Remedio contra el terror ha sido agravarlo

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Las guerras “contra el terrorismo” libradas por Estados Unidos en Irak, Afganistán y Pakistán como represalia por el ataque terrorista del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, han provocado la muerte a medio millón de personas, según un estudio divulgado por la Universidad de Brown, que tiene su sede en Providence, Rhode Island, Estados Unidos.

Brown es un importante centro privado de altos estudios e investigación que forma parte de la Ivy League que, a su vez, agrupa a las más acreditadas y exclusivistas universidades privadas del Este de Estados Unidos, donde se gradúa una elevada proporción de los líderes políticos, intelectuales, científicos y de los negocios de ese país. El nuevo y sorprendente estudio realizado por la Universidad de Brown revela que entre 480.000 y 507.000 personas fueron asesinadas durante las Guerras de Estados Unidos posteriores al 11 de septiembre de 2011. El estudio examinó los tres conflictos de “guerra contra el terrorismo” en Irak, Afganistán y Pakistán – este último como una extensión de la guerra afgana y foco de los ataques con drones (aviones no tripulados) estadounidenses.

La cifra de medio millón de muertes incluye las de combatientes y civiles a causa de los combates directos y la violencia bélica. Sin embargo, el número podría ser mucho mayor, dado que el estudio no tuvo en cuenta el número tal vez mucho mayor de civiles muertos a causa de los daños infraestructurales, como la inutilización de hospitales o suministros de agua, u otros resultados indirectos de las guerras. Trágicamente, los civiles representan más del 50% de los aproximadamente 500.000 muertos, y el estudio estima además que tanto las fuerzas extranjeras respaldadas por Estados Unidos como los militantes de la oposición sufrieron más de 100.000 muertes cada uno. En cuanto a las fuerzas estadounidenses, el informe revela que más de 60.000 soldados estadounidenses murieron o resultaron heridos en los tres mencionados conflictos posteriores al once de septiembre de 2001. Esto incluye a 6.951 militares estadounidenses muertos en Afganistán e Irak desde las invasiones estadounidenses contra esos países en 2001 y 2003.

En cuanto a los diecisiete años de la llamada “guerra olvidada” en Afganistán, el estudio concluyó, según la Voz de las Américas (VOA), que en octubre de 2018 las muertes en Afganistán ascendían a unas 147.000 personas, incluidas las fuerzas de seguridad afganas, los civiles y los combatientes de la oposición. La cifra también incluye las muertes de 6.334 soldados y contratistas estadounidenses, así como de más de 1.100 soldados se sus aliados.

En particular, el estudio de la Universidad de Brown hace referencia explícita a los intentos del gobierno de Estados Unidos de “pintar un panorama optimista” de las guerras, lo que ha impedido que el público estadounidense conozca el verdadero alcance del computo de las víctimas civiles estadounidenses y de otros países.

Un estudio recientemente publicado bajo el título de Costo humano de las guerras posteriores a 9/11: Letalidad y necesidad de transparencia (Human Cost of the Post-9/11 Wars: Lethality and the Need for Transparency), denuncia que: “La contabilidad completa de la cifra total de víctimas mortales ha sido “prohibida por los gobiernos interesados en pintar un cuadro prometedor de ejecución y progreso perfectos” aunque también señala que el caos de la guerra y la inaccesibilidad de lugares peligrosos impiden una contabilidad más estrecha, veraz y precisa.

De hecho, es posible que nunca se conozca el número total de muertes directas en estas guerras. Por ejemplo, decenas de miles de civiles pueden haber muerto al retomar Mosul y otras ciudades en poder del Estado Islámico (ISIS), pero lo más probable es que sus cuerpos no hayan sido recuperados.

Además, esta cifra no incluye las “muertes indirectas”. El daño indirecto es el que se produce cuando la destrucción o los perjuicios de las guerras tienen consecuencias a largo plazo para la salud de las personas en las zonas de guerra. Por ejemplo, debido a la interrupción del acceso a alimentos, agua, instalaciones sanitarias, electricidad u otras infraestructuras.

Algunas estimaciones compiladas en el pasado por grupos independientes de vigilancia y organizaciones de sondeo han cifrado el número de víctimas mortales en Iraq en más de un millón de personas.

Manuel E. Yepe

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