Por los caminos del oro
El oro ha mantenido su valor y su encanto, a lo largo de la historia, aunque ambos tengan mucho de sicológico y de especulativo. Lo mismo ha sucedido con otros metales nobles y con las piedras preciosas. Se dice que el oro siempre ha sido de valor para los seres humanos incluso antes de que se inventara el dinero y que esto se ve claramente en los esfuerzos desmedidos para obtenerlo.
Hoy quienes defienden la acumulación de riqueza privada engrandecen el valor que ha tenido el oro en las civilizaciones de la antigüedad y convenientemente olvidan que muchas veces el oro fue obtenido por medio de robos y pillajes, no debido a su extracción en la minería. Se cree que los primeros que usaron el electro, una aleación natural de oro y plata, más de 7000 años atrás fueron los egipcios que hicieron con ellos joyas. Algunos miles de años después, ambos oro y electro, fueron usados en pequeños artefactos en el Medio Oriente y posterior a esto (miles de años más tarde) los usaron en la ciudad estado de Ur y en el poblado de Tepe Gawra, ambos en la antigua Mesopotamia. Para los años 2500 A.E.C. (antes de la era común) los egipcios inventaron la técnica de la filigrana y la usaron mucho. El oro lo trabajaron muchos pueblos en la antigüedad incluso, en lo que hoy es América, en la civilización Chavín en Perú alrededor del 1200 A.E.C. En el segundo milenio A.E.C los asirios usaron el oro para ventas al por mayor y la plata para ventas al por menor. En Lydia (Anatolia) en el reino de Alyattes alrededor del año 600 A.E.C. se acuñaron las primeras monedas y estaban hechas de electro. Para el 550 A.E.C. los griegos usaban las monedas de oro como unidad de cambio.
A cerca del origen del metal “oro” hay dos teorías, una explica que gran parte del oro que hemos descubierto cerca de la superficie procede de meteoritos que colapsaron en nuestro planeta, la otra habla de que el oro viene del manto de la tierra. El oro existente en nuestros días, según “Visual Capitalism” sería de 201.296 toneladas sobre la tierra y de posiblemente 53.000 toneladas bajo la tierra, estas reservas por un valor estimado en un billón de dólares. La mayor parte del oro, un 46 por ciento, está convertido en joyas localizadas principalmente en India y China, estos adornos en todo el mundo son más de 93.000 toneladas, por un valor de 5,8 billones de dólares.
Otras existencias de oro están en la inversión privada que se estiman en un 22 por ciento -del cual el 92 por ciento esta en barras y monedas y el 8 restante en fondos transables en la bolsa de valores. En forma oficial en los estados y en los bancos centrales hay oro que se estima en entre 17-20 por ciento de la existencia total, aunque hoy esto no es muy comprobable y podría ser especulativo. Estados Unidos dice tener la mayor reserva del mundo con 8.133 toneladas de oro en sus arcas. Sabemos con certeza que el Banco de Inglaterra le ha robado a Venezuela 31 toneladas de sus reservas depositadas en oro en esta institución financiera. En la industria, donde el oro metal es realmente necesario, sea en la electrónica, en los trabajos dentales y para la industria espacial se usa un 15 por ciento del total, unas 29.448 toneladas. Aunque China es el mayor país extractor y comercializador del oro, las grandes reservas de este metal se encuentran en Australia y Rusia, que también como las reservas mundiales de gas y petróleo las reservas de oro pueden estar exageradas.
Durante la historia de la humanidad los reinos e imperios aceptaron como razonable método de enriquecimiento la conquista de otras naciones o territorios: nunca ha dejado de justificarse la usurpación y el pillaje casi como una acción natural y necesaria de la “civilización.” Conquistadores enloquecidos asaltaron a otros pueblos para despojarlos siempre con justificaciones convenientes, como el honor y la revancha, algunos simplemente por placer asesinaron a otros seres humanos. En la Grecia clásica Platón creía que la guerra tenía más sentido si era contra los no-griegos y que era igualmente un legítimo medio de adquirir riquezas. Los griegos usaron la palabra “opheleia” para designar saqueo y beneficio, las perspectivas de Platón pasaron a Aristóteles que a su vez las inculco a sus alumnos entre ellos Alejandro, hijo del rey Philippos II de Macedonia. Alejandro fue luego un famoso conquistador admirado hasta nuestros días en Occidente como Alejandro el Magno.
