Presidenciales 2019 en Argentina: ¿Qué se disputa en las próximas elecciones?

El proceso electoral ya está lanzado, hasta ahora los agravios, las chicanas y las políticas del miedo superan a las propuestas y programas que escasean. Ocultan el verdadero significado de estas elecciones.

Ya es un lugar común decir que en estas presidenciales se enfrentan dos proyectos de país. Unos postulan que están en pugna dos modelos, otros más modestos se preguntan: ¿Se votará con el bolsillo o por los valores?

¿Qué se discute?

Quienes piensan que se votará con el bolsillo enumeran no sin razón que el gobierno Macri cerrará su período con una inflación del 250%, una suba de tarifas del 550%, un tipo de cambio que creció 400% y un incremento salarial del 200% (fuente: Ecolatina). Una pérdida de poder adquisitivo de los ingresos populares más que significativa y que explica por sí sola la caída de la demanda. Conviene recordar que la situación económica ya se había deteriorado sobre el fin del gobierno de CFK, aunque es indudable que el actual gobierno la profundizó hasta llevarnos a la crisis actual. Es indudable que el neoliberalismo se realimenta de sus propias crisis y se refuerza en ellas, sino es difícil explicar la intención de voto al actual gobierno.

Por el contrario quienes ponen el acento en los valores señalan la verdad, la transparencia, la libre expresión y el respeto a las instituciones. Todas “virtudes” propias de un sistema republicano afirmado en la independencia de los poderes –ejecutivo, legislativo y judicial- de difícil comprobación y en la noción de ciudadanía, que hace iguales ante la ley a quienes en realidad no lo son. De la situación concreta de la gente poco y nada.

Modelos

¿Qué modelos se enfrentarían? El oficialismo propone un modelo aperturista, mercadocéntrico, donde el mercado es el mejor asignador de recursos y la medida de valor de todos los valores, fuente de libertad para el movimiento de capitales (ninguna traba al proceso de acumulación) y para las personas (individualismo, emprendedurismo, meritocracia). No hay ningún cuestionamiento a los resultados alcanzados hasta ahora, sino que su propuesta es más de lo mismo, pero más rápido (Macri dixit)

Por el contrario la oposición –en esto no hay muchas diferencias entre lo que enuncian Frente con Todos y Consenso Federal– propone poner plata en los bolsillos de la gente (recomposición de salarios, jubilaciones y pensiones, planes), estimular la demanda interna, recuperar puestos de trabajo para una mejora progresiva en la distribución de los ingresos y un Estado que regule los movimientos económicos. Conviene recordar que en el gobierno anterior se mejoró la distribución del ingreso pero las desigualdades sociales aumentaron.

Queda claro que lo que hay que distribuir es la riqueza.

El valor del dólar pareciera poder definir el resultado electoral. Para el macrismo es central mantener la tranquilidad cambiaria hasta octubre, por eso mantiene artificialmente la actual cotización al costo de mantener una tasa de interés extra alta para evitar que los ahorristas en pesos se pasen al dólar. Por el contrario para el kirchnerismo-justicialismo el tipo de cambio está atrasado y especulan que una devaluación mejoraría sus posibilidades electorales.

Los Fondos de Inversión definen así tres escenarios para estas primarias. Calculan que si la diferencia de votos no supera el 5% a favor de la fórmula Fernández-Fernández sería un resultado neutro que no alteraría mayormente la situación. Por el contrario si la diferencia fuera menor favorecería a Macri-Pichetto, lo que tranquilizaría los mercados y haría que los bonos de largo plazo mejoraran su situación y bajara el riesgo país, si esa diferencia fuera mayor creen se abriría un escenario de reestructuración de la deuda en bonos. No en vano Alberto Fernández hace ejercicios de moderación y de llevar tranquilidad a los “mercados”.

Si realmente el tipo de cambio terminara definiendo la elección presidencial hablaría muy mal de la sociedad argentina y de sus votantes.

