Oscar López Rivera: Sigue la lucha por Puerto Rico libre

Oscar López Rivera, que el 17 de mayo pasado quedó en libertad tras 36 años encarcelado en Estados Unidos por su lucha por la independencia de Puerto Rico, se ha convertido en símbolo de inspiración para las nuevas generaciones de boricuas.

Con 74 años de edad, el ex prisionero político reiteró su compromiso con la lucha por la libertad de su patria el primer día de su liberación, después de haber pasado desde el 9 de febrero en confinamiento domiciliario en el hogar de su hija Clarisa, en San Juan, como resultado de una concesión hecha por el Buró de Prisiones de Estados Unidos al congresista Luis Gutiérrez, su amigo desde los años de lucha comunitaria en Chicago.

La condena a 70 años de prisión de López Rivera fue conmutada por el presidente Barack Obama el 17 de enero pasado, mas debió cumplir otros cuatro meses de restricción de acuerdo con las condiciones impuestas.

Desde el primer minuto, el combatiente revolucionario no ha titubeado sobre su compromiso con la causa libertaria que abrazó de joven y que lo llevó a prisión por poco más de siete lustros, de los cuales permaneció castigado 12 años en solitaria, sin ningún contacto con exterior ni siquiera con su familia.

Como parte de las nuevas responsabilidades que asume, el llamado ‘Nelson Mandela puertorriqueño’ se propone recorrer los 78 municipios del archipiélago puertorriqueño para dialogar, compartir ideas y promover la unidad del pueblo por la independencia.

‘Si verdaderamente amamos la Patria entonces no debe de ser tan difícil unirnos. Hacerlo porque amamos la Patria. Porque si no lo hacemos la perderemos. Puedo afirmar con plena confianza que amar la Patria no cuesta nada, lo costoso es si la perdemos. Y si continuamos por el rumbo que vamos, Puerto Rico no va a ser nuestra Patria’, vaticinó en su primer contacto con los periodistas a orillas del océano Atlántico en El Escambrón, en la entrada de la isleta del Viejo San Juan.

López Rivera es un hombre sereno, que proyecta convicción y en cuyo corazón no parece anidar el resentimiento a pesar de que fue mantenido encarcelado por Estados Unidos por un derecho que reconocen las Naciones Unidas: la libertad de su nación.

Niños, hombres y mujeres por igual, conscientes de sus años de sacrificios le muestran una admiración inconmensurable, al punto de las lágrimas.

Sindicado por el estadounidense Buró Federal de Investigación (FBI) como principal dirigente de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) de Puerto Rico, que operaron en Nueva York y Chicago, el independentista fue encarcelado desde 1981 y condenado por conspiración sediciosa, delito político que no requiere mayor evidencia.

Tras su arresto, al igual que hicieron sus otros camaradas, reclamó su condición de prisionero de guerra a partir del Protocolo I de Ginebra de 1949, que ampara a los combatientes contra el colonialismo, debido a que Puerto Rico está sometido al dominio de Washington, que lo invadió en 1898.

Sus expresiones solidarias con la lucha de los estudiantes de la estatal Universidad de Puerto Rico (UPR) le ha sumado el respaldo de una generación joven que llenó desde la media tarde del pasado 17 de mayo la Plaza de la Convalecencia, en el sector capitalino de Río Piedras, donde fue arropado con muestras de admiración, y donde artistas como Andy Montañez, Roy Brown y Zoraida Santiago le rindieron tributo musical.

A lo largo del acto artístico previo a su discurso, el líder izquierdista compartió con su pueblo, desde niños hasta ancianos, y con diversas personalidades, incluida la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, dirigentes de las organizaciones que reclamaron su excarcelación y con los ex prisioneros políticos puertorriqueños, incluido Rafael Cancel Miranda, de 86 años, que atacó junto Irving Flores y Andrés Figueroa Cordero, bajo la dirección de Lolita Lebrón, el Congreso de Estados Unidos en 1954.

Meticuloso, Oscar López Rivera no olvidó a sus compatriotas en la diáspora ni tampoco a países como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Ecuador, donde hicieron causa común por su liberación, como tampoco al papa Francisco, quien hizo el pedido directamente a Obama.

López Rivera ya viajó al día siguiente a Chicago, donde vivió a partir de los 15 años de edad, y regresó a San Sebastián del Pepino, municipio en el corazón montañoso de esta isla del Caribe donde nació en 1943, y posteriormente estará en las Naciones Unidas reclamando el derecho a la independencia y soberanía de su Patria cautiva.

Néstor Rosa-Marbrell

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