Los hombres de la nueva derecha brasileña

Brasil ya tiene un bloque de extrema derecha, independientemente de quién gane las elecciones presidenciales del próximo 28 de octubre. Este está compuesto por diputados como Márcio Labre, del Partido Social Liberal (PSL) de Río de Janeiro. Labre es poco conocido, pero ya ha acumuló 35.000 seguidores en su canal de Youtube. «Había pensado en tomar el poder por la fuerza, pero me convencí de dar una oportunidad más a la democracia en estas elecciones de 2018», dijo en uno de sus videos para pedir el voto.

Allí defiende una nueva Constitución en la cual serán prohibidos partidos y movimientos comunistas y se adoptará un régimen de trabajos forzados para dar cumplimiento a las penas de prisión perpetua. Este diputado dice también que formará «una fuerza de tareas para garantizar la gobernabilidad a nuestro futuro presidente y comandante Jair Bolsonaro».

A su lado estarán diputados que en su mayoría fueron electos para su primer cargo electivo, que defienden el «respaldo jurídico» para que policías maten sin ser castigados, la castración de violadores, la clasificación de movimientos sociales como terroristas, la reducción de la edad en la responsabilidad penal (en algunos casos hasta 14 años), la adopción de la prisión perpetua en el país y prohibición de partidos políticos de izquierda, entre otras iniciativas políticas que, hasta hace algunos años, la mayoría tenía vergüenza de expresar.

En el nuevo Congreso se acabó la vergüenza. Si un Marcos Feliciano, el pastor y diputado federal, incomodaba a mucha gente, ahora prepárese para una invasión de Felicianos (y no necesariamente pastores). Estas propuestas de los ahora diputados elegidos están bien diseñadas en PDF, post en Facebook y vídeos distribuidos por Youtube. Más de 7,9 millones de brasileños votaron directamente a los 52 candidatos que consiguió el PSL, el otrora insignificante partido por el que candidateó Bolsonaro. Es la segunda mayor bancada de la nueva Cámara, después de la del Partido de los Trabajadores (PT), que tiene 56 (en una Cámara de 513 diputados). Pero además del bloque del PSL están los bolsonaristas desparramados por otros partidos, que también han sido electos. La ola conservadora, ante todo, es de la sociedad.

Lo que hace a este aluvión de parlamentarios conservadores potencialmente peligrosos para las futuras leyes de Brasil es que no se trata de un montón de mal educados que podrían ceder al fisiologismo (1). Nada indica que ese grupo de diputados del PSL esté con la sangre en los ojos para robar. La motivación es, hasta indicación contraria, ideológica. Retrógrada, violenta, eventualmente rasa, pero, aun así, con un propósito genuino.

Una parte considerable de esos bolsonaristas convencidos, en realidad, son parlamentarios con potencial para hacer uso eficaz de la tribuna y de las comisiones internas de la Cámara durante, al menos, los próximos cuatro años. Es bueno para recordarlo: Feliciano ganó notoriedad y la aversión de izquierda al patear hasta lograr la comisión de Derechos Humanos, tradicionalmente presidida por representantes del campo progresista. Algunos de estos seguidores de Bolsonaro eventualmente podrían incluso convertirse en ministros. Son policías, oficiales de las Fuerzas Armadas, empresarios, comunicadores. Entre ellos tienen en común un conservadurismo declarado, de una intensidad antes nunca vista.

El conservadurismo de derecha no está solo en el PSL. El ADN de Bolsonaro y su partido de alquiler está presente en un amplio espectro de partidos. Para citar algunos más evidentes: Pastor Marco Feliciano (Podemos), Onyx Lorenzoni (Demócratas-DEM), Kim Kataguiri (DEM). Pero también hay otros aún desconocidos por la mayor parte del público y que salieron de las urnas con una votación aplastante en sus Estados y llegaron a la Cámara con la moral alta y de la mano de Bolsonaro. Es el caso, por ejemplo, del Sargento Fahur, de la Policía Militar Caminera. Fue el más votado en Paraná, afiliado al Partido Social Democrático (PSD). Pero él ha dicho: «Yo apoyo a Bolsonaro presidente de Brasil, independientemente del partido en que esté». No disputó por el PSL, en el estado de Paraná, solo por una razón estratégica.

