México y su posición ante la crisis petrolera

México se convirtió en el centro de decisiones trascendentes de productores de petróleo del mundo para intentar elevar a niveles rentables el precio internacional del barril de crudo, todavía sin lograr.

Primero, una reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) más Rusia logró un sufrido acuerdo de rebajar en 10 millones de barriles diarios la producción, lo cual ocurrió solamente después que México aceptó cortar en 100 mil toneles diarios su producción en lugar de los 400 mil que se le pedía.

Para ello fue esencial una intervención de Donald Trump quien asumió un recorte adicional de 250 mil barriles en nombre de México, lo cual le fue aceptado por la OPEP. No fue una actitud de buen samaritano, sino un recurso en su propósito de que el precio del crudo suba cuanto antes.

En otra teleconferencia sobre el mismo tema el sábado pasado, pero del Grupo de los 20, resurgió la polémica de México con Arabia Saudita, y se volvió a trabar la construcción y aprobación de un acuerdo que consolidara el de recorte del bloque.

En el G-20, tanto Arabia Saudita como Rusia coincidieron en que, si se quería obtener algún resultado positivo para un alza de precios, era necesario que el resto de los productores aportaran un recorte no menor a 5 millones diarios para totaliza 15 con el de la OPEP, aun cuando en criterio de especialistas esa cifra debía ser de 25 millones.

Para México ambas expectativas, la de la OPEP y la del G-20, son consideradas como una granada de fragmentación en los planes de recuperación de la industria de los hidrocarburos después de una tenaz batalla por volver a conquistar una posición en el mercado mundial y dejar de importar crudo y combustibles refinados.

Después de una limpieza moral y ética en Petróleos Mexicanos para adecentarla y erradicar la corrupción, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador logró eliminar la reforma energética de su antecesor Enrique Peña Nieto, que quebró el sector, y reanimar la extracción y refinación de crudo.

López Obrador dijo poco después de la teleconferencia del G-29 que, frente a esta crisis de los precios del petróleo, se entenderá mejor la relevancia de procesar la gasolina en México, construir la nueva refinería de Dos Bocas, y rehabilitar otras seis, así como la estrategia del gobierno de darle valor agregado a la producción de crudo con la fabricación de gasolinas y otros productos petroquímicos.

El comunicado conjunto del G-20 al final de la cumbre virtual del sábado incluye compromisos para la cooperación futura en la lucha contra la pandemia de coronavirus, pero no menciona disminución de la extracción e incluso los 10 millones de barriles acordados por la OPEP, se redujeron a 9,7 millones.

La mayoría de los peritos coincide en que un recorte como el pactado no resolverá el tema frente a un exceso de inventarios por la caída de la demanda en 30 por ciento.  El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que es “inevitable” la participación de otros actores.

Estados Unidos presiona un mayor aumento de los precios para que la extracción de bitumen le sea rentable. Sus inventarios de petróleo subieron en 15,2 millones barriles en abril para un acumulado total de 484,4 millones lo que atenta contra su interés mercantil.

La utilización de las refinerías cayó en 1,3 millones de barriles por día. La tasa de uso bajó un -6,7% para un total de un 75,6% y las existencias de gasolina subieron 10,5 millones de barriles en la semana hacía un total de 257,3 millones de barriles, lo cual contrae tanto la extracción como la refinación.

Estados Unidos enfrenta una gran contradicción. Si el aumento de los precios supera los 45 dólares el barril, que es el costo promedio más bajo que ha logrado para extraer bitumen mediante fractura hidráulica, y lleva a sus compañías a incrementar la producción, la cotización volverá a caer si junto con ello no se elimina la pandemia.

Al más mínimo aumento por encima de los 45 dólares el barril, las empresas norteamericanas que tienen una gran cantidad de pozos inactivos en estos momentos, volverán a mover sus taladros para recuperar pérdidas, y los inventarios no van a bajar.

La cuestión radica en que mientras al mismo tiempo no se reanude a plenitud el transporte mundial, ni comience a producir a toda máquina la planta industrial en los cinco continentes, y se rehabilite el gasto interno ahora semiparalizado, la demanda de combustibles y petroquímicos será insuficiente para reactivar los campos petrolíferos, y eso solo ocurrirá cuando se logre vencer al coronavirus y las economías regresen a la normalidad.

Luis Manuel Arce Isaac

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