¿Shock y pavor para “resetear” el sistema?

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Decía Albert Camus que la única manera de luchar contra la peste es la honestidad. Pero no es la honestidad la que priva en la coyuntura de la epidemia del Covid-19, sino el miedo. En Amamos al Gran Hermano, Peter Hitchens, del British Daily Mail, escribió que personas anteriormente críticas fueron infectadas por el miedo. Sociedades enteras, cabría agregar. Y resultado de ello el nuevo orden emergente podría convertirse en un panóptico global.

El danés Peter Gøtzsche, fundador de la renombrada Cochrane Collaboration, anotó en estos días que corona es una epidemia de pánico y que la lógica fue una de las primeras víctimas (igual que la verdad). A conclusión similar llegó el virólogo John Oxford, de la Universidad Queen Mary, en Londres: Diría que el mejor consejo es pasar menos tiempo viendo las noticias de la televisión, que son sensacionalistas. Creo que este brote de Covid es una seria epidemia de gripe de invierno. El año pasado tuvimos 8 mil muertes en los grupos de riesgo; no creo que el actual Covid supere (en Gran Bretaña) ese número. ¡Sufrimos una epidemia mediática!

Entrevistado en BBC Radio 4, el ex juez de la Corte Suprema de Reino Unido, lord Jonathan Sumption, declaró que el “problema real es que cuando sociedades pierden su libertad, usualmente no es porque tiranos se las hayan quitado. Es porque la gente voluntariamente entrega su libertad a cambio de protección frente a alguna amenaza externa. Y la amenaza es usualmente real, pero exagerada (…) La presión sobre los políticos ha provenido del público (que) quiere acción (y) no se pregunta si valdrá la pena pagar el costo (…) Quien ha estudiado historia reconoce aquí los síntomas clásicos de histeria colectiva. La histeria es infecciosa (y) la mayoría de los medios se ha hecho eco del pánico y lo ha amplificado (…) no hay razón por la cual la naturaleza científica del problema tuviera que significar renunciar a nuestra libertad y ponerla en manos de científicos”.

En el contexto del doble shock generado por el pánico ante la amenaza del virus y la respuesta totalitaria de un virtual Estado de excepción en varios países (3.38 mil millones de personas confinadas), la epidemia del siglo podría ser un espantoso distractor al que se le podría culpar de la crisis cíclica delcapitalismo de casino que estalló hacia septiembre de 2019 (en la jerga de los economistas, el Covid-19 como cisne negro o incidente inesperado que desata la crisis); derrumbe que podría superar a la Depresión de 1929. Según Rafael Bautista, la respuesta a la crisis podría ser un nuevo gobierno mundial militarizado, donde los toques de queda, las leyes de emergencia y las cuarentenas en varios países, pudieran ser preámbulo de una normalidad siniestra, militarizada.

El germano Ernst Wolff habló de un Putschfinanciero-fascista, y en Estados Unidos, Matt Stoller, del American Economic Liberties Project, se refirió a un “ putsch corporativo”; una cesión de poder a Wall Street, que sería llamada rescate pandémico. Según Stoller, la FED contrató a BlackRock (principal fondo de inversión global) para administrar el rescate de billones de dólares anunciado por Donald Trump. ¿Con la excusa de la pandemia asistiremos a un nuevo proceso para resetear el sistema mediante la doctrina de shock y pavor? ¿Entraremos en una nueva fase de destrucción creativa en el marco de una guerra de clases (Warren Buffett) planetaria?

Según Stephen A. Hasam, asistimos a una suerte de Gleichschaltung, vocablo alemán que describe el proceso mediante el cual la Alemania nazi estableció un sistema de control totalitario sobre el individuo, así como una estrecha sincronización de toda la sociedad y el comercio, aun los medios. Expertos en derecho constitucional alemán han dado la alarma por graves violaciones de los derechos fundamentales. Hans Michael Heinig advirtió que el estado constitucional democrático podría convertirse en un estado higiénico fascista e histérico en el menor tiempo posible. El ex presidente del Tribunal Constitucional Federal alemán Hans Jürgen Papier señaló que las medidas de emergencia no justifican la suspensión de las libertades civiles en favor de un Estado autoritario y de vigilancia.

Con deriva colateral: la aniquilación del derecho a la privacidad ciudadana, socavada por el complejo militar-securitario-digital y el capitalismo de la vigilancia (Shoshana Zuboff), ya no sólo registrará la conducta y los movimientos de cada cual (como hoy vía Google y Facebook), sino que se meterá en nuestros cuerpos y nuestras mentes, con el monitoreo permanente de signos vitales (ritmo cardiaco, temperatura, etcétera) y hasta de las emociones.

Podríamos estar, pues, ante una crisis de depuración(y/o depuración del mercado), y en esos casos, el paquete va acompañado de su complemento y contraparte social, mediante la doctrina del shock and awe propia del Estado de excepción por tiempo indeterminado (que será la regla) para depurar (limpiar y purificar) el mundo de un virus, que todo indicaría (ver piensachile.org) es una gripe estacional más severa y mantener a la chusma a raya (Chomsky dixit). Así, la campaña para enfrentar el virus atrae los reflectores, mientras la crisis de depuración y el proceso de destrucción creativa, se difuminan. Fulvio Grimaldi habla ya de una era de tecnofeudalismo y bioabsolutismo.

Carlos Fazio

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