Los ciberataques y la actual guerra mundial
Medios estadounidenses reportan que EE.UU. planea llevar a cabo una serie de ciberataques contra las redes de Rusia. Sobre la base de las declaraciones de funcionarios estadounidenses no identificados, el diario The New York Times publicó que EE.UU. planea llevar a cabo una serie de ciberataques contra las redes de Rusia.
Este conjunto de acciones clandestinas sería la respuesta al ciberataque del que recientemente fueron objeto numerosas instituciones gubernamentales y cuya autoría, sin evidencias, se atribuye a hackers rusos. La NASA, el Pentágono y el Departamento de Justicia están entre las víctimas de lo que denominan el más extenso y más sofisticado ataque que el mundo haya visto jamás.
Estos desconocidos funcionarios sostienen que la proliferación de ciberataques por los rivales constituye un desafío para la administración Biden, que ahora tiene planes para replicar con una serie de acciones secretas en todas las redes de Rusia, en busca de disuadir las intrusiones rusas en los sistemas corporativos norteamericanos y de gobierno. Se trata de las medidas más efectivas para dar una respuesta adecuada a Rusia, en términos de esclarecer lo que EEUU cree que está dentro y fuera de los límites y lo que está preparado para hacer en respuesta. Estos ciberataques de réplica, destinados para que sean entendidos por el Presidente Putin, sus servicios de Inteligencia y los militares rusos, aunque no por el resto de la población, se combinarán con más sanciones económicas contra Moscú.
Además, el Presidente Biden firmaría una orden para prevenir futuros hackeos y proteger mejor a las redes estatales de EEUU. También se plantean qué hacer contra China, el otro gran contrincante, a la que acusan de haber atacado, a principios de marzo del 2021, a 30.000 computadoras de corporaciones estadounidenses y del gobierno, que dejaron 60.000 cibervíctimas, para lo cual se aprovecharon de la vulnerabilidad de un programa de correo electrónico de Microsoft.
Estas acusaciones crean un bodrio poco creíble, porque cualquier falta de la que se acuse a China y Rusia estará empañada de antemano por el hecho de que EEUU ya cometió antes ese tipo de delitos. En el año 2016, el entonces vicepresidente Biden, a nombre de la administración de Obama, comunicó que se preparaban operaciones secretas contra Rusia, pese a que una operación secreta no se comunica a nadie, por lo que es claro que estas declaraciones están dirigida al público ingenuo.
Secretas fueron, por ejemplo, las instalaciones que se usaron para realizar escuchas ilegales a otros gobiernos, incluidos los aliados más cercanos de EEUU, país que es un verdadero imperio del espionaje y usa sus adelantos tecnológicos para vulnerar incluso la seguridad de las instituciones públicas o privadas en cualquier lugar del planeta. Cuando la Canciller Merkel se enteró de que todas sus llamadas telefónicas habían sido interferidas, se negó a hacer reclamos “para no dañar las relaciones con sus amigos estadounidenses”, con lo que demostró su comportamiento vasallo.
El asunto se torna color de hormiga puesto que los informes sobre los ciberataques contra SolarWinds, que se atribuye sin evidencias a Rusia, y a Microsoft, que también se acusa sin pruebas a China, carecen de fundamento porque se basan en suposiciones “con una alta probabilidad de ser ciertas”, hechas por los servicios de Inteligencia de EEUU, que en numerosas ocasiones anteriores fueron erróneas, por decirlo en buenos términos; en pocas palabras, se trata de una nueva guerra de propaganda.
Según el expresidente Trump, “tal hackeo es mayor en los medios de fake news” e insinuó que SolarWinds, empresa que tiene varias demandas judiciales por sus fallas en materia de seguridad y su derrumbe bursátil, participó en el fraude electoral de la elección presidencial. En cambio, Chen Shasha, del periódico Global Times, asegura que la ciberseguridad es la nueva arma de EEUU contra China y Rusia; cita a Wang Yiwei, director del Instituto de Asuntos Internacionales de la Universidad Renmin de China: “EEUU juega la carta del ciberataque para mover la lucha ideológica a la ciberseguridad y busca monopolizar al mundo, porque Rusia y China, con su elevado desarrollo tecnológico, han roto la hegemonía de EEUU en el cibermundo, y ahora quiere excluirlas de la competencia en el ciberespacio y en las finanzas, para así controlar a sus propios aliados y mantener la hegemonía mundial”.
