Un holocausto permanente se está produciendo en vivo ante nuestros ojos, frente al mundo entero, cada día, cada noche, días y noches, noches y días. Una vez más, una vez de más. La Nakba, es decir el desastre, la catástrofe de 1948 cuando hasta 750 000 palestinos fueron expulsados y deportados de su país por los sionistas cuando proclamaron la creación de un Estado judío en Palestina, convertida en Nakba permanente de los palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén-Este, el desastre eternizado, la gran catástrofe perpetua, insoportable.
La propaganda sionista y pro sionista volvió masivamente en este mes de octubre del 2023 estopara desinformar, envenenar, justificar, legitimar o exonerar a Israel de las masacres y matanzas cometidas y esto nos distrae, nos confunde, nos perturba, nos asfixia. Se intenta una y otra vez invertir los papeles, haciendo que el agresor histórico -el Estado sionista de Israel con apoyo de sus partidarios- aparezca como la víctima que sufre o se defiende, y que la víctima -los palestinos en su propia patria, que resisten siempre- aparezcan como agresores. Insoportable inversión de papeles.
Desde el 7 de octubre del 2023, dos semanas de bombardeos intensos y permanentes de Gaza, este minúsculo territorio de 365 km² con 2.18 millones de habitantes, por el ejército israelí, han causado la muerte de al menos 4 137 Palestinos civiles y 13 162 personas heridas, según datos del 19 de octubre del 2023 dados por el ministerio palestino de Salud de Gaza.[1]
Las masacres israelíes contra Cisjordania y el territorio de Gaza –este bantustán de la peor especie, este vasto y patético campo de concentración de nuevo tipo bajo asedio, embargo y blocus desde junio del 2007– se inscriben dentro de la acostumbrada represión brutal de las dieciséis Intifadas, sublevaciones, motines y rebeliones palestinas desde el 1987. La primera Intifada comenzó en el año 1987 y ello tuvo lugar dieciséis veces hasta el 2023. Ha sido demostrado una vez más que los agresores sionistas atacan y matan metódicamente, gozando de impunidad permanente como otrora. Una licencia para masacrar como un crédito rotativo, revolving, renovado cíclicamente. Cínico, macabro y criminal.
La organizada impotencia de los Estados, de las organizaciones internacionales, de la ONU[2] –que es y fue todopoderosa contra Haití, Costa de Marfil o Libia, por ejemplo, del 2003 al 2011– acompaña los crímenes perpetuos del Estado sionista. Con certeza, la impotencia, bien construida, pero también la complacencia, la connivencia, la complicidad pasiva y activa, los silencios culpables y la cobardía de los Estados patrocinadores y cómplices, como Estados Unidos, Francia y el resto de la UE.
Y los Estados alineados del mundo, tan prontos a desacreditar, satanizar y sancionar a los blancos de los ataques y a las víctimas del eje dominante del mundo -el eje EE.UU- Unión europea-Israel-OTAN-, blancos de ataques como Rusia, China, los países árabes y los del Tercer Mundo insumiso, Irán, Cuba, Venezuela, etc., el eje dominante se agita para hablar del derecho de Israel a la seguridad, para encubrir su furia asesina, para presentar inverosímiles declaraciones de “emoción” y de “llamados a la moderación” del Estado agresor o los archi conocidos comentarios tranquilizadores, hipócritas, vomitivos, que presentan falsas lamentaciones ante las masacres y los crímenes de guerra israelíes cometidos contra los palestinos.[3]
El sionismo, ese proyecto colonialista
Los sionistas y el sionismo –esta forma perversa de judaísmo político que pretende incorporar y encerrar para siempre a todos los judíos del planeta– o esta eterna yihad (lucha sagrada) judía que decreta fatwas (condena religiosa) sistemáticas para paralizar y eliminar las críticas antiisraelíes y la resistencia palestina a la ocupación colonial o de quién sea en cualquier otra parte del mundo.
