Libre comercio: Fin de ciclo y falta de claridad
El ministro de Comercio de Canadá, François Philippe Champagne, desmintió ayer al secretario mexicano de Economía, Ildefonso Guajardo, acerca de un supuesto entendimiento entre los países que firmaron el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) para retomar ese convenio incluso sin la participación de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, lo abandonó desde que tomó posesión del cargo.
Aunque no quiso dar detalles sobre lo presuntamente acordado, Guajardo respondió sí
a la pregunta de los periodistas de si se había logrado un acuerdo, dijo estar muy feliz
y adelantó que hoy se haría el anuncio del éxito de las negociaciones, pero otros participantes en el encuentro que se realiza en Danang, Vietnam, no quisieron formular comentario alguno. Por su parte, el ministro japonés de Economía, Toshimitsu Motegi, afirmó: hemos alcanzado el punto en el que podemos discutir una propuesta para un paquete final de acuerdo en principio del TPP
, lo que significaría una conclusión que deje a todo mundo igualmente inconforme
.
Por su parte, el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, si bien se dijo optimista
ante la quinta ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), agregó que el desarrollo de México va más allá de un tratado de libre comercio
.
Durante casi 30 años, en México ha ejercido el poder público un proyecto político que ha visto en la apertura comercial, el libre comercio y la integración supeditada de la economía nacional a la estadounidense y además, a lo que puede verse, en el actual equipo gubernamental no hay la claridad necesaria ante el ocaso de los términos de la globalización impuestos hace tres décadas.
México fue uno de los impulsores más entusiastas del TPP, un instrumento comercial que, como se advirtió en su momento, habría podido tener consecuencias desastrosas para la economía, la soberanía y el desarrollo nacionales, y que actualmente, tras la defección estadounidense, se encuentra en agonía. En un año, la absoluta certeza de las autoridades nacionales en la continuidad y solidez del TLCAN se ha convertido en una incertidumbre y un desconcierto inocultables, y hoy se busca relativizar la importancia de ese convenio, que fue defendido como un paradigma indispensable para el país y su población.
Ciertamente, la globalización económica es una realidad irreversible, pero sus modalidades se transforman con una rapidez que rebasa a las autoridades mexicanas, las cuales no parecen estar entendiendo el momento y no son capaces, por ello, de formular un posicionamiento consistente para enfrentar las nuevas circunstancias mundiales. Y eso no es bueno, porque la ausencia de lineamientos gubernamentales claros y los frecuentes tropiezos de los representantes nacionales en las mesas de negociación trabajan en contra de la estabilidad económica interna.
Es necesario, por ello, que las autoridades del país convoquen a un debate nacional sobre la situación de México en el entorno global y sobre las posibles estrategias para hacerle frente. Por lo demás, el actual parece un momento tardío para la firma de acuerdos internacionales. Lo más sensato, decoroso y apegado al espíritu democrático y republicano sería dejar esa tarea al gobierno que se constituya tras las elecciones del año entrante.
La Jornada
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