Lo que se está dibujando es un cambio en la lógica organizativa de la Cámara. Los partidos ya carecían de fronteras claras entre sí. Ahora, con 30 partidos con representantes, la fragmentación partidaria y la polarización del país deja más claro que las votaciones serán mucho más ideológicas y menos guiadas disciplinadamente por los comandos de líderes partidarios. Las votaciones respetarán más los intereses sectoriales que las siglas partidarias. En especial, la bancada BBB (bala, biblia y buey): los defensores de la línea dura en el área de la seguridad pública, los evangélicos y los ruralistas. Ellos están distribuidos en diferentes partidos. Según el Diap (Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria), la actual Cámara tiene 233 diputados alineados a uno de estos tres grupos, es decir, el 45% del total. Con las cifras de la votación del domingos posible imaginar que ese porcentaje aumentará hasta el punto de garantizar la mayoría absoluta de la Cámara.

El Reglamento Interno de la Cámara de los Diputados prevé la formación de los llamados «bloques parlamentarios». En la práctica, unen diversos partidos bajo el mando de un único líder, lo que facilita el encaminamiento de votaciones, la definición de prioridades y la interlocución con el Poder Ejecutivo. No será una sorpresa que el PSL avance en un arreglo más institucional con partidos menores, que ya están tímidamente bajo su órbita. Ni que sea solamente un laboratorio para la creación de un nuevo partido –como se ha publicado en Folha de S. Paulo, después de las declaraciones formales de apoyo de ruralistas y de evangélicos a la candidatura de Bolsonaro. Con la Cláusula de Barrera (2), el volumen del PSL tenderá a aumentar hasta principios de año, con la migración de conservadores elegidos por partidos menores de derecha que quedarán políticamente inviabilizados.

El tamaño del PSL importa. La Cámara tiene ahora 25 comisiones permanentes que se dividen por temáticas. Cada proyecto debe pasar por algunas de ellas antes de llegar al plenario. En un eventual gobierno Bolsonaro, por el tamaño de la bancada garantizada hasta la posesión, el PSL probablemente tendrá el control de la Comisión de Constitución y Justicia (la más importante, por la que pasan todos los proyectos) y de al menos otras dos más. El bloque conservador también tendrá suficiente fuerza para encaminar las comisiones parlamentarias de investigación y desarrollar desde ellas cazas de brujas. Basta para ello un tercio de las firmas de la Cámara. La bancada del conservadurismo más clásico ya tiene el 45% de la Cámara.

Los soldados del Mesías

El discurso rabioso del sargento Fahur, el más votado en Paraná, tiene un enorme éxito en las redes sociales (su página en Facebook cuenta con más de 3 millones de seguidores). Sus mensajes son anatemas civilizados como «al vagabundo un golpe en el lomo y una bala en el culo». El Estado de Paraná es un bastión del nuevo conservadurismo brasileño. También de ahí llega a la Cámara el periodista Paulo Martins, un joven de 37 años que adopta uno de los discursos más radicales de la derecha brasileña. Es afiliado al Partido Social Cristiano (PSC) y consiguió R$ 1 millón de la dirección nacional del partido para su campaña, señal de que era apuesta fuerte para la Cámara. Pero es un bolsonarista de carné.

La tropa de choque de Bolsonaro en Paraná está formada también por otros dos jóvenes de 27 años, potenciales gladiadores del combate contra la izquierda «depravada» en los salones de Brasilia. Estos candidatearon por el PSL propiamente dicho, son «bolsonaristas de pura cepa». Uno de ellos es Felipe Francischini, hijo de Fernando Francischini, Policía Federal y uno de los arquitectos de la campaña Bolsonaro (elegido diputado estadual) y Filipe Barros, un abogado que se define sin evasivas: «Soy conservador, de derecha, defiendo la reducción del Estado, el liberalismo económico y la iniciativa privada (tan desvalorizada en nuestro país). Defensor de la vida, de la familia y de los niños». Barros llega a Brasilia desde Londrina, donde es concejal.

La juventud es un rasgo destacado de esta nueva bancada fiel a Bolsonaro. El promedio de edad de los elegidos por el PSL es de 45 años. En 2014, la Cámara elegida en aquel año tenía un promedio general de 51 años. La tendencia es hacia una ara en la segunda vuelta, los conservadores harían una intensa oposición ideológica. Pero con una victoria de Bolsonaro, los parlamentarios de la derecha tendrían, además, la oportunidad de ganar experiencia administrativa en el gobierno federal.