¡Ah estos sionistas! Los más supremacistas, los más bárbaros, los más crueles, los más infames, los más inhumanos, los más salvajes, los más feroces, los más encarnizados e implacables, los más sádicos y sistemáticos en sus designios y en sus actos de exterminio permanente, lento pero seguro de todo un pueblo, como en la organización y práctica del apartheid y en la práctica genocida contra los palestinos.
Si bien que los trágicos ejemplos y experiencias de regímenes y Estados segregacionistas y genocidas en la historia de la humanidad durante los últimos dos siglos quedan entonces relativamente superados. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?
La Palestina, un país conquistado y colonizado, y un Estado colonial fundado en 1948 -hablamos de Israel- con visos expansionistas y hegemónicos, con los territorios y el pueblo vencido, el pueblo palestino, de rodillas, expulsado, deportado o enterrado en tumbas o bajo escombros desde 1948. Y aún martirizado y despojado en los harapos que les quedaron cada vez menos desde 1967.
Fue casi enteramente beneficioso para los colonizadores, un país llamado Palestina conquistado y colonizado, con los vencidos pisoteados, humillados hasta la escoria, esclavizados o eliminados. Y desde este nuevo desastre de 1967 -la invasión y la ocupación de Cisjordania, de Jerusalén-este y de Gaza por el ejército sionista, los palestinos sobreviven en condición de subhumanos, conquistados, bajo ocupación militar, sojuzgados y explotados a la merced de los amos coloniales, “normalizados” en el proyecto colonial consumado. Un proyecto emergente, rampante y triunfante de capitalismo colonial basado en la tragedia de otros, de todo un pueblo, en la explotación económica de los territorios confiscados y de las víctimas nativas palestinas que quedan. Este Estado se llama Israel y la tragedia de los palestinos continúa.[4]
La insoportable “solución final” a la cuestión palestina
La solución final anti palestina de Israel está tardando demasiado tiempo y sus autores se impacientan cada vez más. La política de hechos consumados del Estado de Israel y el paso del tiempo que le sirve a la consolidación de los hechos consumados no bastan, ya no bastan, para los sionistas.
¡Arrojar a los palestinos al mar! ¡Empujarlos a un éxodo definitivo! ¡Hacerlos desaparecer in situ! ¡Exterminarlos desmenuzados, sepultados o quemados por balas y bombas!… después de haber intentado casi todo. Despojarlos, humillarlos, matarlos de hambre, asediarlos, confinarlos, encerrarlos, paralizarlos, encarcelarlos, guetoîzarlos, masacrarlos cuando se rebelen… etcétera, etcétera. Veamos esto, las prácticas sionistas anti palestinas de solución final son diversas, pero todas apuntan al mismo objetivo.
La doctrina y la praxis, la guerra permanente del Estado sionista, que son la base de su surgimiento “legal” y su posterior blanqueamiento; no pueden borrar los crímenes originales, su innegable caracterización como entidad colonial, con un colonialismo permanente y expansivo. Esta doctrina llamada sionismo y la praxis que conocemos de ella corresponden a una forma particular de fundamentalismo, de integrismo y yihadismo. Que se impone mediante “la razón”, una propaganda intensa y permanente, con sus lavados de cerebro y sus anatemas asesinos. O por “la fuerza”, por los hechos consumados, por el cinismo desacomplejado y descarado del Estado de Israel y de sus aliados.
Y la alianza y el apoyo incondicional de los EE.UU. para garantizar la continuidad, el desarrollo y la impunidad de la entidad sionista, incorporan los esquemas más maquiavélicos. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que otros aliados, arabo-musulmanes, de Washington, concretamente Qatar y Arabia Saudita, para nombrarlos claramente, estén justo en medio de la escena de crímenes en Palestina, con uno apoyando al movimiento de Hamás en Gaza y el otro apoyando al actual Egipto del mariscal al-Sissi que odia a Hamás?