Por otra parte, la doctrina militar de EEUU, China y Rusia contempla el ciberataque a sus instituciones estatales como causa de guerra, por lo que en este asunto se debe andar con los píes de plomo si no se quiere incurrir en una provocación que conduzca a una nueva guerra mundial, no deseada por ningún gobernante ni por la población del planeta. Lo ideal y lo deseable sería crear mecanismos de control y ciberseguridad entre estas tres potencias, que eliminen cualquier posibilidad de una guerra entre ellas, y no impulsar provocaciones sin causas, como podría suceder de ser ciertas las afirmaciones del The New York Times. Además, EEUU debería darse cuenta de que no tiene la capacidad para librar simultáneamente una guerra contra China y Rusia.
A Dmitri Peskov, portavoz del Presidente Putin, no le falta razón cuando declara: “Es una información alarmante, ya que un medio estadounidense bastante fidedigno no solo admite, sino que anuncia la factibilidad de tales ciberataques. Por supuesto, el hecho de que el The New York Times admita la posibilidad de que EEUU pueda estar involucrado en este ciberdelito es motivo para nuestra extrema preocupación. Rusia nunca ha tenido ni tiene relación alguna con ninguna manifestación de tales delitos cibernéticos o ciberterrorismo”.
Él sabe de qué habla, comprende que en este mundo sobran locos capaces de escuchar el llamado del séquito del Presidente Biden de ampliar el grupo de naciones dispuestas a combatir contra Rusia, en un amplio espectro de actividades humanas: económica, política, militar, cibernética, puesto que piensa que es un grave error no calibrar bien a Rusia de Putin, que representa un peligro para la libertad y la existencia independiente del mundo, y cuando estos muy tontos oyen al mismo Presidente Biden declarar: “América regresó”, creen que Rusia y China han traspasado el punto tope, definido por ellos, y que llegó la hora de comenzar contra esos países los ciberataques de retaliación clandestina, sin sopesar lo peligroso que es dar ese paso. Se recuerda que a partir del 2018, el Cibercomando de EEUU está autorizado para dirigir en el ciberespacio batallas cercanas a una guerra, sin la explícita autorización presidencial. Tal vez a estos tontos hacía referencia el The New York Times.
Lo real es que los ciberataques contra las instituciones rusas crecen constantemente, tanto en cantidad como en intensidad, sus órganos de seguridad no duermen ni nunca han dormido y desde el año 2013, cuando fue creado por orden presidencial el Sistema Estatal de Detección, Advertencia y Liquidación de Ciberataques, tienen capacidad para controlar y liquidar este tipo de agresiones. Establecer el origen de los ciberataques es bastante complicado y caro, aunque es factible de hacer.
Pero gracias a la advertencia hecha por el The New York Times se simplifica la tarea y se facilita el trabajo para realizar un contragolpe adecuado y demoledor, ya que guerra avisada no mata gente. Esto debería servir de advertencia a cualquier cabeza caliente. Por lo tanto es deseable que antes de embarcarse en una ciberbatalla contra Rusia y China, los órganos de seguridad de EEUU determinen primero con exactitud de dónde y de quién provino el ciberataque, antes de iniciar en el ciberespacio batallas cercanas a una guerra, que podrían desembocar en un apocalíptico fin del mundo.
Y lo peligroso es que esa gente audaz, a la que se refiere The New York Times, persuadida por la idea de la exclusividad estadounidense e imbuida por el absurdo de creerse superiores, inicien el combate contra los molinos de viento que amenazan la seguridad nacional de Estados Unidos, concepto del que siempre se ha abusado, en particular ahora último, cuando con sus prácticas de competencia desleal han roto las leyes de la economía de mercado, que previamente promovieron con hipocresía, y precipiten al mundo al fondo del abismo, en cuyo borde se encuentra actualmente.
Puesto que es de inteligentes aprender de sus propios errores, y respecto a Rusia los órganos de Seguridad de Estados Unidos, que no son tontos, han errado muchas veces, es hora de que respeten a Rusia y no repitan errores del pasado.
Rodolfo Bueno
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