En el PSL, vale destacar también a la catarinense Carol De Toni, de 34 años. Abogada, que se define como «olavete» -una referencia al filósofo y referente del conservadurismo extremo brasileño Olavo de Carvalho-. En su currículum, la presidencia del MBL en Chapecó (Santa Catarina) y la fundación del Movimiento Liberal Conservador. Entre sus propuestas de campaña están las ya «normales» criminalización del Movimiento sin Tierra (MST) y el fin de la demarcación de nuevas tierras indígenas. Pero también buscan «abolir el financiamiento público de periódicos, emisoras, paradas gay y el carnaval». Ella tiene su originalidad.

Están también los radicales más toscos. Bolsonaro arrastró hacia el Congreso algunas figuras que prometen formar parte del folclore de la Cámara. Si consideramos que [la periodista] Joice Hasselmann y [el ex actor porno] Alexandre Frota son ya fuera de serie de esa sección, lo mismo no puede ser dicho de Nelson Barbudo y Tío Trutis. Ambos vienen del centro-oeste, del mundo fantástico del agro: Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, respectivamente. Barbudo es, de hecho, barbudo. Si Nelson Ned Presidente (sí, ese es su nombre real) repite en la cámara el tipo de discurso que suele dirigir a sus 45 mil seguidores en el canal de Youtube y que lo llevó a ser el más votado de Mato Grosso, será reconocido no solo por su retórica burlona contra la izquierdas y a los medios, sino también por su inseparable sombrero. Trutis es un producto radical, ignorante, sin ninguna cualificación más allá de su retórica. Esta foto lo dice todo .

Otro del ala radical del PSL, si es que se puede separar las cosas de esa manera, es Cabo Junio Amaral, de Minas Gerais. Tiene 31 años pero ya lleva once en la Policía Militar. Ha tenido tiempo de crear el «Minas derecha» y decidir que valía la pena competir para diputado federal para defender, como integrante del Congreso, la tipificación del comunismo como un crimen, el trabajo forzado de los prisioneros y el final de las audiencias de custodia (en la que los presos son llevados ante un juez para la evaluación de posibles malos tratos).

El regreso de las botas, al Congreso

Las fuerzas policiales y militares tienen peso en la tropa del PSL. De los 52 electos, 20 son policías o integrantes de las Fuerzas Armadas, entre ellos tres delegados de la Policía Federal, dos generales y un coronel del Ejército. Uno de los policías es Daniel Silveira, elegido por Río de Janeiro. Tuvo su momento de fama tras destruir la placa en memoria de la concejal asesinada Marielle Franco; el muchacho tiene 35 años y es policía militar.

En São Paulo, cabe destacar la elección del coronel Tadeu. De la Policía Militar, Marcio Tadeu Anhaia de Lemos comparte negocios con Major Olímpio, senador electo y uno de los principales coordinadores de campaña Bolsonaro. Tadeu y Olimpio escribieron dos libros juntos.

Con el aura militarista de su gobierno, no podrían faltar diputados de noble vida militar. Hay dos generales entre los elegidos por el PSL, algo inédito en Brasil. Son especies de «generales Mourão» (3) del Congreso. Uno de ellos es Elieser Girão Monteiro Filho. Elegido por el Rio Grande do Norte, el general Girão fue secretario de seguridad en ese estado y en Roraima. Una de sus propuestas es la reducción de la edad de imputabilidad penal a 14 años y revisar el Estatuto de Niños y Adolescentes en su conjunto.

El otro general bolsonarista que estará circulando por el plenario de la Cámara es Roberto Sebastião Peternelli Júnior. General desde 2006, ya ha comandado varias unidades del Ejército. Fue también secretario ejecutivo del Gabinete de Seguridad Institucional. Su currículum no termina allí. En un post en su Facebook había defendido la intervención militar directa para sacar a Dilma Rousseff del poder. Después, dijo que su cuenta había sido hackeada. Pero el general odia a los «comunistas». Bajo el gobierno de Michel Temer fue elegido para presidir la Fundación nacional del Indio (Funai), pero, debido a sus posiciones contrarias a los intereses indígenas, su nombramiento no fue confirmado.

Ministeriables

El ejército de Bolsonaro tiene también algunos nombres con perfiles de ministros. Heitor Freire, por ejemplo, es de Ceará, región donde Bolsonaro aún no logró una inserción relevante. Mientras que exhibe los diplomas de universidades de Estados Unidos y Gran Bretaña y más de 15 años de experiencia en los mercados financieros, después de haber trabajado, entre otros, en el Banco de Boston y el HSBC, Freire también trae el manual de bolsillo del conservador brasileño: es favorable a una ley que incluya a los «sin tierra» y el Movimiento de Trabajadores Sin techo (MTST) como organizaciones terroristas y la revocación del Estatuto del Desarme para liberalizar la venta de armas.

