Si halagar a los de arriba y despreciar a los de abajo es racismo, entonces casi todos somos racistas

1. México es un país racista. Los mexicanos practicamos sistemáticamente esta forma de discriminación contra nuestros compatriotas que tienen un color de piel más oscuro, contra los indígenas y los afromexicanos, contra los inmigrantes, contra los extranjeros y contra todos aquellos que nos parecen diferentes e inferiores.

Todos los días en las ciudades y en el campo, en los medios de comunicación y en los centros de trabajo, en la calle y en los establecimientos comerciales se discrimina a hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos a causa de su aspecto físico, de su manera de hablar, de su forma de vestir. (Federico Navarrete, “México Racista”)

2. Unos días antes de la entrega de premios cinematográficos, “Los Óscar”, algunos actores se manifestaron contra una joven artista mexicana nominada, con el argumento de ser de raza indígena, que no estudió la carrera de actuación. Desde hace algunos meses en varios estados de la República mexicana se han manifestado comerciantes poderosos y funcionarios de gobierno contra los 10 o 20 mil trabajadores de países centro americanos que han estado usando a México como paso para llegar a los EEUU en busca de un trabajo e ingreso que les permita vivir. La realidad es que: ¿siempre habrá algún pretexto para manifestar el racismo hacia los de abajo?

3. Por otro lado, ni artistas de cine ni personas de otro oficio dejan nunca de halagar a las “autoridades superiores” -sobre todo si son extranjeros de países imperiales- buscándoles las mejores manifestaciones para adularlos. Sin embargo, los actores y demás, obviamente no son culpables de su manifiesto racismo que es producto de la ideología, la familia, la sociedad, la educación, su escuela, la terrible desigualdad social. El problema es la terrible desigualdad económica que se vive en el mundo que es la causante original de la polarización de las clases sociales que de manera definitiva llevan a un racismo dominante.

4. Esta sociedad, desde hace siglos, nos ha enseñado a creernos o sentirnos superiores sobre la gran masa de habitantes e inferiores ante el poder de la minoría rica y dominante. Por más discursos o llamados que han hecho los anarquistas y comunistas –luchadores a favor de la igualdad en la historia- a los pueblos para rebelarse contra la explotación, la miseria, la desigualdad, nada han logrado por ese respeto muy determinante hacia los “superiores”. Quizá de los 7,500 millones de habitantes en el mundo menos del 10 por ciento domine, pero es más del 90 por ciento el que ha estado sometido durante milenios a la dominación minoritaria.

5. El racismo apareció hace milenios con la propiedad privada y las clases sociales; seguirá existiendo en el mundo en tanto sigan viviendo las clases sociales y la desigualdad. Si se desprecia a los indígenas, a los negros, a los miserables, a los locos, incluso a los inválidos, no es sólo por su color, pobreza, inadaptación, sino porque son diferentes, porque “no se parecen, no son, como nosotros”. Aunque muchas cosas se tengan que silenciar -porque poseemos “una educación” que es “inofensiva”- no se sabe cuántas decenas de diferencias se mueven en nuestra mente, producto de la “educación” individualista que recibimos en la sociedad.

6. En algún lugar –no recuerdo- leí que nuestro origen como seres humanos se ubica en el continente africano, que originalmente somos de color negro y que a través de los siglos muchos seres humanos sufrieron un proceso de blanqueado o “destintado”. Luego éstos al ser los primeros en usar instrumentos y armas de metal sometieron a los demás hasta convertirlos en sus esclavos. ¿Son estos “triunfadores”, descubridores del uso del metal, de los “primeros adelantos técnicos”, los que luego impusieron su poder, su gobierno, sus leyes, su cultura, sus ejércitos, convirtiéndose en los primeros asesinos de la humanidad?

7. Desde entonces, sin ser pecados o deformaciones individuales o personales; respondiendo esencialmente a necesidades creadas por el sistema social dominante, los de arriba explotan, desprecian, mal tratan a los de abajo, sean seres humanos, países, animales; pero, al contrario, halagan a los que consideran superiores en política, economía, color de piel o de país dominante. Los indígenas como la actriz mexicana Yalitza o los demás indígenas del mundo, los negros, los homosexuales, siempre serán despreciados porque las ideologías, los sistemas de enseñanza, los medios de información, las familias, siguen caminando por el mismo rumbo.

Pedro Echeverría V.

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