Rugidos de guerra: Notas sobre un panorama mundial inquietante
El 6 de abril de 2017, Trump y su entorno militar -en una puesta en escena retransmitida para reforzar la estatura del “comandante en jefe” de los ejércitos- decidieron lanzar 59 misiles Tomahawk sobre la base de Shayrat, en la provincia de Homs. Una operación así no es algo improvisado, como analiza Gilbert Achcar, el 10 de abril, en la página de Jadaliyya. En efecto, para este tipo de operación contra una base aérea relativamente secundaria se necesitan localizaciones, contactos con los miembros de la coalición, así como con los militares rusos. El “cielo” de Siria no está en absoluto vacío y las actividades militares regionales son densas.
Así pues, no es la emoción de Donald Trump por la visión de niños expuestos mortalmente a agentes neurotóxicos en Khan Cheikhoun (provincia de Idlib) -emoción exhibida con un talento profesional de talk-show– lo que explica el disparo de los misiles. Sin atenuar el horror de esta nueva agresión de la dictadura de Damasco, diversos médicos sirios y miembros de MSF (Médicos sin Fronteras) han recordado, sobriamente, una constatación trágica: decenas de miles de habitantes han muerto o han sido heridos como consecuencia del lanzamiento de barriles de TNT desde helicópteros. Y no suscita la misma condena. Ahora bien, actualmente los helicópteros continúan destruyendo barrios, con sus residentes agotados. Los desplazamientos planificados de poblaciones, según cálculos políticos y confesionales, se aceleran.
Ciertamente, el uso por el régimen de Damasco de armas químicas -cuya fabricación, almacenamiento y uso está rigurosamente prohibida por la Convención sobre armas químicas que entró en vigor en 1997- había sido ya la señal de la violación de la línea roja, tras las declaraciones de Obama en 2012 y 2013. De una parte, este último había insistido sobre la importancia del “respeto” de esta línea roja no solo por parte de Siria (donde los muertos y torturados eran innumerables), sino también respecto a los aliados regionales y, en particular, Israel. De otra parte, el apoyo pedido, desde 2012, por la población siria alzada no era otro que recibir medios militares para defenderse contra los tanques y los helicópteros. Lo que habría sido decisivo para la revolución. Entonces nada se hizo. Las trágicas consecuencias son conocidas. En cuanto a las armas químicas, más de una, utilizada entre otros por los Estados Unidos, no están catalogadas oficialmente como tales.
Luke Harding en las columnas del Guardian (7/04/2017) no deja de considerar el disparo de misiles desencadenado por Trump -de efectos militares limitados- como funcional a una iniciativa que tiene por objetivo reducir el caos reinante en diversas esferas de su administración y marginar la investigación sobre las conexiones con los servicios de inteligencia de Putin. Además, los Thomawak no han impedido, ya el día siguiente, que aviones sirios (o rusos) despegaran para efectuar nuevos bombardeos. Y, sobre todo, esta iniciativa militar ha permitido a la administración Trump reunir agrupar tras sí a lo esencial del establishment, desde John McCain a Lindsey Graham, senador republicano de Carolina del Sur, considerado, a veces, como demasiado conciliador con la oposición demócrata.
Además, unos misiles contra una base aérea secundaria de Assad –al servicio de Putin y de Irán- neutralizan la retórica del Partido Demócrata. La hazaña coloca así a Donald Trump en una mejor posición en los grandes medios de comunicación estadounidenses. Las turbulencias suscitadas por el cese de Stephen Bannon del Consejo Nacional de Seguridad demuestran que el lugar de los militares no está ya en cuestión y que el ala en el centro de gravedad del establishment reencontraba sus posiciones, como Rex Tillerson, secretario de Estado, y antiguo patrón de Exxon Movil que debía negociar, a continuación, con Lavrov y Putin. En fin, Trump ha recibido felicitaciones de Angela Merkel, de Justin Trudeau (Canadá), así como de Arabia Saudí e Israel.
