Panamá ante la incertidumbre de grandes huelgas
La futura estabilidad social en Panamá se definirá a partir de hoy, en la capacidad de diálogo para detener las huelgas convocadas esta semana respectivamente por el mayor gremio de constructores y la caribeña ciudad de Colón.
Las posiciones están actualmente en los extremos: la Cámara Panameña de la Construcción (Capac) ofreció a los trabajadores un aumento de dos centavos la hora en el salario a convenir hasta 2021 y el Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (Suntracs) exige 15 por ciento anual sobre la remuneración actual.
Pero el gremio empresarial considera que la industria carece de capacidad para seguir esa espiral de aumentos salariales experimentado en la pasada convención colectiva (2014-2017), y reiteraron que la aspiración del gremio sindical es sumamente alta si se compara con el comportamiento histórico.
En auxilio de esos empresarios salió la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura (Cciap) que en su columna dominical señaló que ‘nuestra economía no resiste un ajuste drástico que provocaría un encarecimiento escalado de los bienes inmuebles’.
Durante la negociación Capac-Suntracs, que dura ya varios meses, la secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Promotores de Vivienda, Elisa Suárez, declaró a los medios que la caída del 19 por ciento en las ventas inmobiliarias de 2017, como resultado de lo que está pasando a lo interno del país.
Explicó que la mayoría de los promotores indican que el descenso se debe a los requisitos más estrictos de los bancos y el aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal estadounidense, por lo que menos clientes clasifican para créditos.
‘En el 2016 en salarios se distribuyeron mil 510 millones de dólares en la construcción, incluyendo los salarios de los ingenieros. Pero las ganancias en el sector estuvieron por ocho mil 104 millones, con los que se quedaron los empresarios’, dijo el dirigente sindical Genaro López al diario La Estrella.
‘Dos centavos por hora no es ni la limosna por la cual alguien decidiría trabajar en la construcción, una industria multimillonaria que aspiramos a que siga siendo próspera y fuerte económicamente, además de generar los empleos necesarios’, declaró por su parte, Saúl Méndez, secretario general de Suntracs.
La construcción es uno de los bastiones de la economía panameña, por lo que una paralización como la anunciada para este jueves de forma indefinida, podría generar pérdidas millonarias y atrasos en importantes obras como la ampliación del aeropuerto internacional de Tocumen y la línea dos del Metro, entre otras.
Al día siguiente comenzaría otro paro general en la norteña provincia de Colón, donde un Comité de Salvación sin bandera política, pretende que el gobierno formalice una negociación que hasta ahora consideran como un ‘diálogo’, y tome en cuenta el criterio de la comunidad.
Como respuesta, el propio presidente del país, Juan Carlos Varela, suspendió las mesas temáticas de conversaciones hasta que los colonenses desistan del llamado a huelga, al tiempo que múltiples amenazas fueron lanzadas de que mantendrán las escuelas y comercios funcionando.
La Cciap reconoció una falta de ‘comunicación efectiva’, al citar el programa gubernamental de inversiones sociales en la caribeña ciudad, donde los colonenses sostienen que no son tomados en cuenta en los asuntos que los afectan.
El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, ante miles de feligreses expresó ayer su ‘solidaridad’ con el pueblo de Colón por la ‘indiferencia’ para remediar sus graves problemas, a pesar de ser la segunda provincia del país en generar riqueza, dijo.
Censuró que se pretenda establecer una lógica económica que ‘justifique la inequidad’ como parte del proceso de desarrollo y pidió a la juventud movilizarse para apoyar la lucha de los colonenses por una mejor justicia social, en un abierto espaldarazo al llamado de esa comunidad.
Si la cordura se impone, el país mantendrá esta semana su estabilidad, según analistas; de lo contrario, se cumplirá lo que dicen los llamados peyorativamente ‘agoreros apocalípticos’, quienes vaticinan una posible explosión social.
Osvaldo Rodríguez Martínez
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