Alejandro el Magno o el Grande ha sido por siglos el gran héroe occidental por su conquista del Imperio Persa. Especialmente en el tiempo antiguo, medieval y principios del moderno, generaciones de historiadores han considerado a Alejandro simplemente un joven guerrero valiente, virtuoso y generoso. Recién en nuestros tiempos muchos historiadores han honestamente mostrado la verdadera imagen que emerge de los datos recopilados y que prueba que Alejandro el guerrero usó extrema violencia para robar incluso arrasando con todo, por eso algunos lo consideran un insensato alcohólico, un sicópata vicioso y destructivo que él mismo y su ejército aniquilaron miles de vidas inocentes, convirtiéndose en el saqueador más grande de la historia.
El historiador Frank L. Holt en su libro, “The Treasures of Alexander the Great,” nos muestra detalles de esas conquistas, del tesoro que Alejandro acumuló con el crimen y el saqueo incluso en su corta vida de rey de varios reinos. Estos tesoros y botines de guerra, también gastados en forma desmesurada por los conquistadores, consistieron en tierras, ganado, caballos, camellos, elefantes, alimentos, esclavos, textiles, plata, pero principalmente el codiciado oro en joyas, monedas, adornos y en oro puro. La locura por el oro estaba ya presente en Alejandro y en sus oficiales, y quizás en todos los civilizados de la época.
El historiador Diodorus de Sicilia ha explicado que la primera víctima de Alejandro fue la propia ciudad griega de Tebas, allí fueron asesinados más de 6000 habitantes y esclavizados más de 30.000 a quienes se les robo absolutamente todo lo que poseían, en realidad robaron todo lo que existía en la ciudad. Luego, el año 334 A.E.C. Alejandro emprende la conquista del Imperio Persa -este imperio también formado gracias a conquistas, saqueos, esclavitud e impuestos a otros pueblos sometidos. El Imperio Persa comprendía 5,5 millones de kilómetros cuadrados -entre Anatolia, el Levante, Mesopotamia, Egipto, Bactriana y otros territorios.
En esta conquista Alejandro y su ejército acumularon en tres años aproximadamente 200.000 talentos de oro y plata (1 talento equivale a 26 kilogramos), o sea aproximadamente 1,6 billones de dólares actuales. Cuando los conquistadores griegos ocuparon y saquearon Persépolis, la capital de Persia, se sorprendieron de su inmenso tesoro, equivalente a unos 120.000 talentos. Antiguos reportes de la época cuentan que Alejandro (entonces de 25 años de edad) necesitó 5000 camellos y 20.000 mulas para acarrear su tesoro usurpado, una caravana que tenía 113 kilómetros de largo. Según Sitta von Reden el tesoro robado era suficiente riqueza para acuñar las monedas que producía Atenas en su esplendor por 300 años.
Otra perspectiva del tamaño del robo de Alejandro a Persia, que llevo a cabo en solo cuatro meses de conquista, es que fue el equivalente a un cuarto de la riqueza que España extrajo de América durante 140 años (desde 1520 a 1660), muestra clara de que la invasión y el saqueo del Nuevo Mundo (por el Viejo) ha sido el único evento histórico comparable a la conquista del Imperio Persa por Alejandro Magno. Sabemos que Alejandro murió joven y que nadie de su familia lo sobrevivió, sus camaradas de robo se encargaron de eliminar a Alejandro, robarle gran parte de lo robado y asesinar a su madre y a su descendencia. Para la continuidad de la historia es importante notar que lo que quedó de los tesoros de la época Helenística que acumuló Alejandro vino a caer en manos de los romanos, los siguientes conquistadores del Medio Oriente, y que, aunque para los romanos la esclavitud fue su recurso de energía fundamental en la construcción, producción y servicios, fue el tesoro helénico el que le sirvió de base monetaria para construir su imperio.
