Occidente impulsa la alianza económica ruso-china

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La obsesiva política de extorsiones económicas-financieras lanzadas por Washington y sus aliados contra Rusia, tras esta nación realizar una operación especial en Ucrania para detener el avance de la OTAN hacia sus fronteras, ha provocado que se fortalezca aún más la alianza entre Moscú y Beijing.

En un mapa se puede observar claramente cómo la OTAN ha ido cerrando las fronteras de Europa en torno a Rusia con más de 12 000 soldados de diferentes países y otros 5 600 estadounidenses, a los que se unen todo tipo de armamento, aviación y emplazamiento de misiles.

Moscú durante años, ha utilizado diversas formas diplomáticas y de leyes internacionales para tratar de garantizar su seguridad y persuadir a Estados Unidos y a la OTAN de que no continuaran acercándose a su país, pero todo fue en vano.

Recientemente, el exprimer ministro ucraniano (2010-2014) Nicolai Azarov declaró que la OTAN planeaba llevar a Rusia a un enfrentamiento directo, información que motivó la ofensiva de este país contra Ucrania.

Según Azarov, la Organización del Atlántico Norte proyectaba desplegar cuatro brigadas militares en Kiev en el verano de 2022 y lanzar un ataque con armas nucleares contra el gigante euroasiático.

Como el director de una orquesta sinfónica, con la batuta en la mano, el presidente norteamericano Joe Biden ha impulsado y alentado a sus aliados (y amenazado a los que no lo son) a imponer todo tipo de medidas coercitivas contra Rusia.

La histeria de “sanciones” occidentales se dirigen a los más inverosímiles sectores pues no son solo los económicos, comerciales y financieros sino también deportivos, artísticos y sociales. Por ejemplo en Occidente suspenden la gira del Bolshoi, las obras de Chaikovski, seminarios sobre Dostoyevski, exposiciones de animales domésticos y hasta la participación en eventos de atletas paraolímpicos rusos.

Pero esa rusofobia esta impulsando a la vez una mayor alianza entre Moscú y Beijing, la que ya venía creciendo en los últimos años.

El intercambio comercial entre estos dos gigantes pasó de 90 000 millones de dólares en 2012 a 140 000 millones en 2021 a pesar de los embates de la pandemia de coronavirus.

Se prevé que para 2025 la cifra llegue a 200 000 millones, una gran parte de ese intercambio ya se realiza en las monedas oficiales de ambos países: yuan y rublo.

A continuación ofreceré algunos datos que no deben ser obviados. Rusia es el país más grande del mundo con 17 075 400 kilómetros cuadrados y una población de 145,3 millones de habitantes con alto índice de desarrollo educacional humano y científico; un Producto Interno Bruto (PIB) de 1,8 billones, el onceno mundial, y un promedio de crecimiento anual de 3 a 4 %.

China, por su parte, cuenta con una extensión de 9 561 000 Kilómetros cuadrados (el cuarto país más extenso del planeta); 1 350 millones de habitantes, el más poblado, y un PIB de 14,8 billones, segundo a nivel mundial después de Estados Unidos.

Los líderes de Rusia, Vladimir Putin y de China Xi Jinping se han entrevistado en varias ocasiones en los últimos tiempos y han firmado decenas de acuerdos económico- comerciales

Durante sus conversaciones, los estadistas se han comprometido a construir un nuevo tipo de relaciones entre grandes potencias y aprovechar el potencial que poseen en las áreas de la agricultura, minería, infraestructura, energía, protección del medio ambiente, tecnología y exploración espacial.

El renglón más destacado por el peso que tiene en las relaciones comerciales es el de los combustibles pues Moscú continúa siendo el mayor proveedor para el mercado del gigante asiático. El contrato vigente por 30 años, entre las empresas Gazprom y China National Petroleum Corporation (CNPC), es de 38 000 millones de m³ de gas anuales.

Recientemente estas compañías acordaron elevarlo en 10 000 millones de metros cúbicos adicionales por lo que la exportación será de 48 000 millones de m³.

El gas se transporta principalmente a través del gasoducto fuerza de Siberia, puesto en operación en 2019.

Se encuentra en construcción el Fuerza de Siberia 2, con una capacidad de 50 000 millones de m³, dirigido al este de China, mientras compañías de ambos naciones participan en la confección de una planta de licuefacción de gas en Yamal (noroeste de Siberia) valorado en 27 000 millones de dólares. Además, Rusia envía alrededor de 60 millones de toneladas de petróleo.

En la rama de la energía nuclear, las dos potencias firmaron un acuerdo para la construcción de otras dos unidades de la central de Tianwan. Moscú también erigirá una central completamente nuevaen Xudabao.

Estratégico será el suministro de unidades térmicas de radionucleidos de uso espacial, necesarias para el programa chino de exploración lunar.

Xi Jinping, ha explicado los beneficios que obtendrá Beijing con las tecnologías rusas y realizó una demostración sobre un reactor de neutrones rápidos (ya concertado) que pueden reducir la toxicidad radiactiva de los residuos nucleares.

Las partes han enfatizado que esos acuerdos son los más grandes de la historia de la cooperación ruso-china en el ámbito nuclear, lo que hará posible colaborar en proyectos que no tienen equivalentes en la industria atómica internacional.

Las dos naciones ejecutan inversiones en distintos sectores de la economía, sobre todo en los de infraestructura industrial, transporte y turismo en Rusia.

Como obras monumentales aparecen desarrollar la Ruta Marítima del Norte, así como los ferrocarriles Transiberiano y Baikal-Amur.

Altos representantes del gobierno chino han expresado que no se unirán a las extorsiones que han impuesto Washington y sus aliados contra Rusia (por los acontecimientos en Ucrania) por lo que muchos analistas aseguran que el eje Moscú-Beijing se fortalecerá mucho más.

Todo indica que la jugada de Estados Unidos para aislar y debilitar a Rusia no le dará resultado. Un mundo unipolar ya no es posible.

Hedelberto López Blanch

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