Nada de retirada, Estados Unidos cierra el cerco contra Siria

Estados Unidos, junto a tropas británicas, redistribuyeron fuerzas y ahora están en las zonas petroleras en el oriente de las provincias sirias de Hasaka y Deir Ezzor, acciones calificadas como una escalada que aumenta las tensiones.

Nada de retirada, según el propio presidente Donald Trump, quien la anunció parcialmente y luego volvió a dar marcha atrás en un habitual y conocida ejecutoria de una agresiva política destinada al aumento del cerco militar contra esta nación del Levante.

De las 12 bases establecidas al norte de las provincias de Alepo, Hasaka y la frontera con Iraq, reorganizaron sus fuerzas especiales en la región, construyeron dos nuevas instalaciones muy cerca de la frontera con esa vecina nación y ratificaron en la práctica el apoyo a las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), integradas mayormente por kurdos.

Así con el bloqueo de cualquier tipo de negociaciones y la continúa presión bélica en el terreno, Washington facilita la continuación de operaciones de Turquía en la región mencionada y torpedea los débiles intentos de algunos sectores de las FDS para negociar con el Gobierno sirio.

Rusia, a través del vicecanciller Mijaíl Bogdanov, declaró que ‘no podemos acoger con satisfacción esa redistribución del equipo militar estadounidense. Por el contrario solo conduce a una escalada y tensiones innecesarias.’

Por otro lado, tanto Moscú como Damasco, reiteran que por medio de las FDS y ahora por sí mismos, los estadounidenses sacan diariamente entre 30 y 35 mil barriles diarios de petróleo de los yacimientos de Rumeilan y Al Omar, bajo el pretexto de protegerlos del Estado Islámico, Daesh, y al que aparentemente desalojaron y derrotaron en esas áreas.

Tales acciones, sin en el consentimiento del Siria y en desconocimiento de cualquier directiva o resolución de Naciones Unidas, contribuyen a la creación de imprevisibles y peligrosas consecuencias en medio de las continuadas negociaciones en pro de la paz prevista esta vez para el 10 de diciembre en Astaná, Kazajastán.

La realidad en el terreno corrobora la insensatas estadounidense, cuyo cerco militar a Siria les parece ‘insuficiente’ a pesar de bases de alta potencia bélica en Incirlik, Turquía; Baer Al Seeb, Omán; Dwahad y Arfijan, Kuwait; Sultán, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Asimismo, Washington mantiene en el mediterráneo oriental, muy cerca de las costas sirias, un despliegue permanente de al menos una flota de siete buques encabezados por portaaviones que se alternan cada seis meses y centros de inteligencia y terrestre en Amán, Jordania y en ese mismo país, el Centro de Comando Avanzada al que se vinculan 40 naciones miembros de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN).

A tales elementos se une que en esas instalaciones, hay presentes más de 40 mil efectivos de las fuerzas armadas de Estados Unidos y el Reino Unido, a todo lo cual se agrega el dispositivo de apoyo en suministros de armamento y logística al régimen sionista de Israel, el mayor receptor de la ‘ayuda militar’ estadounidense en el Medio Oriente junto a Arabia Saudita.

La inquietante veracidad de lo que sucede está íntimamente ligada a que Siria tiene en sus manos una derrota efectiva de los grupos terroristas y que en la guerra impuesta a esta nación, actuaron como primera fuerza de choque.

Pedro García Hernández

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