Nacionaltrumpismo, el show y su campaña de retorno a la Casa Blanca

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Desde los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos inició las guerras “antiterroristas” con la adopción de la Doctrina de la Autodefensa Anticipatoria, que significa atacar antes de ser atacado.

El expresidente estadounidense Donald Trump se negó a responder las preguntas de la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, quien investiga prácticas empresariales ilegales por parte de él y su familia, como exagerar los valores de sus activos para obtener préstamos favorables y subestimarlos para obtener exenciones fiscales.

Trump aprovechó la oportunidad para hacer su show: calificó a las investigaciones de la fiscalía como la mayor cacería de brujas en la historia de EEUU, y como si esto fuera poco dijo que indagar sus presuntas conductas criminales convierte a la nación en una república bananera. El mismo guión lo usó para denostar el cateo efectuado el lunes por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en el lujoso club de golf y mansión de Trump, conocido como Mar-a-Lago en la exclusiva zona de Palm Beach, en Florida.

Lo curioso es que el actual director de esa agencia, Christopher Wray, fue nombrado por el propio Trump. Algunos analistas de televisión se preguntaron si no se trata de un espectáculo montado por ambos para esta nueva ola propagandística de un Trump víctima.

La redada del FBI se relaciona con la búsqueda de documentos oficiales, algunos de ellos clasificados, que Trump se llevó consigo al terminar su presidencia en enero de 2021. Durante meses, las autoridades negociaron para que el ex mandatario devolviera todo lo que contenían las 15 cajas con materiales que debió entregar a los archivos nacionales.

El histriónico exmandatario dijo que esos “asaltos” sólo suceden en países descompuestos del tercer mundo, y estuvo motivado por el esfuerzo de demócratas de izquierda radical para descarrilar su pretensión de volver al poder en 2025.  En las redes sociales hubo fanáticos trumpistas que llamaron a tomar las armas, calificaron ésta y otras investigaciones judiciales de causas de guerra civil y desconocieron la institucionalidad.

Un llamamiento que no debe sorprender pero si prender las luces de alerta tras el asalto al Capitolio del año pasado, que pone en evidencias que los más fervorosos trumpistas están alentados a recurrir a la violencia para respaldar a su líder.El violento asalto intentaba frustrar la ceremonia de nombramiento de Joe Biden como presidente electo.

Pero lo grave es que este mismo guión lo utilizaron políticos republicanos como el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, profiriendo amenazas directas al procurador general Merrick Garland.

Y la candidata a gobernadora de Arizona, Kari Lake, se atrevió a decir que este régimen ilegítimo y corrupto odia a Estados Unidos y ha vuelto todo el gobierno federal en un arma para destruir a Donald Trump, con lo que de paso se hizo eco de las desacreditadas denuncias de fraude electoral en los comicios presidenciales de 2020.

Si a ello se suma la presencia de políticos dispuestos a ignorar la ley en su adhesión a Trump, puede verse la profundidad de la ruptura que atraviesa a la sociedad estadunidense, una grieta de la que el empresario no es causa, sino síntoma, y para la cual no hay ninguna solución a la vista.

El nacional-trumpismo

En la reciente reunión de los partidos y grupos ultraderechistas –en Conferencia de Acción Política (CPAC), en Dallas, Texas- Trump ofreció un discurso extremista repitiendo sus clásicos mantras: Biden no ganó las elecciones, estamos en guerra, la economía se derrumba, el covid es chino, los procesados por el asalto al Capitolio y el intento de golpe son víctimas de una justicia al estilo soviético.

Y agregó, entre otras cosas, que la educación está en manos de profesores marxistas, que el Partido Demócrata está en manos de lunáticos socialistas, que se debe detener la invasión de la frontera sur por inmigrantes delincuentes. Pero por más que sorprenda al resto del mundo, con dichos como esos arrasó con 69 por ciento de la intención de voto para las presidenciales de 2024.

Cabe recordar que siendo presidente en funciones, Trump preguntó a sus asesores de Seguridad: ¿Por qué no estamos en guerra con Venezuela si tiene todo ese petróleo y está en nuestro patio trasero?. Y, en otra ocasión preguntó: Si tenemos armas nucleares, ¿por qué no las usamos? Ambos casos, agregados al intento de golpe de Estado el 6 de enero de 2021, hacen muy peligroso para el mundo su candidatura presidencial.

Desde los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos inició las guerras “antiterroristas” con la adopción de la Doctrina de la Autodefensa Anticipatoria, que significa atacar antes de ser atacado, colocándose al margen del derecho internacional, mientras adoptaba en lo interno la Ley Patriota, que establece un virtual estado de excepción y suspensión de derechos civiles.

El nacionaltrumpismo que se despliega sobre estos fundamentos político-religioso-militares, se proyectan hacia las elecciones de 2024 , promoviendo un estilo golpista que acelera el pronunciado declive hegemónico.

Su negacionismo en lo climático, quita a EE.UU. el liderazgo en un asunto planetario y su endoso a la desregulación de gases de efecto invernadero, colocó al magnate expresidente como cabildero de los combustibles fósiles y promotor del calentamiento planetario, señala el mexicano John Saxe Fernández.

Saxe alerta que hoy los riesgos existenciales son mayores: junto al colapso climático capitalogénico en curso, como lo señaló Antonio Guterres, secretario general de la ONU,  la humanidad está a un malentendido, a un solo error de cálculo de la aniquilación nuclear, una guerra nuclear cuyo orden de probabilidad ha aumentado de manera grotesca ante el acoso estratégico al que se ha sometido a Rusia por parte de EE.UU. y la OTAN.

Álvaro Verzi Rangel

Álvaro Verzi Rangel: Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).

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