Muchas publicaciones del mundo financiero de hoy, The Wall Street Journal y The Economist, ven el saqueo de Alejandro Magno como una aventura capitalista positiva de la antigüedad. Una pregunta racional seria donde está lo que ha quedado del tesoro del rey y conquistador griego. Han sobrevivido mayormente monedas acuñadas del oro y plata saqueado a Persia. Pequeños artefactos y monedas principalmente de oro de procedencia poco clara son subastadas, pero existe un listado detallado que ofrece Frank L. Holt en su libro y que muestra que hay más de 1.000 monedas de oro y más de 15.000 monedas de plata acuñadas en los tiempos del conquistador helénico mayormente en museos de Estados Unidos y Europa Occidental y en algunas universidades de Norteamérica y el Reino Unido.
La conquista por el oro no termina con Alejandro ni con Roma. El año 768 Charlemagne, rey de los francos y nieto de Charles Martel, declara a los sajones del norte de Alemania herejes y bárbaros, y con ello justifica atacarlos y robarles todo el oro y la plata que atesoraban, algo de lo que el rey franco estaba en conocimiento. Posteriormente, para el año 1096, se lanza desde Europa la primera cruzada contra el islam con la excusa de recuperar las tierras santas, pero con la meta verdadera de robar tesoros islámicos deseados. Estos tesoros eran la aspiración de reyes, príncipes y caballeros europeos autoconvencidos de que los merecían por el estatus que ellos mismos se habían dado, la bendición de la iglesia de Roma y la realidad de una vida precaria en esos castillos suyos insalubres. Lamentablemente el espíritu de los cruzados no ha muerto.
Luego vienen los navegantes codiciosos de las coronas española y portuguesa en los siglos 15 y 16 que con la excusa de buscar nuevas rutas a las tierras productoras de especies (la especiería) con las que enriquecer el sabor de sus platos, van con sus naves a las costas de África y de India, y se encuentran atravesado en su camino un continente desconocido que bautizan con el nombre de América en honor de uno de ellos mismos, Américo Vespucio. En América asaltan y asesinan por oro, que esta era su ambición, a quien fuera que oro poseyera y en el proceso de saquear al continente esclavizan y exterminan en un genocidio por el que aún no se exige justicia, a una buena parte de los habitantes naturales del lugar ejecutando uno de los crímenes más aterradores de la historia.
La ruta del oro continuó en el colonialismo del siglo 19, como una leyenda se recuerda la fiebre del oro en California adonde 300.000 mineros arribaron con el sueño de enriquecerse en un mundo donde la gran mayoría era pobre y muy pocos logran algo de fortuna. Aquí mismo en la provincia de Nova Scotia en el atlántico canadiense, miles de trabajadores temporales inmigrantes en el último cuarto del siglo 19 exploraron y trabajaron en más de 60 minas de oro, a muy pocos de ellos les cambió la vida para mejor.
Hoy, debido a la pobreza, hay aún mineros que laboran en yacimientos abiertos con mínimas herramientas y sin ninguna seguridad industrial en lugares de África y de Suramérica.
El oro sigue manteniéndose como respaldo monetario y de hecho durante los últimos 5 años su cotización ha subido el 50 por ciento. Pero las grandes ganancias en la antigüedad resultaban del botín de guerra y el pillaje, los conquistadores no tenían conceptos económicos como “inversión”, “deuda”, “mercado laboral“ que explote trabajadores, capital y manipulaciones bursátiles son conceptos de hoy, se trata de un método más complejo de saqueo. Hace algunos años ha emergido el robo directo que los imperialistas llaman congelación de fondos depositados en el extranjero y que se efectúa contra países que ellos declaran enemigos. Tal es el caso de la confiscación de depósitos en dinero y oro a Libia, Venezuela, Rusia y otros.
Es posible que el oro tenga aún valor en la emergencia, pero hoy el gran valor es la energía y los alimentos básicos sin los que nadie sobrevive y ningún país funciona. A diario sin embargo se repiten falsedades y sandeces que ignoran la importancia de la energía (petróleo, gas) y de los alimentos.
Estados Unidos, el gran consumidor de todo tipo de energía gasta 20 millones de barriles de petróleo crudo a diario para producir combustible y funcionar, además de importar el 40 por ciento de este y casi la mitad del importado de Canadá. Sin considerar el gas natural y el carbón, Estados Unidos gasta solamente en petróleo 1600 millones de dólares diarios, vale decir casi 600 mil millones de dólares al año. Todos los países del mundo en total gastan 3 billones de dólares al año en petróleo crudo, una cifra que ningún metal como el oro, por mucho que brille y mantenga su encanto, puede igualar.
Mario R. Fernández
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