Rumbo económico discriminador y concentrador

El año 2017 culmina con una nueva ola de despidos en el sector privado y en el Estado, con subas de precios, sean las prepagas, los peajes o el dólar, a lo que hay que sumar la quita de impuestos para los autos de gama media y alta.

Todo ello como resultado de las decisiones del Poder Ejecutivo y el Legislativo. El primero, no tuvo empacho de anunciar cambios en los objetivos de política económica con menos de un día de aprobado el Presupuesto 2018. Los legisladores indicaron unas metas que fueron corregidas horas después por el equipo de gobierno. En esta democracia devaluada no se escuchó una sola vos de parlamentarios ofendidos por la burla del oficialismo, evidenciando la complicidad de los poderes del Estado y la formalidad del republicanismo vigente.

La política hegemónica es una farsa. Parlamentarios electos por el voto no responden a sus electores y el Ejecutivo decide más allá del debate congresal, en un marco de cumplimiento de las normas constitucionales. Es un juego donde el soberano es soslayado y alguien podría remitir al dicho popular “los de afuera son de palo”, olvidando que no hay juego sin la participación electoral de la sociedad. El ejercicio de la soberanía popular es lo que debiera estar en discusión y sin embargo, lo que acontece es una burla a ese poder soberano del pueblo.

En conferencia de prensa, el Jefe de Gabinete, rodeado por los Ministros de Hacienda, el de Finanzas y el Presidente del BCRA anunciaron que había que “re-calibrar” las metas de inflación, que en lugar del 10% previsto para el 2018, lo esperable sería un 15%. En paralelo, el mercado disparó la cotización del dólar y readecuó las expectativas empresarias en el corto y mediano plazo. Difundieron así un discurso legitimador sobre lo que pretende el gobierno del Pro-Cambiemos para el 2018.

Algunos dijeron que se trataba de “realismo” contra la ortodoxia del BCRA, cuyo Presidente habría perdido la interna gubernamental ante los gradualistas en el gobierno. Es curioso pensar como los gradualistas confirman la tendencia al ajuste impopular de las cuentas económicas en un marco de represión acentuada ante la protesta social extendida.

¿Alguien duda sobre quiénes son los beneficiarios y perjudicados por las decisiones económicas en la Argentina?

Los despedidos buscarán reinsertarse laboralmente bajo condiciones más precarias, sea por las nuevas condiciones flexibles de trabajo o por remuneraciones menores, confirmando una tendencia a la pauperización de los ingresos salariales y peores condiciones de empleo para la masa de trabajadoras y trabajadores. Todo ello contribuye a deteriorar los ingresos de la seguridad social y una perspectiva malograda del sistema que atiende la previsión social y las compensaciones por vulnerabilidad social.

Con las subas de precios queda claro quiénes son los que dominan y pueden defender sus ingresos, sean los patrones de la salud privado o el Estado que recompone sus ingresos tarifarios, por peajes o tarifas de servicios públicos. Los usuarios de la salud privada deberán resignar otros gastos para mantener la cobertura o resignarse a unas menores prestaciones “cayendo” en la salud pública. Recordemos a Mauricio Macri señalando que los que no pueden acceder a una educación de calidad caen en la escuela pública. Lo mismo ocurre con los usuarios de servicios públicos, privatizados o no, que el mayor gasto en electricidad, transporte o lo que sea significa reasignación de escasos recursos propios para privilegiar lo que resulta insustituible.

El aumento del dólar favorece a especuladores y grandes productores o exportadores que venían reclamando devaluaciones para encarecer las divisas y mejorar sus rentabilidades. El destino de la cotización del dólar impacta en el conjunto de los precios, especialmente en un país con déficit comercial (se importa más de lo que se exporta), y en consecuencia se encarecen las importaciones, lo que abunda en la escalada de precios locales. No menor resulta el impacto en los tomadores de crédito hipotecario, con actualizaciones asociadas a la evolución del dólar y la inflación, lo que agrega inseguridad a quienes imaginan soluciones de vivienda.

La eliminación del impuesto que grava automóviles de media y alta gama favorece el consumo de sectores de altos ingresos y riqueza en un clara e impúdica demostración para quien se gobierna. Resulta una clara discriminación de una política económica que favorece el consumo suntuario para sostener la lógica de la ganancia a costa de las condiciones de vida e ingreso de la mayoría de la población.

Capitalismo de época

Ocurre que la Argentina transita una lógica económica y política coherente y convergente con la tendencia principal del sistema mundial.

Desde la ruptura de la bipolaridad en 1991 existe un reacomodamiento del poder mundial que afirma la discriminación social masiva y la concentración de la riqueza y los ingresos para agigantar la desigualdad en la sociedad contemporánea.

Es un ejercicio de violencia exacerbado que remite a momentos fundacionales del orden capitalista, sea la acumulación originaria en siglos de desposesión y apropiación privada de medios de producción o sucesivas refundaciones asociadas a los acontecimientos bélicos y de destrucción, especialmente en el Siglo XX.

La deriva autoritaria emergente en éstas últimas tres décadas explica el desorden del orden capitalista, con especulación y militarización, bajo administraciones impresentables en los principales países del capitalismo mundial, cuya imagen patética expresa Donald Trump.

El problema es el imaginario popular de un orden social alternativo, que animó las búsquedas en Nuestramérica en la primera década del Siglo XXI e inspiró procesos sociales y políticos en otros territorios del planeta. Bolivia, Cuba y Venezuela sostienen esas expectativas, no sin dificultades y problemas que amenazan la continuidad de esas experiencias.

Debe consignarse que existen límites en la construcción del nuevo modelo productivo y de desarrollo con perspectiva emancipadora, desplegado con matices no menores en esos tres países mencionados, pero la transición del capitalismo al socialismo continúa siendo una asignatura pendiente y el intento no debe ser combatido por más errores y horrores asociados a la ineficiencia o a la corrupción. No se puede ser imparcial a la hora de juzgar los procesos sociales con pretensión de transformación y más aún si apuntan en un sentido contrario y más allá del capitalismo.

Una aclaración necesaria apunta a considerar variados procesos de cambio político en convergencia con estos rumbos matizados de pretensión transicional mencionados, ya que siendo críticos con la tendencia hegemónica de liberalización explícita, nunca se propusieron superar el orden capitalista. Es el caso de los gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay o incluso Chile, entre muchos de la oleada “progresista” o como se la quiera llamar, que generaron expectativa en Nuestramérica.

Por ello es que resulta imprescindible mejorar el diagnóstico sobre el acontecer de nuestro tiempo y definir rumbos estratégicos para pensar en contra y más allá del capitalismo, en un año que conmemoramos el primer centenario del intento de revolución socialista y próximos a recordar en 2018 los 200 años del nacimiento de Carlos Marx.

El propósito civilizatorio por la revolución sigue vigente en las aspiraciones de millones de personas que mantienen el desafío por pensar críticamente la realidad y no resignarse a un presente como única posibilidad de existencia y claro, eso supone reanimar las expectativas y la alegría de una lucha por una sociedad sin explotación ni depredación. Ese es también mi deseo para el año que se avecina, con solidaridad, felicidad y sueños de un mundo emancipado.

Julio C. Gambina

Julio C. Gambina: Economista y profesor universitario argentino, especializado en economía política, economía mundial, integración, deuda externa y otros asuntos sociales y políticos. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, Ciudad de Buenos Aires.

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