carabineros, organización de reconocido profesionalismo como policía nacional respetada.

La metafórica figura del recipiente que contiene esas experiencias permite creer que la conversación que sostuvo con el presidente López Obrador fue de una riqueza extraordinaria. Seguramente habló primero fraternalmente como poseedora de sus experiencias de ex presidenta. Sólo después habló como alta funcionaria de ONU y ese momento ya no fue grato, pero sí le hizo ver cuánto apoyo se podría recibir. Los encuentros con el canciller, con el fiscal general y el secretario Durazo seguramente resultaron complementarios. Hecha o no, en esas entrevistas la pregunta ¿cómo le haremos?, seguramente revoloteó.

Los carabineros suman 58 mil elementos para un país de menos de 20 millones de habitantes. En lo general son respetados pero no se ven exentos de involucrarse en situaciones conflictivas que los han llevado a acusaciones legales y sociales por un uso de la violencia en actos de mantenimiento del orden, que en muchos casos ha sido considerada excesiva como atacar estudiantes con cañones de agua.

El eterno conflicto libertades/orden social está presente en toda sociedad, pero en México llegó a extremos de torpeza que explotaron en el 68. Ha sido consecuencia de que no supimos desarrollar un cuerpo de fuerzas del orden. Por décadas políticos y sociedad despreciamos a la figura del policía. Es imperativo que antes de regresar a la violencia debiera pensarse en la profesionalización policial. Esa es una verdad.

La gran cuestión que es trascendente es si las acciones de seguridad que está adoptando el Presidente son razonablemente confiables y satisfactorias ante la población. La respuesta es de escepticismo, una reacción no necesariamente justa que en parte se basa en que se informa a la sociedad con precipitado triunfalismo y no con capacidad de convencimiento sobre lo difícil de nuestra situación, que es mucho más profunda que los crímenes cotidianos y que será más lastimosa por largo tiempo.

El gobierno tiene el plazo de gracia de su corta vigencia, pero la opinión pública y los medios llevan cuentas muy dolorosas. La información que el gobierno emite diariamente lleva el mensaje subliminal de vamos mejorando poco convence. El tema de la Guardia Nacional se maneja con trompetas de triunfo anticipado que cree que es respaldado con la exhibición de sus dirigentes y sus sombríos uniformes. De parte de esos mandos no ha habido ningún mensaje alentador, sólo nos contaron su vida. Triste escena.

Es de todo esto que es deseable que el diálogo Bachelet-AMLO hubiera sido de gran riqueza. Apesadumbrada conoció de los cientos de miles de muertos, de centenas de desaparecidos, de miles de cadáveres insepultos. Sensibilizada por ver tanto horror quizá fue amiga en lo privado, pero fue dura en su conferencia. La duda abierta es si el ofrecimiento será recibido como fraternal lección o como simple trámite diplomático. La relación con la señora es un filón, ¿sabremos qué hacer con él?

Jorge Carrillo Olea

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