México – Pifias que no transforman
La primera quincena de la cuarta transformación fue abundante en expresiones desafortunadas o de plano dislates cometidos por integrantes del gabinete de Andrés Manuel López Obrador y algunas de las figuras relevantes del Senado y la Cámara de Diputados.
No estoy tan seguro de la abundancia, pero sí del extraordinario registro que tuvieron en la opinión pública y publicada, con las redes sociales como influyente actor de la comunicación que obliga al duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio a darle puntual seguimiento y tratar de influir en ellas con resultados relativamente exitosos.
Registro abundante que tiene como referente obligado la disputa política y la incapacidad de los derrotados el 1 de julio en las urnas para asumir la nueva realidad que establecieron los 30.1 millones de votantes por el ahora presidente Andrés Manuel y que, ciertamente, como afirma Juan Villoro, no fue un “cheque en blanco” el que le otorgaron. Sólo que para desgracia de la “política de la quejumbre” que despliegan los liderazgos y burócratas eternos de la oposición partidista y legislativa, el respaldo rebasa con creces los votos obtenidos, pues existen registros demoscópicos recientes de que siete de cada 10 ciudadanos apoyan a López Obrador. El lugar común hoy es repetir como si fuera una grabación “Ya perdió muchos votantes”. Y esto lo escucho desde la tercera semana de julio.
Lo anterior no oculta el hecho de que algunos de los más distinguidos colaboradores de AMLO se lanzan al ruedo sin reflexionar suficiente, no revisan las tarjetas de sus asesores o bien éstos no hacen su trabajo en forma adecuada.
El ejemplo más reciente es el de Irma Eréndira Sandoval, titular de la Secretaría de la Función Pública, explicando a la comisión senatorial correspondiente que su gobierno recomienda al empresariado que aplique la política de austeridad. Se entiende que la recomendación sin sentido es para las grandes empresas que están en capacidad de pagar sueldos superiores a los del gobierno federal. Mas la sugerencia pertinente es que los asalariados de uno a tres salarios mínimos, que son la inmensa mayoría, ganen mejor. Y en todo caso no es la materia de trabajo de la SFP.
A secretarios como el de Turismo, Miguel Torruco Marqués, pareció no importarle la división del trabajo gubernamental y cometió la pifia de informar sin mayores datos que “se acordó” que los vuelos internacionales usarán el aeropuerto de Santa Lucía y los nacionales el Benito Juárez.
En el Senado, el presidente de la Comisión de la Defensa Nacional persiste en su política de amenazas. Si los gobernadores no “acatan” disposiciones legales, como la referida a los 32 delegados federales que sustituirán a 600, se puede aplicar la desaparición de poderes, anunció Félix Salgado Macedonio. Y ahora propone que sean nombrados nuevos ministros de la Suprema Corte, como si disentir de la política salarial que contempla el Ejecutivo y el Legislativo de la cuarta transformación fuera para acatarse sin chistar, cuando lo mejor que pudo suceder es lo que el presidente Andrés Manuel denominó como “fantástico, extraordinario, el diferendo de poderes” que requiere un debate serio de cara al país, no las descalificaciones que ya se hacen a Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación, por sugerir a su jefe institucional otras salidas al disenso que muchos trabajan por convertir en confrontación de poderes y responsabilizan al Ejecutivo federal de lo que ellos impulsan.
Eduardo Ibarra Aguirre
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