¿Quién le teme a Anthony Fauci?

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No es raro pero sí digno de mención. La Casa Blanca se niega a que el Dr. Anthony Fauci testimonie ante un panel de congresistas. La medida pudiera catalogarse como evasión de responsabilidades y no resulta imposible que se trate de  una conminación estilo la bolsa o la vida, destinado a evitar que siga emporcándose la figura presidencial.

Es reiterativo el veto de la administración Trump  a que se efectúen alegatos inconvenientes para su persona. Se recuerda, entre los recientes, la negativa a que John Bolton comparecieran ante los investigadores cuando le enjuiciaban por las presiones al presidente ucraniano Volodimir Zelenski, al  exigirle informes comprometedores para dañar la campaña de Joe Biden, su principal oponente en las presidenciales.

También fueron ocultados o se negó el acceso a documentos comprometedores. Los demócratas, con esas piedras, o sus falencias propias,  no lograron articular con solidez el proceso de enjuiciamiento a Trump. Pero de que no estaban equivocados al presentar querella contra el mandatario se comprobó con el informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO), desde donde concluyeron que la oficina del presupuesto federal violó la ley al interrumpir el suministro de fondos asignados a la seguridad de Ucrania.

La misma investigación plantea que fue Trump quien dio esa ilícita orden. En la práctica usó dinero e instituciones del estado para un insolente beneficio personal. Quiere decir que no se trata únicamente de ética, es un delito, y confirma las acusaciones sobre abuso de poder y obstrucción al Congreso, principales cargos de base para el impeachment

El senador Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado estimó sobre  el asunto: “En particular, la opinión de la GAO deja en claro que los documentos que solicitamos en nuestra carta al líder republicano McConnell, se necesitan más ahora que cuando los demandamos el mes pasado. Porque, en pocas palabras, el presidente Trump infringió la ley”.

La notificación de referencia fue hecha pública en enero último y forma parte de una investigación independiente del juicio iniciado por la Cámara baja, abortada en definitiva por la mayoría republicana del senado. La anormal situación en curso y la cercanía de las elecciones, hacen suponer ocurra un cese de la indagatoria, o se posponga el resultado. Ambas posibilidades serían convenientes para el magnate.

La rememoración de esos hechos nos lleva al impedimento dictado sobre Fauci, hecho revelado por  el Washington Post, citando fuentes del subcomité de Asignaciones de la Cámara de representantes, desde donde afirmaron que el gobierno incapacita al experto, privar de  presentar sus criterios sobre el manejo oficial ante la crisis provocada por el Covid-19. El portavoz de la Casa Blanca Judd Deere, justificó el paso alegando que el testimonio de Fauci sería “contraproducente”.

Varios legisladores demócratas insistieron  en crear una comisión para evaluar la conducción, retardada y negligente –irracional incluso- observada por Trump ante la pandemia que sobrepasa el millón de infectados y más 65 mil víctimas mortales.

En esa estadística no constan los fallecidos con anterioridad supuestamente por otras patologías. Quedó expuesto el 11 de marzo, cuando el director del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, Robert Redfield, dijo en una audiencia que algunas muertes atribuidas al COVID-19 fueron diagnosticadas como procesos gripales. Después, otras autoridades médicas y políticas admitieron similar criterio, incluyendo factores de alta dimensión, pendientes de ser aclarados, como que el virus circulaba por territorio norteamericano  mucho antes del  primer fallecimiento, atribuido por las autoridades a la letal enfermedad.

Entre las diversas y alucinantes torpezas de Donald Trump al tratar la emergencia, están sus recomendaciones de fármacos tenidos por los especialistas como de peligrosos efectos secundarios y “sus inyecciones de lejía” y “tabletas de detergentes”, son difíciles de olvidar.

Sus llamados y esfuerzos para anular las cautelas en evitación de que continúe expandiéndose el SarCov2, merecería otro encauzamiento por irrenponsabilidad. Ha despertado instintos de cuatrerismo anacrónico pero vivo en estratos sociópatas.   Se patentiza en la acción con rifles de asalto contra la sede gubernamental en Michigan y acciones de calle muy agresivas, acciones todas muy elogiadas por Trump.

Tras la mordaza impuesta a Fauci anda el intento  de recuperar credibilidad y justificaciones al empeño de concluir las medidas para evitar la propagación.

En acto televisado el domingo 3 de mayo, Trump se propuso seguir deslegitimando a los gobernadores que quieren mantener un poco más la contención a la pandemia. Busca votos posando como dinámico ejecutivo de la economía y en calidad de eficiente domador de la pandemia.

El propio Fauci, en advertencia a las aperturas tempanas, dijo: “…que nadie tenga ideas falsas” pues las cifras de enfermos y muertos pueden dispararse. Siguiendo las pautas promovidas por el presidente, no pocos gobernadores insisten en relajar las restricciones o ya lo están haciendo.

Fauci advirtió que levantar los términos establecidos de forma prematura  es peligroso. “Obviamente podrías salirte con la tuya, pero estás tomando un riesgo realmente significativo”, dijo ante las cámaras de la CNN.

Y no es que falte inquietud por los daños económicos provocados por el cierre sobre los ciudadanos y al país. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quiere mantener las cautelas  y en ese estado, pese a tener conciencia -según expuso- de las dificultades para quienes perdieron su trabajo o se ven privados de emprenderlo. Apeló a patronos y empleados a mantener las restricciones y evitar que siga extendiéndose el coronavirus.

Como es uno entre quienes prevén el regreso a la normalidad por fases, y a semejanza de  casi todos los congresistas demócratas, prefieren ser prudentes y proceder con la debida moderación.

Con las presiones de unos15 estados abriendo actividades a riesgo, Cuomo afirmó que requiere de indicadores mayores y reportes positivos sobre la evolución  de la COVID-19 en la ciudad antes de flexibilizar las normas.

A resultados como los prescritos por Fauci y otros epidemiólogos,  temen los dirigentes de varios estados de la Unión y los legisladores demócratas  que prefieren proceder con prudencia.

Las noticias referidas a sellar la boca de quien tanto prestigio ha ganado por su honestidad y valor al  poner en evidencia los dilates y bufonadas del presidente, recuerdan fuertes rumores iniciales sobre el posible despido del experto, justo porno someterse al jefe de estado incondicionalmente. No se prevé una expulsión ahora. Resulta demasiado comprometido hacerlo.

Buena parte de los afectados en EE.UU.  son latinos y negros. Gente de bajos recursos y, en general, sin cobertura médica, por tanto, con padecimientos previos que les hicieron más vulnerables. Encima, forman parte de un sector poblacional que se mantuvo trabajando, a semejanza de médicos y personal asistencial, carentes de la protección requerida y muy expuestos al trauma provocado por las presiones y el agotamiento permanentes.

Son ángulos de los cuales debería ocuparse el magnate-presidente, promocionador de potingues, falsedades evasivas y osadía sanitaria, pero ni por asomo se le ha ocurrido que ese es su deber.

Elsa Claro

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