Políticas de Trump, un paso atrás contra el cambio climático

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Las órdenes ejecutivas del presidente estadounidense, Donald Trump, se caracterizan por el desmontaje de políticas anteriores y el levantamiento de fuertes polémicas, como sucede hoy con el decreto que revierte normas ambientales de la administración de Barack Obama.

Tras cuestionar la existencia del cambio climático y nombrar a un escéptico de ese fenómeno, Scott Pruitt, como jefe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), se esperaba que los planes del presidente se dirigieran después a derogar elementos básicos del Plan de Energía Limpia de su antecesor. Por ello no fue una sorpresa que el mandatario rubricara ayer la llamada Orden Ejecutiva de Independencia Energética, que suspende más de media docena de medidas promulgadas por el anterior mandatario y refuerza el uso de los combustibles fósiles.

La parte más importante del documento pide a la EPA que considere derogar la política de energía limpia, pieza clave de la agenda del segundo mandato de Obama, en la cual se estableció un recorte de 32 por ciento en las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético para 2030.

Al mismo tiempo, la disposición pide a los reguladores federales anular los límites de emisión de dióxido de carbono para las nuevas plantas termoeléctricas, así como del metano en el caso de las perforaciones para la búsqueda de petróleo y gas natural.

También suspende la moratoria sobre los nuevos contratos de arrendamiento de yacimientos de carbón y detiene la política de solicitar a las agencias federales que consideren el cambio climático en las revisiones ambientales.

Con esta medida, la administración Trump intenta aumentar la independencia energética de la nación, a fin de estimular la creación de empleos y mayores ganancias en las empresas beneficiadas, sobre todo aquellas afincadas en la producción de carbón, gas y petróleo.

Pero la controvertida orden no dejó indiferentes a legisladores, autoridades y organizaciones ambientales que en diferentes lugares del país criticaron la normativa y prometieron una cruzada para evitar sus efectos.

Este mismo martes 10 senadores demócratas de estados occidentales consideraron que al levantar la moratoria temporal sobre el arrendamiento del carbón, el nuevo decreto ahogará la economía en esos territorios, donde se concentran las mayores inversiones en energía renovable.

Además, sostuvieron que el memorando agrava los problemas de salud pública, las preocupaciones sobre el medio ambiente, las amenazas a los espacios naturales y los problemas de seguridad en todo el país.

Por su parte, el fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, se puso a la cabeza de una coalición conformada por 23 estados, ciudades y condados que se opone a la directiva.

La oficina del fiscal informó en un comunicado que ese grupo tiene el fin de proteger a los ciudadanos de aquellas acciones del presidente ‘que ignoran tanto la ley como la importancia crítica de enfrentar la verdadera amenaza del cambio climático’.

Esa entidad recordó que el Plan de Energía Limpia de Obama, lanzado en 2015, es la culminación del esfuerzo de una década para establecer límites en la cantidad de contaminación que pueden emitir las plantas de energía.

Para Liz Perera, de la organización ambientalista Sierra Club, la orden supone ‘uno de los mayores ataques en contra de las acciones por el medio ambiente que Estados Unidos haya visto jamás’.

A su vez, el presidente de la Unión de Científicos Preocupados, Ken Kimmell, sostuvo que la directiva presidencial socava una parte clave de la respuesta de la nación al problema medioambiental, sin ofrecer ni siquiera un indicio de lo que va a reemplazarla.

Ese tipo de cuestionamientos llegó incluso del otro lado del Atlántico, pues el comisionado de la Unión Europea para la acción contra el cambio climático, Miguel Árias, se mostró contrario a la decisión.

Lamentamos que Estados Unidos revoque el principal pilar de su política climática. Ahora queda por ver a través de qué otros medios tienen la intención de cumplir con sus compromisos bajo el acuerdo de París, apuntó.

Mientras continúa la polémica sobre el tema, expertos sugieren que los planes del presidente para promover el crecimiento y el empleo mediante ese tipo de estrategias encontrarán diferentes escollos, sobre todo ante lo que ven como un declive inevitable de la industria del carbón.

Los puestos de trabajo disminuyen, las grandes empresas del sector tienen menos clientes y luchan contra la bancarrota.

Varios estudios advierten sobre las consecuencias de esa práctica para la salud y, además, sostienen que el mundo irá cada vez más hacia el camino de las energías renovables.

Martha Andrés

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