México: 6 años… ¿Y los 43?

¿Cómo es que los padres de familia de los 43 jóvenes de Ayotzinapa tienen las energías para seguir manifestándose en las calles? ¿Cómo tienen el pulmón para seguir gritando por todas partes: ¡regrésennos a nuestros hijos! ¿Cómo pueden continuar buscando a sus muchachos después de 6 años de que se los desaparecieron?

Si no fuera por la necedad de quienes durante 6 años de incertidumbre han protestado y exigido justicia (¡hasta encontrarlos!), el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) se habría salido con la suya sin ningún problema. Hoy casi nadie estaría hablando de Ayotzinapa.

Como es bien sabido, el gobierno de Enrique Peña Nieto quiso manipular a la opinión pública, pero ésta fue rebasada por el hartazgo social y la exigencia de cuentas claras. Quizás, también, el auge de las benditas redes sociales ayudó a que Ayotzinapa no fuera borrado de la memoria colectiva.

La “verdad histórica” ya había sido echada abajo desde que la sociedad mostrara su desencanto por medio de marchas y protestas masivas, con mucha solidaridad internacional, exigiendo que se esclarecieran los hechos de la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Hoy, a dos años con Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno, podemos decir que esa mal llamada “verdad histórica” del gobierno de Enrique Peña Nieto se ha venido desmoronando, ahora sí, de manera oficial.

Sobre los nefastos sucesos de aquella noche, hoy se ha venido comprobando lo que todos ya sabíamos: que hubo encubrimiento por parte de las instituciones encargadas de la justicia; que hubo torturas para moldear la “verdad”; que funcionarios de alto nivel colaboraron para enterrar los verdaderos hechos, que lo ocurrido a los muchachos va más allá de una simple “confusión” entre narcotraficantes.

A 6 años, los familiares de los 43 de Ayotzinapa siguen clamando justicia, los mexicanos siguen sin saber: ¿Quién los desapareció? ¿A dónde se los llevaron? ¿Quién dio la orden? ¿En dónde están?

En vez de “caiga quien caiga”, mejor digamos: sí, que caigan todos, todos quienes cometen crímenes empezando por los poderosos, sí, que caigan primero ellos, los funcionarios de alto nivel. Entre más criminales de cuello blanco vayan a prisión, mejor para todos, mejor para ir sanando el trauma nacional causado por aquellos perversos sucesos, mejor para los avances en la investigación, mejor para la verdadera justicia.

Si los padres de familia no han perdido la esperanza, yo tampoco.

Marco I. Dávila C.

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