Los Estados miembro de la CARICOM debieran votar contra la candidatura de Canadá para ocupar un escaño en el Consejo de Seguridad de la ONU
Hay tres candidatos a las elecciones para ocupar un escaño en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. A diferencia de los otros dos, Noruega e Irlanda, el Canadá actual representa el epítome del colonialismo moderno. Si bien después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se convirtió en el poder colonial por excelencia, Canadá le sigue de cerca. Canadá es uno de los aliados de asuntos exteriores más importantes de los Estados Unidos.
A diferencia de Noruega e Irlanda, Canadá es Estado miembro del G7 y, por ende, parte del grupo considerado como el comité coordinador de facto en materia de asuntos internacionales. En realidad, también es el grupo que coordina la dominación colonial sobre el mundo.
La vocación tardía de Canadá fue acogida por el club exclusivo del G7 en 1976. Sin embargo, los sucesivos gobiernos canadienses desde la Segunda Guerra Mundial, independientemente del partido político en el poder, no han dejado de “abrirle plaza” a Canadá bajo el “sol colonial”. En gran parte esto obedece a su compromiso incondicional con la subyugación del Tercer Mundo liderada por los Estados Unidos. De no haber sido este el caso, se habría invitado a un país como China para formar parte del G7. Por supuesto, independientemente de las opiniones que podamos tener sobre este país, China no se inscribe en la misma línea política de los Estados Unidos.
Centrando la mira en América Latina y el Caribe, comencemos por Haití. Este país tuvo la primera rebelión exitosa de esclavos en el mundo. Estableció una república negra independiente al expulsar al régimen colonial francés del país. Pero en anales más recientes, Canadá figura como actor clave en un golpe de Estado contra el presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide. Desde ese suceso acaecido en 2004, Canadá ha sido uno de los líderes del denominado Grupo Núcleo (Core Group) que, junto con Estados Unidos y Francia, continúa apoyando la subyugación violenta de Haití a los intereses de países occidentales.
Más aun, Canadá está plenamente asociado a los Estados Unidos en el intento de derrocar al gobierno venezolano. Junto con los Estados Unidos y Colombia, el gobierno de Justin Trudeau es uno de los que lideran esta iniciativa escudada en el Grupo de Lima. La administración de Donald Trump no forma parte del Grupo de Lima, porque Trudeau se encarga de hacerles el trabajo sucio. Trudeau es el cartel liberal que actúa como un frente diplomático para Trump, mientras que el presidente colombiano Iván Duque representa el ala armada del Grupo de Lima.
El gobierno de Trudeau también desempeñó un papel clave en el golpe de Estado liderado por los Estados Unidos contra Evo Morales en Bolivia al reconocer de inmediato a la no elegida Jeanine Áñez como presidenta interina. Canadá también respaldó la investigación del proceso electoral por parte de la Organización de Estados Americanos ahora disputado, cuyo evidente prejuicio ayudó a desatar una ola de masacres racistas y opresión contra los bolivianos indígenas.
De igual manera, Trudeau apoyó el golpe de Estado derechista contra Lula en Brasil por parte del racista Bolsonaro. Tampoco parece haberle molestado las condiciones económicas catastróficas y la represión violenta causada por las políticas del gobierno de derecha de Mauricio Macri en Argentina. Trudeau rebasó sus prerrogativas para manifestar solidaridad con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, mientras el ejército y la policía reprimían violentamente grandes manifestaciones de estudiantes y chilenos indígenas, recordando la era de Pinochet.
Al dar los toques finales a este artículo, nos enteramos de otra atrocidad llevada a cabo en Chile. La viuda del líder mapuche chileno Alejandro Treuquil, quien fue asesinado el 4 de junio del corriente, confirmó que los carabineros y la policía militar chilena profirieron amenazas de muerte contra su esposo durante el periodo que precedió a su asesinato, grupos estos presumiblemente apoyados por Trump y Trudeau.
En lo tocante a un tema de vida o muerte para las pequeñas naciones perjudicadas por el cambio climático, ¿qué postura adopta Canadá? Si bien muchas pequeñas islas del Caribe se exponen a la devastación de sus comunidades costeras debido a la elevación del nivel del mar, cabe decir que tanto Irlanda como Noruega registran emisiones por habitante que apenas representan más de la mitad de las de Canadá. Los Estados miembros de la CARICOM podrían obtener mejor escucha por parte de dos países dispuestos a redoblar sus esfuerzos por contener el cambio climático.
En el renglón de las armas nucleares, los países del Caribe suscribieron un tratado que hace de “Nuestra América” (América Latina y la región del Caribe) una Zona de Paz exenta de armas nucleares, mientras que Canadá se negó a firmar un tratado de Naciones Unidas contra la proliferación de armas nucleares (que Irlanda y Noruega, junto con más de 150 otros Estados, suscribieron). En el ámbito de la ayuda económica para el desarrollo de países del tercer mundo, Noruega gasta alrededor del uno por ciento de su PNB, e Irlanda menos rica, contribuye con un 0,32 por ciento, mientras que Canadá, país más rico, gasta apenas un 0,26 por ciento.
Sobre el plano geográfico, en relación con Noruega e Irlanda, Canadá se ubica más cerca de las naciones insulares de la CARICOM. Sin embargo, Irlanda también es una isla y ha librado su lucha anticolonial contra el colonialismo británico. Cuando Trudeau se dirige a los países del Caribe para tratar cualquier tema, su mente está 100 por ciento orientada a los Estados Unidos o completamente imbuida en un ángulo, valores y nociones preconcebidas eurocéntricos.
Cada que se celebran cumbres regionales de América Latina y el Caribe que incluyen a los Estados miembros de la CARICOM, veo a los líderes del Caribe hablar con claridad, pasión y sinceridad en apoyo de los valores y la soberanía del Caribe y contra todos los intentos de intervención extranjera en la región.
Las islas pequeñas que se expresan con voces de gigante deben analizar concretamente el tema de las elecciones para obtener escaños en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Seguramente, tras haber examinado el papel que Canadá desempeña en la región y el mundo, puedan concebir qué ventajas tendrían las naciones de la CARICOM si votan por un gobierno como el actual en Canadá.
La política exterior de Trudeau sirve de camuflaje a las políticas de Trump y a la doctrina Monroe, cuya presencia aún se advierte sobre la mesa hoy día.
Malcolm X lo ha dicho: “Los conservadores blancos no son amigos del negro, pero al menos no tratan de ocultarlo. Son como lobos; muestran sus dientes en un gruñido que mantiene al negro siempre consciente de dónde aparecen entre ellos. Pero los liberales blancos son como zorros, también muestran sus dientes al negro mas fingen que están sonriendo. Los liberales blancos son más peligrosos que los conservadores; atraen al negro, y cuando el negro huye del lobo que gruñe, huye hacia las fauces abiertas del zorro sonriente”.
Arnold August
Arnold August: Periodista y conferencista canadiense, es el autor de los libros Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections (1999), Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento (2014) y Relaciones Cuba-EE.UU.: ¿Qué ha cambiado? (2018).
Artículo original en inglés:
CARICOM should vote against Canada for a UN Security Council seat, publicado el 10 de junio de 2020.
Traducido para el Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research).
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