En el campo policial, el delegado Marcelo Freitas, elegido por Minas Gerais, llega al Congreso con una carrera construida desde 2002 en la Policía Federal. Recientemente estado en la terna de la corporación para reemplazar Leandro Daiello Coimbra en la dirección general de la Policía Federal. Freitas es también profesor en la Academia Nacional de Policía. Desde un colegio electoral fuerte como Minas Gerais, tiene perfil para ministro de Justicia o incluso para el comando de comisión importante en el área de la seguridad pública.

Lo que puede pesar contra él es que se trata de un caso interesante de hibridismo conservador dentro del PSL. Al mismo tiempo que defiende «represión calificada» y «valorización del derecho de defensa», quiere despenalizar el uso de drogas. Mientras que predica en favor de la revisión de la norma actual del ajuste del salario mínimo, aboga por «proporcionar ingresos a los desocupados, siguiendo modelos de Finlandia, Canadá y en parte de Estados Unidos».

Otro «moderado» entre los cuadros del PSL es el ex nadador Luiz Lima. Elegido por Río de Janeiro, capital nacional del deporte, no sería sorprendente que ocupara el ministerio de Deportes. De hecho, ya trabajó en la cartera, pero salió criticando la «política viciada». Lima puede ser el rostro adecuado para un eventual esfuerzo de relaciones públicas del gobierno de Bolsonaro. Es parte del movimiento RenovaBR, de Luciano Huck, y puede ser el puente entre Bolsonaro y este grupo (Lima es uno de los dos únicos miembros del PSL entre 133 «líderes» del grupo). Entre los donantes de su campaña está Abílio Diniz, dueño del grupo Pan de Azúcar.

Daniel Freitas, segundo candidato más votado en Santa Catarina, también merece atención. Concejal en Criciúma, trabajó el departamento comercial de RBS (afiliada a Globo en Rio Grande do Sul) y asesoró al secretario de Comunicación Social de Santa Catarina. Su especialidad es la organización de eventos y tiene incluso una empresa de comunicación en esa rama. Un puesto en el equipo de Comunicación Social del gobierno no sería una sorpresa- incluso por la deuda de gratitud que tiene Bolsonaro con Santa Catarina, el estado que le dio proporcionalmente más votos en todo Brasil.

Atención también con Carlos Jordy, concejal en Niteroi, y que llega a la Cámara con 36 años, una oratoria bastante segura y un discurso supuestamente bien fundamentado para sustentar su opción conservadora. Su formación es en hotelería y turismo, pero trabajó durante un tiempo considerable en el área de licitaciones y contratos públicos -incluso en el gobierno federal, pero como concursado. Entró en la política en 2016. Jordy se define como «conservador cultural» y cita La política de la prudencia [The politics of prudence], de Russell Kirk, uno de los libros de cabecera de quienes surfean esta ola conservadora en Brasil.

En la tropa bolsonarista, está además su «casi vicepresidente», el príncipe Luiz Philippe de Orleans y Bragança. Se espera una recompensa mayor para él, que vaya más allá del derecho a circular por los pasillos del Congreso y sus anexos. Ya anduvo bastante por allá, y eso cansa. Además, eso no debe ser, convengamos, algo digno para un príncipe.

Andrés Cano

Notas:

1. Partidos tradicionales de Brasil, fisiologicamente parte del Estado.

2. Umbral mínimos de votos destinado a excluir los partidos menores.

3. En referencia al general Antônio Hamilton Martins Mourão, candidato a vicepresidente de Bolsonaro.

Comentario sobre artículos de Globalización en nuestra página de Facebook
Conviértase en miembro de Globalización

Artículos de:

Disclaimer: The contents of this article are of sole responsibility of the author(s). The Centre for Research on Globalization will not be responsible for any inaccurate or incorrect statement in this article. The Center of Research on Globalization grants permission to cross-post original Global Research articles on community internet sites as long as the text & title are not modified. The source and the author's copyright must be displayed. For publication of Global Research articles in print or other forms including commercial internet sites, contact: [email protected]

www.globalresearch.ca contains copyrighted material the use of which has not always been specifically authorized by the copyright owner. We are making such material available to our readers under the provisions of "fair use" in an effort to advance a better understanding of political, economic and social issues. The material on this site is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving it for research and educational purposes. If you wish to use copyrighted material for purposes other than "fair use" you must request permission from the copyright owner.

For media inquiries: [email protected]