Poder financiero, otra cara de la hegemonía de Estados Unidos

La multa impuesta el pasado 20 de julio a la compañía petrolera ExxonMobil constituyó una de las últimas penalidades con las que Estados Unidos castigó desde inicios de año hasta hoy a firmas nacionales y foráneas. En ese caso, la sanción fue de dos millones de dólares, y según la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro, se debió a la violación en 2014 de una orden ejecutiva del expresidente Barack Obama que prohibió cualquier relación comercial con ciertas empresas e individuos de Rusia.

Solo tres días antes, la Reserva Federal había anunciado una multa de 246 millones de dólares al banco francés BNP Paribas y a algunas subsidiarias norteamericanas por “prácticas inseguras y poco sólidas en los mercados de divisas”.

Aunque ambas penalidades no tienen relación entre sí y fueron aplicadas por órganos diferentes, son expresión de cómo Washington hace uso de su poder financiero, no solo para regular mercados, sino como otra vía de aplicar su política exterior.

En 2014, Estados Unidos multó también al BNP Paribas. En esa ocasión la cifra del castigo fue de casi ocho mil millones de dólares, el mayor jamás impuesto a un banco extranjero, y respondió a una presunta violación al facilitar transacciones con Sudán, Irán y Cuba.

Lo sucedido provocó la reacción de políticos y líderes empresariales franceses, quienes exigieron el fin del dominio global de la moneda estadounidense; pero más allá de mostrar su disgusto, la mayoría de ellos vio ese deseo como una ilusión improbable.

Tres años después, el panorama no ha cambiado, y grandes compañías y entidades bancarias hacen lo posible por cumplir con las reglas del país norteamericano, ante el temor de ser excluidos del sistema del dólar.

Un trabajo de la revista británica The Economist indicó en febrero pasado que, a diferencia de otros aspectos de la hegemonía estadounidense, el dólar se ha vuelto más importante y hoy se mantiene como la principal moneda de reserva global, lo cual permite a este país ejercer un enorme poder financiero.

Por eso, no es de extrañar que en 2017 la OFAC haya emitido multas relacionadas con el bloqueo a Cuba y las sanciones a Irán y Rusia, las cuales afectan a esos tres países, y a empresas norteamericanas y extranjeras interesadas en hacer negocios con ellos.

En el caso de la isla caribeña, suman cuatro los castigos por supuestas violaciones al bloqueo económico, comercial y financiero mantenido por Washington durante más de 55 años.

La última víctima de esa política fue la compañía estadounidense de seguros American International Group, cuya penalidad ascendió a 148 mil 698 dólares el 26 de junio pasado; luego de que el 8 del mismo mes la empresa American Honda Finance Corporation recibiera una pena de 87 mil 255 dólares.

En tanto, a inicios de año, la OFAC impuso multas a la organización no lucrativa Alianza para una Política Responsable hacia Cuba y al banco canadiense Toronto Dominion, por sumas de 10 mil y 955 mil 750 dólares, respectivamente, bajo el argumento de violaciones al cerco económico.

A todo ello se une que, con alarmante frecuencia, la administración y el Congreso consideran la imposición de sanciones económicas y financieras a países que están fuera del control de Washington.

Martha Andrés Román

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