La proeza balística de Trump ha tenido lugar durante la recepción a Xi Jinping en la residencia y centro de golf de Donald Trump en Mar-a-Lago, Florida. ¿Pensaba transmitir un mensaje al dirigente chino? Era una reunión que supuestamente iba a tratar de una serie de temas importantes: desde los acuerdos comerciales a las tasas de cambio dólar/renminbi, pasando por la situación en el Mar del Sur de China. Y, más específicamente, de las relaciones con Corea del Norte y su régimen despótico, por utilizar un eufemismo. En este caso, no se trata de Siria o de Afganistán.
En efecto, el 13 de abril, la “Madre de todas las bombas”, la más poderosa de las bombas no nucleares, la GU43, fue lanzada en el este de Afganistán, en la frontera con Pakistán. Esta bomba, jamás utilizada en combate, posee una masiva fuerza de destrucción por su onda expansión. Este tipo de operación debe también ser preparada con mucho tiempo. En Afganistán, unos 8.400 soldados americanos forman, aconsejan y apoyan a las tropas afganas contra los talibanes y el Estado Islámico, que era el objetivo en este caso, en una región sumamente escarpada de la provincia de Nangarhar. Esta guerra un poco olvidada es ahora más visible. Una muestra en un panorama más amplio, que va de Oriente Próximo a Asia-Pacífico.
Por lo que respecta a Corea del Norte, se desatan las especulaciones, igual que los contactos entre China, Estados Unidos y sus aliados regionales. Mike Pence, el vicepresidente de los Estados Unidos, está en una visita de tres días, desde el pasado domingo 16 de abril, en Seul y luego viajará por distintos países asiáticos. Los rasgos específicos del régimen de Pyongyang y de su líder, Kim Jong-un, hacen que la política de escalada y de desescalada de Trump -como la caracteriza Josh Rogin en el Washington Post del 19/03/2017, citado por G. Achcar- pueda conducir, frente a un régimen de esas características, a una peligrosa situación caótica regional. Tanto más en la medida en que toda la historia de este Estado-partido autocrático se basa en una tensión extrema, material e ideológica, de defensa-supervivencia.
El fracaso, el 15 de abril, del disparo balístico norcoreano desde el puerto de Sinpo, en la costa este de Corea del Norte frente al mar de Japón, no impide el proceso de mejora de los misiles balísticos, en un país exhausto y muy dependiente de China. La dirección china parece reducir su ayuda, como medida para intentar una transición, difícil, que no desestabilice un área geográfica tan grande. El Global Times, del 16 de abril, escribe en su editorial que China y los Estados Unidos, durante los últimos años, se han aproximado para poner freno a las actividades nucleares de Corea del Norte. Al mismo tiempo subraya que “ante la compleja situación en la región, el gobierno Trump no estaba completamente preparado para situaciones de urgencia”. Pekín pone en guardia a Pyongyang para que no estire demasiado la cuerda, a riesgo de sanciones aún mayores. En los artículos de este periódico se expresa también el claro rechazo al surgimiento de un régimen contrario a Pekín en Corea del Norte, así como a la presencia de tropas extranjeras en las embocaduras del Yalu (río en la frontera de la República popular de China y de Corea del Norte). Se menciona, también, la oposición a una llegada masiva de refugiados de Corea del Norte. Por su parte, el régimen de Seúl, que hace frente a dificultades institucionales múltiples, manifiesta precauciones. No son nuevas.
Una movilización efectiva por la paz contra la guerra en los Estados Unidos -y en otras partes- implica no sucumbir a una orientación que haría de la Siria de Assad, del Irán de Ali Khamenei o de la Rusia de Putin no se sabe qué tipo de países antiimperialistas. Además, en los propios Estados Unidos, las últimas iniciativas de Trump demuestran que, más allá de diversas divergencias, se puede llegar a un acuerdo bipartidista sobre una política de afirmación del poder militar e imperialista de los Estados Unidos.
En el momento en que resurge la posibilidad, ya en marcha, de conflictos inter-imperialistas, intentar comprender lo que está en juego exige actuar reflexionando y reflexionar actuando.
Charles-André Udry
Charles-André Udry: Economista, militante del Movimiento Por el Socialismo (MPS) de Suiza, y de la organización en defensa de los derechos de los inmigrantes. Editor de los Cahiers libres y del sitio A l´encontre/La Breche.
Artículo original en francés:
Des grondements de guerre. Un panorama inquiétant, publicado el 16 de abril de 2016.
Traducido por G. Buster.
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