Centro ¿Qué centro?  

La pugna entre las dos principales fuerzas con posibilidades de triunfo–Juntos por el Cambio y Frente con Todos– prefigura una fuerte polarización, se supone sumarán cerca del 80% de los votos en las próximas PASO. La vulgata periodística nos dice repetidamente que el fortalecimiento de los extremos –centro-derecha / centro –izquierda- vació de contenidos al centro, Consenso Federal. No reparan en que solo el fuerte corrimiento a derecha del oficialismo –alianza con los evangelistas, guiños a los militares con el desfile, del 9 de Julio, discursos xenófobo y mackartista de Pïchetto, disciplinador de Bullrich- permite caracterizar de centro o centro izquierda a las principales fuerzas opositoras.

Todos estos contendientes, incluso pequeñas fuerzas a la derecha del oficialismo –Despertar, Frente NOS– se mueven en un escenario sin que ninguno se atreva a sacar los pies del plato. Solo la izquierda anticapitalista –FIT-Unidad y Nuevo MÁS– proponen políticas disruptivas para sacar al país de la profunda crisis que lo consume. Lo primero que proponen es salirse del acuerdo con el FMI y no pagar o suspender los pagos de la deuda hasta investigarla. Por el contrario para las opciones mayoritarias se trata de renegociar el acuerdo con el FMI, ¿ a cambio de qué? De las reformas laboral, previsional y impositiva. Aún cuando se logre acordar con el Fondo, ¿qué harían con la deuda privada? Recordar que se recayó en el Fondo por no poder pagar la deuda en bonos. Ahora hay que sumar las dos deudas.

Lo que está en juego

Punto de quiebre, momento bisagra, tiempo de definiciones, así caracterizan distintos analistas este proceso electoral que iniciará en agosto y culminará en octubre, o eventualmente en noviembre. ¿Qué es lo que está en juego?

En lo coyuntural dos posiciones están en disputa. Desde los trabajadores y el conjunto de las clases subalternas se necesita un shock redistributivo, que recupere lo perdido por los salarios, las jubilaciones y pensiones, los diversos planes sociales, como base para reactivar la economía y la creación de empleo y mecanismos que controlen el alza de los precios. Por el contrario el capital busca imponer un fuerte retroceso a los trabajadores y sectores populares -en sus ingresos, en sus condiciones de trabajo, en las condiciones en que reproducen su vida y su existencia- para poder relanzar el proceso de acumulación y reproducción de capitales en una economía que está estancada hace 8 años. Acumula en ese período una inflación de 866% y el PBI es 1.7 % menor que el del 2011. Con una deuda del Estado Nacional (sin la que acumulan el Banco Central ni las provincias) que es del orden del 90% del PBI, donde prima la deuda externa de corto plazo.

Pero no se trata solo de la coyuntural, hay una perspectiva estratégica. En el caso de la fórmula Fernández-Fernández no aparece con claridad, mientras que para Macri-Pichetto es la reestructuración completa de la economía, el establecimiento de una relación de fuerzas duradera favorable al capital y la inscripción en las tendencias regresivas que el neoliberalismo va imponiendo en la región.

En realidad lo que está en discusión, sin que se lo acepte, es la crisis estructural del capitalismo argentino, que ninguna fracción burguesa ha logrado resolver en décadas.

Pierre Dardot y Christian Laval en su reciente artículo “Anatomía del nuevo liberalismo” (Viento Sur n° 164) nos explican que no se trata solo de políticas monetaristas o conservadoras que buscan cristalizar las desigualdades, sino “… de una racionalidad política que se ha vuelto mundial y que consiste en imponer por parte de los gobiernos, en la economía, en la sociedad y en el Estado, la lógica del capital hasta convertirla en la forma de las subjetividades y la norma de las existencias”.

Es esto lo que está en juego y sobre lo que hay que posicionarse en las próximas elecciones.

Eduardo Lucita

Eduardo Lucita: Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

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