¿Quién se beneficia en última instancia de todo esto? Las ambiciones y rivalidades de estas dos petro-monarquías tiránicas se arreglan entre otros medios sobre los hombros de los palestinos, peones manipulados a voluntad y carne de cañón, que no son exclusivamente víctimas de los crímenes perpetrados por Israel sino también de la cobardía, la perfidia y la total ausencia de escrúpulos de estos dos “falsos-hermanos” de la causa palestina. Hay algo de muy diabólico en este sentido, que huele muy mal, demasiado, mal. O tal vez no hemos comprendido nada.
Racismo, colonialismo y crímenes agravados, estos tres pilares del sionismo –la columna vertebral del Estado de Israel– basados en pretensiones de raza superior, de supremacismo, como su autoproclamación de ser un “pueblo elegido”, de su reivindicación de un derecho eterno del “pueblo elegido” sobre Palestina porque es “la tierra prometida» que fue conquistada desde el principio a filo de espada para garantizar el espacio vital de los “elegidos”. Un vasto intento de deificar, divinizar a un pueblo y a su mito fundacional- y de sacralizar la guerra, la expulsión o el exterminio, lento o en estallidos paroxísticos, de las víctimas actuales que obstruyen y resisten, una y otra vez, los palestinos.
El martirio de este pueblo se eterniza y las buenas voluntades, falsas o ingenuas, que proponen alternativas, siempre comienzan recitando el conocido preámbulo del “derecho de Israel a la seguridad”. Y sabemos cómo los israelíes cuidan su seguridad y cómo la definen. Con crímenes monstruosos y ferocidad constante.
Por otro lado, la alternativa de reconocer todos los derechos inalienables e imprescriptibles de los palestinos y liberar así Palestina, comenzando con poner fin inmediatamente a la ocupación sionista de los territorios restantes[5], por la fuerza, no es considerada en absoluto por el eje EE.UU.-UE/OTAN.
Liberar a Palestina de la ocupación colonial y de la guerra perpetua que soporta, y al mismo tiempo liberar a los judíos del sionismo. ¿Es esta una perspectiva y finalidad tan ingenua y utópica? ¿Existe otra alternativa aceptable?
La indignación no es suficiente
¿Las eternas maldiciones contra los crímenes y los criminales sionistas, contra el Estado de Israel, renovadas una vez más?
La extrema consternación y la indignación de los pueblos del resto del mundo, pero también el dolor y el luto perpetuo del pueblo víctima, siguen siendo inevitables, pero desde hace mucho tiempo, desde siempre, terriblemente insuficientes, totalmente inútiles en el sentido de que no cambia, no detiene, y para siempre, el drama.
Consternación, indignación, dolor y duelo extremos, seguidos de amargura extrema. El Estado de Israel y los sionistas, amos de Palestina, amos de su mundo. Pero también simplemente amos del mundo entero, al que dominan, paralizan o bloquean para todo efecto práctico con el apoyo de sus patrocinadores y aliados, los Estados Unidos y la Unión Europea, incluida Francia, Alemania y el Reino-Unido en primera línea. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué y cómo siempre soportar lo insoportable?
Luis Basurto
Notas:
[1] Gaza 2023 Un nuevo balance de víctimas: Un nuevo balance. Al menos 4 137 Palestinos han sido matados por los bombardeos israelíes desde el comienzo de la guerra en la banda de Gaza, ha anunciado el viernes el ministerio de Salud de Hamas, en el 14e día de conflicto, según Haarertz. Asimismo 13 162 personas han sido heridas. De lado israelí, más de 1 400 personas han sido muertas por los hombres de Hamas desde el 7 de octubre del 2023.
[2] RFI À la Une,Offensive imminente sur Gaza, les Nations unies exhortent Israël à la retenue.
[4] La invención del Pueblo Judío |When and How Was the Jewish People Invented?, Shlomo SAND, Verso Books, 2009
https://en.wikipedia.org/wiki/
[5] Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina, Asamblea general de la ONU, 29 noviembre 1947
Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina – Wikipedia, la enciclopedia libre
Artículo original en francés:
La Palestine, Gaza : incendiée, dévastée… et l’alignement sioniste du monde…, publicado el 23 de octubre de 2023.
Traducido y revisado en exclusiva para el Centro de Investigación Sobre Globalización (Global Research).
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